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Movilización contra el G8 y el imperio del ánimo de lucro.

Ecologístas en acción -
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Movilización contra G8

La Cumbre del G8 tendrá lugar entre el 6 y el 8 de junio en Heiligendamm (Alemania) bajo el lema “Crecimiento y Responsabilidad”. Un año más, los líderes de los 8 países más poderosos del mundo se reúnen para debatir y decidir sobre cuestiones de economía y política global que nos afectan a todos y todas. Este año la agenda, fijada por la presidencia alemana, girará alrededor de cuatro grandes temas: inversión y crecimiento económico, propiedad intelectual, crisis energética y cambio climático, y África. Por un lado les preocupa el crecimiento económico de los países enriquecidos, la inestabilidad e incertidumbre de las inversiones, los ataques a la “innovación tecnológica” (piratería) y los problemas de insostenibilidad y seguridad energética, así como la promoción de medidas de lavado de cara -llamado la “responsabilidad social y ambiental”- para hacer frente, supuestamente, a los desequilibrios sociales de la globalización. Por el otro lado, una vez más, estará en la agenda la situación en África y los pasos para alcanzar allí la mal llamada “buena gobernanza”, mayor inversión privada, paz y seguridadLa agenda de esta reunión la fija el gobierno del país anfitrión [8].

Desde la Campaña ¿Quién debe a Quién? queremos denunciar una vez más la falta de democracia de una para-institución como el G8, así como la hipocresía e incoherencia de sus propuestas. En este sentido, desde la Campaña ¿Quién debe a Quién? consideramos:

Nuevamente se hace evidente cuál es el principal objetivo del G8: asegurar el crecimiento de las economías más industrializadas, porque si éste se detiene temen una brusca caída de los mercados financieros, recesión, aumento de precios, un ajuste de la demanda interna y el estallido de los desequilibrios que se han ido profundizando hasta límites sencillamente inaguantables. Cuando hablan de resolver los “desequilibrios económicos globales”, no hacen referencia a las desigualdades Norte-Sur, injusticias y el agotamiento de los ecosistemas, sino a temas como el déficit por cuenta corriente en los Estados Unidos, al deficiente crecimiento en la Unión Europea, a la creciente acumulación de divisas en Asia (China en particular), etc.

Existe una llamativa contradicción entre la medidas de “responsabilidad social” en la globalización que pretende hacer creer que promueve el G8 y el modelo de crecimiento sin límites, conjuntamente con la liberalización de las inversiones y el comercio, que se proponen. Se ignoran una vez más las nefastas consecuencias del ya agotado modelo del crecimiento sobre los países del Sur y su responsabilidad en la generación de pobreza, de conflictos ambientales y de desigualdades.

En lo que se refiere al continente africano en particular, sorprende también que se siga pensando en ir hacia una mayor “gobernanza” (más democracia y menos corrupción es la receta mágica del G8) mediante la receta del incremento de la Inversión Extranjera Directa (IED). Las recetas para este continente en el ámbito de las inversiones siguen partiendo de la premisa de la desfasada teoría del derrame [9], cuyo rotundo fracaso cuestionamos los movimientos sociales comprometidos con la lucha contra la globalización. Es necesario recordar que ni las inversiones de Pescanova en Senegal o Namibia, ni las de las empresas petroleras en el Chad y Camerún, a pesar de hacer crecer el PIB en los respectivos países, han generado un amplio bienestar social, sino más bien han llevado a una precarización del sector pesquero tradicional la primera, y a graves impactos en los derechos humanos y el medioambiente las segundas.

Actualmente la UE está imponiendo a 76 países del África, el Caribe y el Pacífico (ACP), de los cuales hay 39 que son países altamente empobrecidos, unos Acuerdos de Asociación Económica (los llamados EPAs en inglés) diseñados para obligar a eliminar las barreras comerciales para casi todos los productos importados de la UE. La Comisión Europea está presionando para que esos acuerdos comerciales entrañen la liberalización general y profunda de las inversiones, el comercio de servicios y la contratación pública (compras del Estado), al igual que compromisos claros con respecto a la política de competencia y los derechos de propiedad intelectual. Muchos países afectados han manifestado que no están dispuestos a suscribir tales acuerdos. Sin embargo, la UE está amenazando con recortarles la ayuda, si no suscriben esos acuerdos antes de fin de año.

Condenamos la nueva estrategia comercial agresiva de la UE titulada “Europa Global: compitiendo en el mundo” que redundará en la proliferación de negociaciones bilaterales de la UE y conflictos armados, al mismo tiempo que afectará a millones de campesinas/os, pescadoras/es, trabajadoras/es, estudiantes e indígenas. Nos oponemos al empleo de las tácticas de intimidación de la UE contra algunos de los países más severamente expoliados y empobrecidos del mundo. Estas políticas no son más que un recetario político al servicio de los intereses de las empresas transnacionales europeas, a las cuales les ofrece nuevos mercados y oportunidades de inversión, además de acceso a recursos naturales y reservas energéticas, y la protección de su monopolio de las tecnologías -todo ello a costa de la soberanía alimentaria, la protección del medioambiente y la sociedad, y el espacio político indispensable para ejecutar estrategias nacionales autónomas.

El G8 no sólo no acierta con sus medidas de política económica, sin que además ha incumplido sistemáticamente las promesas hechas en materia de ayuda al desarrollo y alivio de la deuda, especialmente las ampliamente publicitadas en 2005 en Gleneagles. Las ayudas prometidas no han sido ni tan cuantiosas ni tan incondicionales como se prometía. El alivio de la deuda, además de insuficiente e ilegítimo, sigue siendo utilizado como mecanismo de presión para imponer la desregulación del mercado del trabajo y anteponer intereses de las empresas multinacionales por encima del bienestar social y el respeto del medio ambiente [10].

Es necesario recordar que los países africanos pagan tres veces más en el servicio de la deuda que en salud o educación. Y ahí es cuando no nos explicamos cómo puede pretender el G8 que creamos que se preocupa por el problema del HIV/SIDA en África, si mantiene a estos países en un endeudamiento muchas veces ilegítimo que impide destinar más recursos a salud, y si promueve la protección de la propiedad intelectual que impide a la mayoría de los enfermos del mundo un acceso digno a los medicamentos.

Finalmente, al sostener que frente al cambio climático se requiere un “Acuerdo de Protección del Clima” y que éste, conjuntamente con la eficiencia energética, constituye una respuesta al preocupante cambio climático, el G8 es completamente incoherente. No podemos seguir pensando que el crecimiento económico es compatible con la sostenibilidad. No podemos evitar el calentamiento de la atmósfera si seguimos saqueando recursos, despilfarrando y destruyendo espacios naturales que son de todas y todos. Además, el comercio internacional es una de las mayores causas del Cambio Climático debido al transporte, ahondarlo aun más supone el incremento de emisiones de CO2 y de sus impactos globales.

Por todo ello, desde la Campaña “¿Quién debe a Quién?” nos movilizamos ante la cumbre del G8 y exigimos:

Que el G8 reconozca el nulo sentido democrático de su existencia y desaparezca.

Que se reconozca la deuda ecológica que todos los Estados enriquecidos y sus empresas multinacionales tienen con los países empobrecidos. Así, se debe reducir por lo menos en un 70% el consumo energético y la emisión de los gases de efecto invernadero, así como compensar a los países afectados por los daños ocasionados. La derogación de todas aquellas políticas que fomentan un modelo de producción, transporte y consumo, dependientes de la importación de energías no renovables o la utilización de espacios ambientales fuera de nuestro territorio.

Que la deuda externa de los países de la Periferia sea auditada y las deudas ilegítimas de todos los países del Sur sean canceladas de forma inmediata y incondicional.

Que se devuelva a las comunidades locales el control sobre sus territorios, recursos naturales y espacios ambientales. La soberanía alimentaria de toda la humanidad ha de ser un derecho reconocido y respetado por Estados, empresas y organismos internacionales.

Exigimos el pleno derecho de los y las migrantes a la ciudadanía, a una vida digna en los países de acogida y el respeto a todos sus derechos sociales, laborales y políticos, sin condicionarlos a la reciprocidad con su país de origen, el cierre de los centros de detención, el cese de las deportaciones y del proceso de externalización de las fronteras, así como el derecho a la residencia con independencia de que se tenga o no contrato de trabajo.

Exigimos políticas efectivas para la prohibición del comercio armamentístico, así como la reducción radical del gasto público militar. Además del rechazo a las leyes que fomentan la impunidad y las violaciones de los derechos humanos.

Que se promuevan mas y mejores iniciativas y ayudas para mitigar y prevenir los efectos del cambio climático: apoyar con firmeza las energías renovables -como la eólica y la solar- con el fin de favorecer su desarrollo; fomentar medidas de ahorro y eficiencia energética en todos los sectores para reducir el consumo de energía; promover los medios de transporte no motorizados; el cierre progresivo de las centrales nucleares (la nuclear no es la solución al cambio climático); y apoyar campañas de sensibilización ciudadana y educación ambiental para que cada uno contribuya en su ámbito de acción a la reducción de emisiones.

Instamos a la sociedad civil a actuar, a movilizarse y presionar a las instituciones, al gobierno y a las empresas para promover un cambio profundo en el modelo económico y energético, con el objetivo de evitar que el cambio climático se profundice aún más. La redistribución del gasto energético, del consumo y de la riqueza, así como el inevitable decrecimiento en el Norte, deben ser parte de la lucha contra el cambio climático y por un mundo más justo.

    
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