Hoy no hay Palabra, hoy se ha hecho el silencio, la soledad remece la estancia y el paso de Pasión se queda extasiado ante la Madre de Jesús; el gesto entrañable de la humanidad entera quiere acompañar al Hijo de hombre.
El camino que llevamos recorrido desde Miércoles de Ceniza llega a la cima del Monte Calvario, o lo que es lo mismo, a la Mesa Santa, a la Cena del Señor, el sacramento de la Nueva Alianza, al sacrificio de Cristo en la Cruz.
Hay muchas maneras de sentirse desnudo, sin defensa. En las lecturas de hoy descubro una de las formas más dolorosas de despojar al otro de su derecho al honor. L
En la encrucijada del abandono y de la soledad de los suyos, Jesús pudo traer a su memoria: “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas y pronunció mi nombre” (Isa 49,1).
Este domingo era llamado popularmente “domingo de Pasión”. Al llegar a esta altura de la Cuaresma se cubrían todas las imágenes. La Liturgia y la piedad popular centraban su atención en los padecimientos de Cristo.
“Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión. ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera!” (Sal 137 [136], 1).
Llega el tiempo en que se instauran todas las cosas en Cristo. Destruid este templo, y yo en tres días lo levantaré. Él hablaba del templo de su cuerpo.
Toma las tres lecturas que nos propone la Liturgia de este domingo y ten un primer encuentro orante con los textos. Puedes fijarte en las expresiones coincidentes que encuentres en ellos. Una vez que has descubierto algunos paralelismos, subráyalos e inte