Jesús García Rodríguez, medalla de plata al Mérito al Trabajo

7 de diciembre de 2010
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Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Dedicado a los más necesitados y causas casi imposibles, tras cuatro décadas de trabajo en un barrio salmantino, el sacerdote Jesús García Rodríguez ha sido reconocido con la mayor distinción del Ministerio de Trabajo: la medalla de plata al mérito al trabajo.Un premio que, para el cura, supone "el reconocimiento del trabajo de un barrio marginado que arranca en los años 60" y asegura que su labor está por encima de los colores políticos."Tengo amigos del PSOE, del PP, comunistas y de todas las ideologías, porque al que tengo que pedir, pues le pido". Lo entrevista Roció Blázquez en Abc.

-Un premio de estas características ¿qué supone como sacerdote y como trabajador?

-Supone para mí el reconocimiento de una historia que arranca en los años 60 en un barrio marginado, que entonces no contaba en los planes del Ayuntamiento de Salamanca. Cuando llegué aquí me encontré con un barrio sin los más elementales servicios, con gran paro y olvidado de todos, y me llegó al alma. Recorrí casa por casa para conocer sus necesidades y con la ayuda de voluntarios fuimos poniendo en marcha diversos proyectos que eran de vital importancia para los vecinos, el primero de ellos meter el agua corriente, para lo que tuvimos que picar por nuestra cuenta más de dos kilómetros, 250 o 300 personas los domingos, hasta que conseguimos traer el agua. La mayoría de los niños no iban a la escuela y contabilizamos más de 200 niños mayores de 8 años analfabetos, por lo que esto fue el segundo gran reto que logramos al conseguir una filial de los institutos de bachillerato y por primera vez 110 acudieron a clases con lo que ésto ha significado para su futuro, y así muchos más proyectos con la ayuda de la gente.

-¿Se ha bajado la guardia en el compromiso con los más necesitados?

-En mi caso, en el aspecto caritativo en los años 60, había hasta 700 familias de parados en el barrio, sin ayuda ninguna y les dimos comida y ayuda, pero ahora esto no se puede hacer porque las circunstancias son muy distintas. Desde la parroquia hemos creado un hogar de la tercera edad y la asociación de alcohólicos rehabilitados y drogadicción, que ha sido la primera en España de sus características. Ahora estamos trabajando mucho con los discapacitados. Creo que existe también un compromiso fuerte, aunque quizá canalizado de diferente forma.

-El hecho de que su propuesta para la Medalla al Trabajo haya partido desde la Subdelegación del Gobierno de Salamanca y que haya sido reconocida por un Gobierno socialista, puede llevar a pensar que está más cercano a sus tesis que a la de otros gobiernos anteriores.

-Mi historia fue enviada por parte de una persona que ha participado activamente en toda ella. Me llamaron luego del Ministerio de Trabajo y ha sido una alegría, porque el reconocimiento no es a mí, sino a todo un barrio, a la labor de cientos de personas y voluntarios que han colaborado en los distintos proyectos que desde la parroquia hemos puesto en marcha. Yo tengo amigos del PSOE, del PP, comunistas y de todas las ideologías, porque al que tengo que pedir, pues le pido si tenemos necesidad y hay que ver a las personas por encima de sus ideologías. El hecho de que éste barrio (Pizarrales) haya sido siempre eminentemente obrero, no quiere decir que me hayan concedido esta distinción desde el actual Gobierno por eso. O eso espero y creo yo.

-¿Cómo se llevan la política y la religión en la labor diaria de calle?

-Pues en este caso nos hemos llevado siempre bien, porque aquí nunca hemos buscado el color político, sino defender las necesidades de las personas. Hemos ido a Madrid a reivindicar lo que hemos necesitado en cada momento. Como sacerdote, mi libro es el Evangelio y eso es lo que me guía, y como he dicho anteriormente tengo amigos en todos los partidos, porque ellos han sido respetuosos con nuestro trabajo y yo con el suyo, es verdad que algunos nos han ayudado más que otros, pero eso pasa en todos los órdenes de la vida, ya no solo en política.

-¿Qué necesidades y compromisos debería adoptar la iglesia del siglo XXI?

-En los años 60 en el barrio no se podía construir y todas las casas eran pequeñas y había mucha necesidad de viviendas, por lo que comenzamos con una cooperativa con la construcción de 600 viviendas que fue un servicio fenomenal ya que se pudo acceder a ellas en unas condiciones muy ventajosas. Durante todos estos años, la parroquia ha estado en todo los proyectos del barrio, como autora o como colaboradora. Hoy las necesidades son distintas y estamos incidiendo en la unidad de alcohólicos y drogadicción y sobre todo donde se necesita trabajar mucho es con las personas mayores, que necesitan cariño, compañía y poder satisfacer sus necesidades básicas y no dejarlos solos.

-El hecho de haber desarrollado su pastoral en un barrio eminentemente obrero ¿Ha condicionado su trabajo?

-El camino de la caridad, entendido como el compromiso con los más pobres se puede realizar en muchos sitios. El amor a los más pobres es el camino de la Iglesia y ese es el Evangelio puro y duro. El Papa Benedicto XVI en su encíclica «Dios es amor» dice que «El cristianismo sabe cuando debe hablar de Dios y cuando debe callar para que hable el amor» y esto es lo que yo he intentado hacer, y aquí porque me tocó y porque he desarrollado la mayor parte de mi vida pastoral. En este caso hay que reconocer que el barrio ha luchado por sí mismo, que necesitaba un empujón y yo quizá se lo di, lo que demuestra que con buena voluntad y trabajo no hay imposibles. Se comienza con una gota y que termina con una gran labor.

 

 

Extraido de Religión Digital

    

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