EVIDENCIA y agradecimiento

12 de junio de 2007
Print Friendly, PDF & Email
Print Friendly, PDF & Email

Quiero terminar transcribiendo, para compartirla con ustedes, la última página de mi Diario aquí en la selva:

Ya sé que nos marchamos, los claretianos. Camino mío por la selva y que termina, etapa de una evidencia prodigiosa: que estás, Señor; que eres el Emmanuel de la Historia, el Dios-con-nosotros que mis manos palpan, la Presencia que mis ojos ven y certifican, la Palabra que sigo oyendo, la Vida que alimenta y sostiene la vida que yo tengo.
Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.
Eres la paz reclinada en este corazón.
Eres la confianza inquebrantable.
Eres el vértigo de este amanecer en libertad.
Eres la solidaridad para esos pies de pobres infinitos.
Eres la espiga, un pan dispuesto ya en la mesa.
Eres lazo de amor inquebrantable, entrañable fidelidad.
Eres lo único inocente que nos queda, Hogar de novedad.
Eres impulso que perdura, latido que ilumina, caricia que engrandece.
Eres la alegría nueva de –entre todos- haber curado las heridas.
Eres justicia que se asoma a nuestra tierra y la hace cuna.
Eres la lealtad brotando en débil carne niña.
Eres la limpieza de la luz contra y frente a la oscuridad sin dicha.
Eres la ternura de una madre en la cosecha del niño que ella teje.
Eres la Luz que lleva luces a las noches de muchos hermanos.
Eres Pastor que apacienta belleza en un manojo de mariposas atravesadas por la luz.
Eres un silencio escondido, reposo y calma, sendero y camino.
Eres el que trae un jarro de agua para tanta sed.
Eres el que ofreces un pan que arde aún dorándose en las brasas de tu costado.
Eres el que corre, se arroja al cuello, besa con el perdón y abraza con la vida.
Eres el que devuelve nombre, fiesta y libertad a todos tus hermanos.
Eres la Fuente original, tú…, el Testigo del Absoluto.
Eres el que entra para acampar, para albergarse, para nacer.
Eres el que me pides: “Déjame nacer en ti”.  

Y ustedes son, amigos y amigas, compañeros y compañeras… Ustedes son, querido pueblo mío, los instrumentos que Dios ha utilizado para que tanta paz, tanto vértigo, tanta confianza… tanta alegría, tanta limpieza… tal pan y agua tan preciosa… pudiéramos compartirlos. Gracias. ¡Nunca, nunca jamás les olvidaré!

Juanjuí, 19 julio 2004