Contra el hambre en el mundo

3 de febrero de 2009
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Carta pastoral con motivo de la campaña de Manos Unidas.- El día que juntéis vuestras manos seréis un solo pueblo y Dios hará resplandecer entre vosotros la paz. Estas palabras son como una profecía. La paz llegará cuando todos los hombres y mujeres del mundo comprendan que quien está a su lado es un verdadero hermano. Esperamos que llegue ese día, pero mientras tanto, los números nos aterran, porque detrás de cada cifra hay muchos hombres y mujeres que pasan hambre, que no tienen trabajo ni casa; están esos niños, casi sin posibilidad de vivir, a los que se cierra la oportunidad de una educación, de un desarrollo personal adecuado. Esta situación está haciéndonos llegar el grito desgarrador de millones de hombres y mujeres que esperan, pero que no acaban de ver llegar la ayuda que necesitan.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Manos Unidas ha oído ese clamor de los pobres, se ha puesto en camino, busca y envía recursos para alimentar a las poblaciones, para llevar a cabo proyectos para el desarrollo: levantar escuelas y hospitales, ayudar a las familias, denunciar tanta injusticia… Pero no con vanos discursos llenos de palabrería, sino poniéndose a trabajar, uniendo las manos de unos y de otros. Y las de todos con las de Dios.

Los resultados son muy satisfactorios. Cada año crecen los voluntarios, los recursos y los proyectos realizados. Todo ello nos indica que es posible la esperanza. En el conjunto de un problema tan grande y universal, como es el hambre, puede parecer una insignificancia. Pero, con relación a los escasos medios con los que contamos, casi un milagro.

Todo ello es posible gracias a Dios, que quiere cuidar de sus hijos, y que despierta en nuestros corazones el deseo eficaz de compartir. Pero también hay que agradecer a quienes, desde la Delegación Diocesana de Manos Unidas nos van recordando la obligación que tenemos de considerar a los necesitados como propios hermanos.

La Campaña de Manos Unidas contra el hambre en el mundo cumple cincuenta años. Una labor ingente llevada a cabo con el mejor y más generoso espíritu. Son muchos los proyectos realizados, pero aún mayor es el bien que se nos ha hecho, al sensibilizarnos a todos con la responsabilidad de sentirnos unidos a los hombres y mujeres que pasan hambre, y empujarnos a la práctica de la justicia y de la caridad cristiana. Que Dios bendiga y se lo pague a tantos y tantos dirigentes y voluntarios de una organización modélica y de un espíritu cristiano ejemplar.

Pido al Señor que esta nueva campaña contra el hambre en el mundo supere a las anteriores, tanto por el número de proyectos que se puedan asumir, como por la autenticidad cristiana que guía el buen espíritu de Manos Unidas.

Que Dios os bendiga.

+ Carlos, Cardenal Amigo Vallejo
Arzobispo de Sevilla