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10 - Pero, ¿qué es orar? (III)

Nicolás de Ma. Caballero, cmf -
Muchas definiciones se dan de oración, aunque frecuentemente están definiendo más las múltiples ‘formas’ de oración que la misma naturaleza esencial de la oración. Y tantas definiciones pueden engendrar confusión sobre la naturaleza esencial de la oración.   

La oración es un encuentro entre Dios y el hombre. No puede definirse solamente como un don de Dios, ni, por tanto como una realidad únicamente teológica. Tiene que definirse también por la forma en que el hombre se abre, libremente, des-condicionadamente, des-apropiadamente, pobremente, al don de Dios, al Don, que es Dios.

Aparte las muchas pretendidas definiciones de oración, sólo podrá ser verdadera aquélla que salve esa doble realidad de la presencia ‘teologal’ y ‘humana’  del orante. Lo teologal se define por la fe, la esperanza y el amor. Sin fe y cierta hambre de Dios, el hombre no puede entrar en Dios ni mantenerse en el misterio oscuro de la fe. Sin fe suficiente, el orante está poniendo una permanente ‘tentación’ a la necesidad de vivir en esa bella oscuridad de Dios, que aún no se manifiesta. El permanente recurso a lo visible, tangible y sensible, es una seria dificultad para poder entender correctamente ‘qué es orar’ y para orar, de hecho.
Lo humano tiene su expresión más característica en la 'advertencia, la conciencia atenta, el progresivo 'despertar interior'. Incluso en el plano de la psicología, la ‘atención’, la ‘advertencia’ es considerada como el factor fundamental de la personalización; vertebra el crecimiento humano y su maduración mental y emocional.
La ‘advertencia abierta, desde la fe, al Misterio de Dios en Cristo Jesús’, es el eje de  toda la realización posible de una persona. Cualquier definición tiene que explicitar estas dos vertientes esenciales de la oración. Y así, orar es:   
  • ‘Una conciencia entregada a Dios en fe’.   
  • ‘Una persona consciente y pobre que se abandonada a Dios, en la oscuridad de la     fe’   
  • Advertencia amorosa’ (Juan de la Cruz).   
  • ‘Una conciencia pobre, abierta al Amor’.    Es particularmente bella, en la forma, una que podríamos tomar como definición de oración.  Cuando el sacerdote pregunta a Ana qué está haciendo en el templo, mascullando palabras, ella contesta que derramando el alma ante Dios (1Sam 1,15).   
  • con Advertencia, dándose cuenta, aquí y ahora, de la Presencia del Padre.        - entregándose a El, con Amor.   
  • en la oscuridad de la Fe, aunque también en la seguridad y certeza que la fe nos da de que está aquí, de que nos oye, de que nos ama.
    
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