Comentario al Evangelio de mañana

Fernando Torres, cmf

En el Evangelio de hoy aparece una de esas frases de Jesús que se repiten muchas veces y que parece que son fáciles de comprender. Más cuando hace referencia a uno de los anhelos más profundos de la humanidad: la libertad, ser libres. Dice Jesús a los judíos que habían creído en él que “si os mantenéis en mi palabra, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.”

La frase “la verdad os hará libres” es fácil de retener y hasta puede parecer que es fácil de entender. Pero Jesús vincula verdad con libertad. Y ahí comienza el problema. Porque ¿qué es eso de la verdad? En principio, para nosotros, en nuestra cultura, la verdad es algo que está escrito y demostrado. Que dos y dos son cuatro es verdad y nadie lo discute. Las tesis científicas son verdad mientras que alguien no demuestre que son falsas. Pero probablemente esa no sea la verdad a la que se refiere Jesús.

Otros han interpretado esa verdad como el conjunto de normas y leyes y verdades teológicas. Y, por supuesto, la moral y todas sus normas (donde se incluiría y concepto tan complicado como el de la ley natural). Eso sería la verdad. Es una verdad que se identificaría con la voluntad de Dios, con lo que Dios quiere para el hombre, que está expresado en su revelación: en todo ese conjunto de normas. Adecuarse a esas normas, cumplirlas, sería llegar a ser verdaderamente libres, cumplir la voluntad de Dios.

Pero en la práctica se ha identificado demasiadas veces la voluntad de Dios con lo que dice el confesor o lo que dice este libro de moral o lo que dice el director espiritual (acompañante, como dicen los modernos) o lo que me enseñaron de pequeño. Y el resultado ha sido de nuevo la esclavitud. Obedecer ciegamente esas normas es estar seguro, es estar en el buen camino. No hay que pensar por uno mismo. Simplemente hay que obedecer. Así ha sido en gran parte de la tradición eclesial y todavía es así para muchos. Pero eso no tiene nada que ver con la libertad y la verdad de que habla Jesús.

La libertad a la que nos convoca Jesús es la de seguir la verdad de un Dios Padre que quiere nuestro bien, nuestra plenitud como hombres y mujeres, capaces de tomar nuestras propias decisiones de forma libre y responsable. Esa es la verdad. Y solo ahí encontraremos la verdadera libertad.