Undécimo Pozo
Resulta que el décimo Pozo que creía era una cuña entre los rasgos de la personalidad de Jesús, aparece, con razón, como un rasgo sobresaliente el amor de Jesús Buen Pastor. Sale al encuentro de las ovejas alejadas o que disimuladamente se quedan rezagadas, para seguirle muy de lejos. O bien, como magnífico estratega, sabe esperar en el lugar más adecuado. Se sienta junto al brocal del Pozo porque adivina que la sed obligará a acudir a llenar el cantarillo y poder saciar la sed del alma reseca.
Ya tenemos dos rasgos. Vamos a seguir contemplando su rostro, para descubrir otros rasgos que nos ayuden a conseguir una imagen de Jesús, lo más completa posible.
Jesús es un hombre totalmente libre e independiente
- Libre ante los poderosos. Se enfrenta a los fariseos, saduceos y sacerdotes del Templo y denuncia su servicio distorsionado como funcionarios corruptos. No le asusta la tiranía de Herodes:”Id a decirle a ese zorro…
- Libre ante los contestarlos y los ciegos a su mensaje de amor. A los celotes (los terroristas de entonces) les advierte que el Reino de Dios es amor y “bendecid a los que os maldicen”.
- Hábil ante las trampas insidiosas. Un estupendo ejemplo: la respuesta dada a los que le quieren confundir con ocasión de la mujer sorprendida en adulterio. Como no aman no les importa la fama o la vida de la mujer. No se esperaban la respuesta: “El que de vosotros esté limpio tire la primera piedra”- Y comenzaron a escabullirse. Y aparece el amor y la misericordia: “Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más
- Libre ante la riqueza. Acepta la ayuda necesaria para las necesidades del grupo. Pero sin adulación ninguna y rompe fronteras al aceptar la compañía de mujeres que le asisten con sus bienes. Trata con los ricos, pero no para recibir su dinero, sino para encauzarlo a lo valores del Reino que anuncia. Cuando Zaqueo anuncia la restitución de lo robado y la entrega de la mitad de sus bienes a los pobres, exclama alborozado: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa.”
- Libre ante el fanatismo del sábado y del ayuno. El Hijo del Hombre es señor del sábado. El sábado es para el hombre. Y sitúa al ayuno en el lugar y momento oportuno. (Mc.2,18)
- Libre ante la ambición.. Rechaza el entusiasmo de la muchedumbre que le quiere proclamar Rey. Y enseña a sus discípulos que el que quiera ser el mayor sea el servidor de todos. Él, el Maestro enseña de palabra y con hechos que ha venido a servir y a dar la vida.
- Libre ante la familia. El cumplir el mandamiento de amar a los padres, no puede impedir la entrega al servicio del Anuncio del Reino, que es lo primero que hay que buscar. Y asombra ante una nueva visión de la familia. Su madre y sus hermanos son los que oyen la Palabra de Dios y la cumplen. La humilde doncella de Nazaret lo concibe antes por su fe y por la aceptación de la voluntad divina, que al recibir al Verbo en su seno maternal.
Las personas que oyen la Palabra de Dios y no la cumplen son como madres que abortan. No llegan a dar a luz una nueva vida. Y, por otra parte, adulteran la buena semilla, los que tergiversan y acomodan la Palabra de Dios a sus intereses políticos, económicos o hedonistas. Por eso dan a luz hijos de las tinieblas: “Ahora han irrumpido en el mundo muchos seductores, los cuales no reconocen que Jesucristo es verdadero hombre. Entre ellos se encuentra el seductor y el anticristo.” (2 Jn.1,7)
Jesús es un hombre fuerte de carácter
En contra de las imágenes labradas por una piedad dulzarrona, Jesucristo es un hombre fuerte de carácter. No se puede ser radicalmente bueno y radicalmente libre si no se tiene una gran responsabilidad y gran carácter. Alejandro Roldán, psicólogo acreditado, aplicó un test a los Evangelios para describir el carácter de Jesús. El resultado fue que Jesús tiene un carácter “apasionado: emotivo, activo y secundario en el más alto grado. Es el carácter más rico y más fuerte.
Al ver el templo convertido en un negocio, derriba las mesas de los comerciantes, abre las jaulas de los animales y con el látigo expulsa a los que profanan el templo, casa de oración.
No se acobarda ante los ataques continuos de fariseos, saduceos y escribas y ante el mismísimo Herodes.
El cantarillo once está ya lleno, pero no puede saciar nuestra sed de conocer a Jesús. Seguimos con la súplica del niño a su padre al descubrir el mar. Suplicamos al Espíritu Santo que nos explique la hondura, la anchura del Corazón de Cristo. ¡Cuánto lo deseamos! ¡Ayúdanos a mirar! Concédenos mirar a Jesús con los ojos y el Corazón de María. Sólo con Ella conseguiremos nuestros ardientes deseos.