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50 años de vida en relación (3ª parte y última)

Bonifacio Fernandez, cmf -

Nos gustaría concluir este compartir mostrando los tres medios que han configurado nuestra espiritualidad conyugal y que nos han permitido, no solo sobrevivir a estos 50 años de matrimonio sin morir en el intento, sino también  a mantenernos en el centro de la diana, sorteando los continuos altibajos que, como a cualquier pareja en la que los dos somos diferentes, han ido surgiendo en nuestra relación.

1. El primer medio es dialogar.

Evitando los silencios cuando en nosotros han surgido fuertes sentimientos en alguno de los dos en cualquier área de nuestra vida, como han podido ser la familia, el trabajo, la salud, los hijos, el uso del dinero, la sexualidad, el uso de nuestro tiempo libre, etc, etc. 

Abriéndonos al diálogo con libertad y autenticidad como forma de hacernos presentes el uno al otro, interiorizando en nuestro interior y descubriendo las debilidades y miedos que solemos ocultar por miedo a perder la imagen

Así, mediante el diálogo, nos hemos hecho más sensibles a los sentimientos compartidos, sin sentirnos manipulados y confiando en la escucha y acogida de nuestra persona tal y como somos.

Y gracias a tantos diálogos mantenidos, podemos deciros, que hemos configurado un estilo de vida que ha ido dejando huella, primero en nuestros hijos, después en familiares, amigos y conocidos con los que hemos tratado a lo largo de los años.

2. El segundo medio es vivir la ternura y la sexualidad

Ha sido vivir el lenguaje de nuestros cuerpos, no solo en nuestra relación sexual sino también en momentos de ternura: a través de una llamada telefónica, del calor de una mirada, la cercanía vivida por una sonrisa, la dulzura de la caricia, el deseo de tocarnos, de cogernos de la mano. Formas todas ellas que nos han permitido sentirnos presentes el uno al otro.

3. Y el tercer medio es orar en pareja.

No como una forma de oración prefabricada, como el rezo del rosario o de un padrenuestro, que también, sino como una forma de reflexionar sobre el sentido de nuestra vida, de mirar a Dios como la fuente de nuestro amor, ya que Él nos ama con un amor incondicional. Son momentos de oración en que, Fernando y yo, nos colocamos frente al Padre y, sin avergonzarnos el uno del otro, ponemos en palabras lo que estamos sintiendo y viviendo juntos. Esas oraciones son, para nosotros, un medio auténtico que nos ha permitido descubrir la presencia de Dios en nuestra relación de pareja.

Gracias a esos tres medios hemos sabido hacernos presentes siempre el uno en el otro. Han constituido nuestra espiritualidad como pareja, es decir, lo que hacemos para amarnos más allá de hacer “oraciones particulares o actividades religiosas” y han configurado este estilo de vida que nos ha hecho llegar a vivir feliz nuestro matrimonio durante estos ya más de 50 años de vida juntos, y a formar una familia cristiana en la sociedad en que hemos ido creciendo y desarrollando. Por todo ello nos sentimos orgullosos de nuestra felicidad actual y podemos decir, alto y claro, que ¡EL MATRIMONIO CRISTIANO ES UNA MUY BUENA NOTICIA!

    
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