Los claretianos celebran el bicentenario de su fundador.

12 de noviembre de 2007
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BARCELONA, domingo, 11 noviembre 2007 (ZENIT.org-Veritas).- Para los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, más conocidos como claretianos, «un reto muy fuerte es el ir intensificando la comunión en un mismo carisma, en un momento en que la congregación está siendo más multicultural», afirma en la siguiente entrevista concedida a Veritas el catalán Josep Maria Abella, superior general de esta congregación, que está celebrando este año el bicentenario del nacimiento de su fundador, san Antonio María Claret.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Nacido en Lérida en 1949, profesó en Vic en 1966 y estudió en Cataluña. Estuvo destinado muchos años en Japón. Es Superior General de los Misioneros Claretianos desde el año 2003 y forma parte del Consejo directivo de la Conferencia de los Superiores Generales, en Roma.

-¿Cómo está viviendo la congregación el bicentenario?

Josep Maria Abella: Como un momento de gozo y de esperanza. Gozo en el sentido de que celebrar el cumpleaños del padre siempre trae una alegría grande a toda la familia y también con esperanza porque vemos que la celebración del bicentenario está reavivando en cada uno de los claretianos la experiencia del carisma misionero que Dios nos dio a través de San Antonio María Claret.

-¿Qué destacaría de los 158 años de historia de la congregación?

Josep Maria Abella: Viendo cómo comenzó -creo que será la experiencia de todas las congregaciones-, con 5 sacerdotes diocesanos en Vic, y cómo hoy trabaja en 64 países y cuenta con unos 3.100 misioneros, la primera evaluación es la de un crecimiento, no sólo en el numero, sino en la presencia en distintos lugares, en distintas culturas y también en el abanico de apostolados que la congregación ofrece en este momento a la Iglesia.

Siendo misioneros intentamos buscar en cada lugar aquellas estructuras pastorales (equipos, estructuras físicas como colegios, centros de formación…) que se adecuan más a la realidad concreta del lugar al que hemos sido enviados.

También quisiera destacar que en los 158 años de historia de la congregación ha habido muchos misioneros catalanes que como claretianos han evangelizado en distintas partes del mundo –América Latina, África, Asia,…- y allí han muerto y han sido testimonio concreto de la dimensión misionera de la Iglesia en Cataluña. En España, tuvimos 272 mártires en este periodo de la guerra civil y aún hay varios grupos de claretianos en proceso beatificación.

-¿Cuáles son los diferentes servicios que ofrece actualmente la congregación?

-Josep Maria Abella: Son muy diversificados según el lugar, pero sí tenemos unas líneas fundamentales que queremos subrayar en cada estructura: parroquias, centros educativos, centros juveniles, trabajos con grupos marginados en la sociedad, trabajo con las étnicas autóctonas en lugares de misión,…

En estos momentos hay 4 líneas que quisiéramos subrayar: la llamada por Claret «Misión compartida», que consiste en compartir la misión con otros sacerdotes y con los seglares parar ir extendiendo el Reino de Dios; la Misión en diálogo -una misión abierta al diálogo con la cultura, con las otras Iglesias cristianas y con las otras religiones, y a la búsqueda de los caminos más adecuados para el anuncio del evangelio hoy en cada lugar-, la Misión solidaria -en el sentido de un compromiso serio por la justicia, la paz, la integridad de la creación y por la promoción de proyectos de desarrollo humano y social en los lugares de misión donde esto es una necesidad perentoria- y una misión en clave vocacional -un modo de hacer apostolado que acompañe a las personas hacia una opción más consciente y personalizada por Jesús y por el Reino, en el que ubicamos también la propuesta vocacional específicamente claretiana cuando se trata de los jóvenes.

-¿Qué comunidades y congregaciones forman hoy la Familia Claretiana?

Josep Maria Abella: Hay cuatro grupos que hacen referencia directa a Claret: los Misioneros Claretianos, las Religiosas de María Inmaculada (misioneras claretianas, fundadas por el Padre Claret y María Antonia París), el grupo de filiación Cordi Mariana (instituto secular) y el Movimiento de Seglares Claretianos, que viven de algún modo la espiritualidad de Claret y su dimensión misionera.

También hay otros cuatro grupos que han nacido a través de misioneros: las Misioneras de la Institución claretiana, fundadas en Vic; las Misioneras de María inmaculada, fundadas en Guinea Ecuatorial; las Misioneras Cordimarianas, fundadas en México, y las Misioneras de San Antonio María Claret, fundadas en Brasil.

-¿Qué retos se plantea la congregación para el futuro?

Josep Maria Abella: Un reto muy fuerte en la congregación es el ir intensificando la comunión en un mismo carisma, en un momento en que la congregación está siendo más multicultural.

Se integran nuevos miembros de África, Asia,… y está siempre la dialéctica de mantener la comunión respetando y enriqueciendo el mismo patrimonio espiritual de la congregación con las nuevas sensibilidades culturales que se integran.

Otros retos dependen del lugar: En Europa vemos como un gran desafío el tema de la indiferencia religiosa y nos planteamos cómo transmitir la experiencia de fe en una sociedad tan marcada por la cultura secularista. No lo consideramos como un dato peyorativo sino como un desafío que nos hace ser más creativos.

En África tenemos muy presente el tema de la inculturación y del trabajo por el desarrollo integral de los pueblos. En Asia, está el tema del diálogo con las religiones, sobre todo, y del servicio a estas multitudes de pobres que viven allí.

En América Latina estamos trabajando en dos campos con mucho interés: la religiosidad popular (para que nuestro trabajo ayude a personalizar más la fe) y el tema bíblico (acompañando comunidades cristianas con proyectos de formación bíblica).

-Como superior general, ¿le resulta difícil mantener la unidad dentro de la Congregación?

Josep Maria Abella: Especialmente difícil no, porque nosotros trabajamos los procesos formativos mucho. Cuando un joven quiere ser claretiano, debe pasar un periodo de formación, que dura de 8 a 10 años por lo menos, en el que se le da la oportunidad de estudiar, pero también de ir asimilando lo que es el alma del Instituto.

Esto se hace a través de encuentros, ya sea de las visitas del Superior o promoviendo encuentros a nivel regional o congregacional con distintos objetivos: a veces dedicados a la tarea formativa, o para los que trabajan en la pastoral educativa,… Así van surgiendo unas líneas comunes que van marcando la identidad de los clareitanos.

-En Cataluña y también en otros lugares del mundo gran parte de su trabajo está dedicado a la editorial, ¿por qué?

Josep Maria Abella: La cuestión de la editorial nos viene por la tradición, que se remonta al mismo Padre Claret, que fundó la Librería religiosa con el obispo Queixal. Entre los libros escritos y editados por él, publicó más de 8 millones de libros y folletos, y eso que la imprenta no iba tan rápida como ahora.

Claret dice que cuando uno predica un sermón, la persona lo oye y se va, pero cuando tú le regalas un librito (él editaba unos libros de bolsillo), el libro acompaña siempre a la persona donde quiera que vaya.     

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