Estoy seguro de que cuando se lea nuestro tiempo, pasados unos años, se descubrirá que también hubo santos y profetas que respondieron de manara acertada a la problemática de sus contemporáneos. Quizá nos falta sensibilidad para ver la acción del Espíritu.
Iniciarnos en el conocimiento de las Escrituras no significa tener dominio sobre los textos sagrados de una forma científica. Conocer la Palabra implica amarla y cumplirla.
Con esta enseñanza, resuena el salmo: “La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante”.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras, Porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes”.
La belleza, como la verdad, es lo que infunde alegría en el corazón de los hombres, es el fruto precioso que resiste a la degradación del tiempo, que une a las generaciones y las hace comulgar en la admiración”. (Pablo VI, mensaje a los artistas)
El Señor, en el día a día, a través de su Palabra nos sorprende y cautiva. Nos va trazando un itinerario hacia el Amor verdadero ese Amor que orienta hacia el Misterio del Amor, ese Amor que nos lleva a abandonarnos, a confiar, a fiarnos sólo y exclusivamente de Él...
¡Es tan fácil arrogarse puntos de honra, aunque sea con lo más sagrado, para creerse superior a los demás! Así se siente el pueblo de la Antigua Alianza frente a las otras naciones. El Evangelio enseña otra primacía, la del servicio y el anonadamiento, como testimonio del amor cristiano.
El salmo interleccional de la Liturgia de este día reza: “Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino, le haré ver la salvación de Dios”.
Contamos con el amor entrañable de Dios. La mente debe serenarse y no juzgar antes de tiempo. “Dejad que venga el Señor”, dice San Pablo, “Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios de su corazón”, que son siempre de paz y no de aflicción.
Normalmente, al meditar un texto bíblico, acudimos a referencias paralelas en la Biblia, para comprender mejor el sentido del relato. Así, desde la conexión posible con las mismas palabras en otros pasajes, se puede ahondar en la enseñanza revelada y percibir mejor la inspiración del texto.
Aunque la amistad de Jesús es el mayor tesoro, es bueno contar con la amistad humana. Por tantos amigos doy gracias a Dios, y a cada uno. ¡Que el Señor os bendiga con la experiencia de su amistad y del acompañamiento cercano e histórico de buenos amigos!
Si en vez de estar buscando cómo escamotear la ley, nos comportáramos con generosidad, ningún detalle sería inútil.
Pocas veces como en la liturgia de la Palabra de este domingo, se nos ofrece de manera tan concentrada el proyecto de vida que debemos asumir los seguidores de Jesús, quienes hemos sido constituidos templo santos de Dios, por gracia.
Durante dos semanas, hemos venido meditando los primeros capítulos del libro de Génesis. Hoy, la Liturgia escoge un texto de la Carta a los Hebreos como culmen de lo contemplado.
Hoy terminamos la lectura de los primeros capítulos del libro del Génesis. Otros años a estas alturas solemos estar en tiempo de Cuaresma, de ahí la pedagogía de cortar la lectio continua del primer libro de la Biblia.
Hay textos en la Biblia que son hitos reveladores de la identidad de Dios, quien desde el comienzo, va acomodándose a la capacidad humana para ir desvelando su identidad y hacerle comprender al hombre que es su Creador, su salvador, que le ama con toda la ternura.
Al leer detenidamente los textos que narran la creación, se puede descubrir el uso de algunas cifras significativas, que se repiten y que no pueden ser casuales, sino que deben de encerrar un sentido más trascendente que el númerico.
Resulta duro leer que Dios se arrepintió de haber hecho al ser humano, ante este sentimiento del Creador, como sucede cuando en la Biblia se describe el enfado de un rey, parece que no queda ninguna esperanza de subsistir, y que inmediatamente sonará la sentencia exterminadora.
Sorprende que los seis santos, a los que invoca especialmente la Iglesia como protectores de las naciones europeas, hayan sido todos contemplativos y relacionados con el monacato
La llamada a hacer el bien, a acrecentar los talentos recibidos, a no caer en la misantropía ni en el retraimiento pesimista, está avalada por el profeta Isaías, por el Evangelio, y por el salmista