Comentario al Evangelio del

Alejandro Carbajo, cmf

Queridos amigos, paz y bien.

Comenzamos la segunda semana del tiempo ordinario. Hemos ido dejando atrás las luces de Navidad, y la vida ordinaria (que no aburrida) nos ha ido absorbiendo de nuevo. Para que no nos relajemos, nos acompañan esta semana la Carta a los Hebreos y el Evangelio de Marcos.

Al autor de la Carta a los Hebreos le preocupa mucho explicar quién es Jesús y cuál es su función. Y, gracias a su obediencia, tenemos un Sumo Sacerdote que es capaz de entendernos, porque es un hombre (acabamos de celebrar su nacimiento, su Navidad) y que puede darnos la salvación, porque es Dios.

En todas las religiones, los sacerdotes hacen de intermediarios entre los dioses y los creyentes. Los sacerdotes llevan a cabo los ritos necesarios para que los dioses estén “tranquilos” y sean propicios.

Jesús es un nuevo sacerdote, que trae consigo sus propias normas y sus propios ritos. Por ello, muchas veces choca con el sistema establecido y con sus defensores. Incluso con los partidarios de Juan el Bautista. Hoy el problema es el ayuno.

Desde el principio, el Evangelio de Marcos es una “Buena Noticia” (Mc 1, 1). Es una fiesta, porque Jesús, el Cristo, está entre nosotros y nos habla, y nos alegra la vida. No hay tiempo para la desesperanza y el llanto. A pesar de los pesares. Con la que está cayendo, podíamos pensar que hay más motivos para llorar que para reír. Pero, con la Palabra de Dios en la mano, podemos ver las cosas de otra manera. Dios está con nosotros, y no nos dejará, porque siempre es fiel. En la primera, en la segunda y en la tercera ola.

Los ejemplos del remiendo en el paño y del vino nuevo en odres nuevos nos pueden decir poco. No hay muchos vinateros entre nosotros, y, por lo que yo veo, poca gente remienda ya la ropa. Habría que hablar de “no añadir nuevas placas de memoria a ordenadores viejos”, o “no instalar aplicaciones que ocupan mucha memoria en teléfonos móviles antiguos”. En todo caso, el mensaje es claro: la Buena Nueva de Jesús obliga a pensar de otra manera. A vivir en una nueva clave. En clave de fiesta. Cada día. Porque Dios está cerca.

Empieza la Semana de oración por la unidad de los Cristianos. “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (cf. Jn 15, 5-9), estas palabras de Jesús a sus discípulos son el lema de este año. Aquí tienes el enlace para ver lo que los obispos nos invitan a meditar. Reza mucho. A ver si podemos conseguir, un día, celebrar todos juntos, como verdaderos hermanos la Eucaristía.    

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.