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María la mujer jóven y ejemplo de fidelidad

Angel Moreno -

El lema de la JMJ de Madrid, escogido por el Papa, ha sido: Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe

Benedicto XVI nos acerca en sus comentarios bíblicos al conocimiento sapiencial de la Palabra. En el caso del texto escogido, perteneciente la Carta de San Pablo a los Colosenses, señala: “Antes de comentarlas, hay que señalar que en el texto original las tres expresiones, desde el punto de vista gramatical, están en pasivo: quiere decir, que es Cristo mismo quien toma la iniciativa de arraigar, edificar y hacer firmes a los creyentes”.

Es muy importante que comprendamos lo que quiere decir la expresión en pasivo. Hemos sido gratuitamente creados, salvados, redimidos, amados por Dios, elegidos, perdonados, llamados, ungidos, santificados, habitados… El cristiano es aquel que se sabe mirado, llamado, acompañado, amado por Jesús. Y Jesús nos dejó a su Madre, para que prolongara en este valle, su entrañable misericordia.

Cuando el Papa comenta el texto del saludo del Ángel a María, hace la misma observación, e interpreta el nombre con el ángel llama a la Virgen en pasivo: “Amada de Dios”.

Si aplicamos el lema a la Virgen María, nos sorprendemos hasta qué punto ella es arraigada y edificada en Cristo, firme en la fe.

María arraigada junto a la corriente. Ella estaba en Caná de Galilea, donde Jesús nos dejó seis tinajas de agua convertidas en vino, y ella estaba junto a la Cruz, al pie del costado abierto del Salvador, del que brotó sangre y agua. El árbol junto a la corriente no se seca y da mucho fruto. Isabel saludó a María: “Bendito el fruto de tu vientre”.

María, edificada sobre roca, cimentada en el amor, construida sobre la Palabra. Ella no tiene propia voluntad, sino que es la voluntad de Dios: “Hágase en mí, según tu Palabra”. El que construye sobre roca tiene su casa defendida de todas las inclemencias. La roca es Cristo, es la Palabra, la voluntad divina. Nuestra Señora lleva en sus brazos la Palabra hecha carne. Ella, arraigada en Cristo, da el fruto de la Palabra encarnada.

María, firme en la fe. Ella es llamada por su prima: “Dichosa porque ha creído”. Ella estuvo de pie junto a la cruz, firme en la fe, sin arrumbarse ni deprimirse, mujer fuerte y recia. Ella es la andariega de los caminos, la solidaria mujer del desierto, pero sobre todo es la mujer que permanece como referencia luminosa, para quienes son probados.

Glosando al Papa Benedicto: “Que la Virgen acompañe nuestro camino. Ella, al anuncio del Ángel, acogió con fe la Palabra de Dios; con fe consintió que la obra de Dios se cumpliera en ella. Pronunciando su “fiat”, su “sí”, recibió el don de una caridad inmensa, que la impulsó a entregarse enteramente a Dios. Que Ella interceda por todos, para crecer en la fe y en el amor, como árboles plantado junto al manantial de agua viva, la corriente que mana del santuario, del costado abierto del Redentor, el Hijo de María.

    
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