Café del Sur

15 de octubre de 2008
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Posiblemente más de uno lea este artículo ante una humeante taza de café ya relajado después de la comida, o de prisa en un descanso del trabajo. En ningún caso pretendo amargarle tan sabrosa bebida, aunque sí hacerle saber algo que, tal vez, dé un poco más de sentido a un acto que suele ser mecánico, pero que puede sacar de grandes apuros a los que producen el café del Sur.

(JPG)No sé si muchos o pocos consumidores saben que el café es después del petróleo la materia prima que más dinero mueve en el mundo y, por tanto, la que más expuesta está a los abusos de los especuladores. Ciertamente, nosotros no somos responsables del empobrecimiento creciente de los países productores del Sur, como Nicaragua, El Salvador, Brasil etc., pero que podemos como consumidores contribuir a paliar y corregir los abusos de los intermediarios del Norte, que se valen de nosotros para enriquecerse indebidamente, empobreciendo a estos países.

El mecanismo seguido por los intermediarios es monopolista e insolidario, por lo que si los consumidores queremos beneficiar a los productores empobrecidos, hemos de huir del consumo individualista, es decir, no podemos quedarnos en los resortes meramente placenteros y dar a este acto, aparentemente rutinario, una dimensión social que revierta de manera más equitativa en provecho de los que lo producen.

¿Cómo se consigue esto? Sencillamente, por el mero hecho de ser conscientes de que tomar una taza de café puede tener una repercusión social muy positiva, hemos entrado ya a formar parte de la alianza entre los consumidores del norte y los productores del sur. El objetivo de esta alianza es conseguir que cada uno de los implicados en el proceso de producción y distribución del café reciba la justa retribución que corresponda a su participación en él y no quede mayoritariamente en poder de los intermediarios.

Existe la voluntad razonable de fomentar un consorcio justo en muchos casos. Uno de ellos es el de ESPANICA, una organización mixta hispano-nicaragüense, que comercializa en España productos del campo de Nicaragua. Está formado al 50 por ciento por la Fundación Campo-Ciudad (entidad española sin ánimo de lucro) y la Unión Nacional Agropecuaria de Productores Asociados (UNAPA), con más de 20.000 cooperativistas nicaragüenses de diversos sectores productivos.

Los productores han logrado así apoderarse de la intermediación comercial de sus productos al instalarse a través de ESPANICA en un país del norte.

Todo ha sido posible gracias a una red de comercialización alternativa formada por diversas asociaciones de solidaridad, vecinales, de consumo, ecologistas, parroquias y tiendas de comercio justo. Una forma legal, por supuesto, imaginativa y justa de sortear los efectos nocivos de la globalización.