El verano nos permite vivir la vida de otra manera, descubrir pequeñas maravillas que el día a día nos oculta. Aquí va un pequeño decálogo para este verano.
- Vive la naturaleza. En la playa, en la montaña, en la serranía, descubre la presencia de Dios. Alábalo por haberla hecho tan hermosa.
- Vive tu nombre y condición de cristiano. No te avergüences en verano de ser cristiano. Falsearías tu identidad.
- Vive el domingo. En vacaciones, el domingo sigue siendo el día del Señor y Dios no se va de vacaciones. Acude a la eucaristía dominical. Tienes, además, más tiempo libre.
- Vive la familia. Dialoga, juega, goza con ellos sin prisas, reza en familia. Asiste al templo también con ellos.
- Vive la vida. La vida es el gran don de Dios. No hagas peligrar tu propia vida y evita riesgos a la vida de los demás.
- Vive la amistad. Desde la escucha, la confianza, la ayuda, el diálogo, el enriquecimiento y el respeto a la dignidad sagrada de las demás personas.
- Vive la justicia. No esperes que todo te lo den hecho. Otros trabajan para que tú tengas vacaciones. Ellos también tienen sus derechos. Respétalos y respeta sus bienes.
- Vive la verdad. Evita la hipocresía, la mentira, la crítica, la presunción engañosa e interesada o la vanagloria.
- Vive la limpieza de corazón. Supera la codicia, el egoísmo y el hedonismo. Vacación no equivale a permisividad.
- Vive la solidaridad. No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen vacaciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco se toma vacaciones.