Vacaciones en zona hostil.

2 de julio de 2007
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Las últimas vacaciones de Carmen y Javier tuvieron poco quever con el descanso, la tranquilidad o la diversión que sebusca en los días de asueto. Y no es que la agencia deviajes les fallara. Esta pareja de Madrid decidió aparcarpor una vez la playa y poner rumbo a los territorios ocupados delSáhara Occidental, sorteando recelosos controles policialesy las suspicaces miradas de las fuerzas marroquíes paraadentrarse en el infierno que viven los saharauis en una tierra enfalsa paz.

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Foto: Javier G. Lachica

Javier es ingeniero. Carmen, diseñadora gráfica. Tienen dos hijos y viventranquilos en Madrid. ¿Qué lleva auna pareja con una vida tan cómoda a sacrificar susvacaciones y, en cierto modo, su seguridad para visitar un territoriohostil? “Nos decidimos a ir hasta allí porqueconocimos hace unos meses a la activista de derechos humanos AminetouHaidar cuando visitó España, noscontó la situación que vivían en lazona y nos animó a que comprobáramos con nuestrospropios ojos cómo Marruecosviola los derechos de los saharauis sistemáticamente”.

Dicho y hecho. Carmen y Javier renunciaron a la playa, dejaron a sushijos en Madrid y emplearon sus vacaciones de Semana Santa en cumplirla misión que se habían encomendado. “Decidimos no contarle a nadie adónde íbamos, ni a nuestros hijos,ni a nuestros padres… Les dijimos que estábamosen Europa. No queríamos preocuparlos. Sólo losabía una amiga, que nos llamó a diario duranteel viaje para comprobar que todo iba bien”.

La aventura arrancó en Marrackech, donde la parejaalquiló un coche con el que recorrió Marruecoshacia el sur. “A medida que nos acercábamos alSáhara Occidental los controles policiales se incrementaban.La policía nossometía a auténticos interrogatoriosen los que se nos preguntaba con insistencia nuestra destino, lugar dehospedaje, el propósito de nuestro viaje y, sobre todo, siéramos periodistas”.

Carmen explica que en uno de los controles vivieron unasituación de gran tensión cuando un agente les acusó deespionaje por haber tomado una foto del puesto de control.

El Aaiún,falsa normalidad

Por fin llegaron a El Aaiún, capital del SáharaOccidental, una ciudad que intenta aparentar normalidad, pero queesconde un conflicto que se remonta a la época colonial,cuando España abandonó a su suerte a su coloniaafricana, pese a haberse comprometido ante la ONU a poner en marcha unproceso de descolonización.

En aquellos momentos, España tenía sus ojospuestos en Franco, que agonizaba, y Marruecos aprovechóaquel delicado trance de la historia española para invadirel territorio con la Marcha Verde. Desde entonces, Marruecos ocupa elSáhara Occidental, aunque las Naciones Unidasno lo reconocen como potencia administradora.

“La primera impresión al llegar a la ciudad fue lade una urbe bien estructurada, relativamente moderna y con bastantesinfraestructuras y recursos, pero la cosa cambia si uno se adentra enlos barrios habitados mayoritariamente por saharauis. Allíse aprecia un claro abandono”, dice Javier mostrando algunasfotos que ilustran sus palabras.

En la ciudad se respira miedo.Tensión contenida. Cualquier gesto puedelevantar sospechas y pagarse caro. Carmen y Javier explican un caso queles tocó de lleno: “Se nos acercaron unosniños a saludarnos. Nos preguntaron nuestros nombres y quede dónde éramos. Empezamos a hacerles fotos. Derepente, unaniña levanta la mano mostrando el símbolo de lavictoria en los dedos y dice sonriente: ‘¡vivapolisario!’. Inmeditamente se acercóun hombre de paisano, que se identificó como agente depolicía y nos pidió los pasaportes. Mientrasaquel hombre empezaba con un interminable interrogatorio, sucompañero se llevaba la joven a darle unescarmiento… La niña tenía 12años”, explica Javier.

Carmen y Javier recuerdan otro episodio desagradable en uno de estosbarrios en donde habíaconcentrada una multitud de saharauis: “Unpolicía nos dio el alto con la falsa excusa de habernossaltado un stop, nos preguntó si habíamos estadohaciendo fotos ‘en un barrio pobre’ de la ciudad.Contestamos que, en efecto, habíamos hecho fotos a lo quecreíamos era una boda. Entonces comenzó de nuevoel rosario de preguntas: pasaporte, profesiones, motivos de la visita, si éramos turistas, si éramosperiodistas…”. La concentración quefotografiaron Javier y Carmen era en realidad la bienvenida a un grupo de familias saharauis procedentes de los campos de refugiados deTinduf, que visitaban El Aaiún con un viaje organizado porACNUR.

La pareja pudo reunirse durante su estancia con algunos activistas de los derechos humanos,que le contaron en primera persona las detenciones y torturas sufridaspor reclamar la celebración de un reférendum deautodeterminación.

Los saharauis mantienen sus esperanzas puestas en las conversacionesque se pusieron en marcha el pasado día 18 en Nueva Yorkentre el Frente Polisario y Marruecos. Quizá en ellasesté la salida a un conflicto que se alarga yamás de tres décadas. Mientras tanto, gente comoCarmen y Javier aseguran firmemente que no bajarán laguardia, que permanecerán alertas a la situacióny dispuestos a volver a territorio hostil tantas veces como seanecesario.

    

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