
Actitudes ante el nacimiento de Jesús en Belén
Silencio: “Cuando la noche mediaba su carrera, y un silencio en calma lo envolvía todo, tu Palabra se precipitó sobre la tierra”.
Silencio: “Cuando la noche mediaba su carrera, y un silencio en calma lo envolvía todo, tu Palabra se precipitó sobre la tierra”.
Esta noche es Nochebuena. Mañana nos visitará el Sol que nace de lo alto y por su luz se disiparán todas las tinieblas.
Mañana es Nochebuena. Ya no hay tiempo que perder, las Escrituras nos han confirmado el cumplimiento de las profecías, se acerca la plenitud del tiempo, el Precursor anuncia la inminente llegada del Señor.
En el contexto bíblico, María toma de la exultación de Ana, la madre de Samuel, el canto de alabanza, que contiene el núcleo del Evangelio, la Buena Noticia de la salvación.
Se aproxima la Navidad. El poema de amor expresa los sentimientos enamorados de la Iglesia, los que debieran invadir a la humanidad, a cada uno de nosotros.
La señal se pide como garantía del cumplimiento de un contrato, y si no se respeta el pacto, se pierde la señal. Dios, por su cuenta, se anticipa en dar como señal la maternidad de una virgen y la entrega del Emmanuel.
Hoy, desde los tiempos visigóticos, en la liturgia hispana, se celebra la fiesta en honor de la Virgen María, con la advocación de la Esperanza.
Se acercan días de familia, de encuentro con quienes son en cada casa la referencia entrañable.
La Nueva Alianza no tiene límites, ya no hay forasteros, todos somos destinatarios de la venida del Señor, a todos nos invita a tratar con Él.
Recuerda la promesa del Señor. Él no se retracta de lo que promete, y lo que permite es para nuestro bien.
Quizá hemos tenido que sufrir los efectos de nuestras idolatrías para convencernos de dónde nos viene la salvación.
Es opción divina perdonar, restaurar, restablecer, hacer volver a su pueblo del exilio, acompañarlo, no recordarle su pasado. Cada uno de nosotros tenemos el mismo ofrecimiento como mayor esperanza.
La historia, los acontecimientos, la naturaleza, el ser humano, según se miren desde la fe o no, pueden mostrar la mayor presencia de Dios que acompaña, del Creador que mantiene su Palabra, de la bondad, belleza y verdad que se encierran en todo ser o el lado fatal de la realidad.
Este domingo lleva el sobrenombre de “Domingo de la alegría, del gozo”, porque significa que ya hemos pasado la mitad del tiempo de expectación y se aproximan los días de la Navidad.
El domingo pasado el profeta se refería a Dios como Padre, Pastor, Alfarero, Viñador, Redentor, Señor. No puede olvidarse el Padre de su hijo, ni el Creador de su criatura.
Los mandatos del Señor alegran el corazón. Seguir lo que nos enseñan las Escrituras es el modo de gustar la paz interior. No hay forma de vida más feliz en este mundo que aquella que coincide con la voluntad divina para nosotros.
Sorprende leer en el primer libro de la Biblia la profecía de los acontecimientos que tuvieron lugar en la plenitud de los tiempos.
En el reducto más íntimo del ser nace la obra más perfecta del Creador. Donde nadie descubre el torrente de gracia, en la intimidad del alma, Dios se expande y colma de bendiciones.
¡Cómo se experimenta, cuando se confía en Dios, que aun sin fuerzas uno camina, espera, se entrega, y descubre que ya no es por voluntarismo ascético, sino por la gracia!
Dios se nos revela. Él, por su cuenta, deshace toda proyección pagana sobre su identidad, se nos manifiesta como pastor que lleva en brazos a los corderos, y nos manda pregonarlo. El poder de Dios se hace impotencia para librarnos de nuestras prepotencias.