Evangelización en Asia.

Dos obispos de Asia interpretan la evangelización, que de hecho abarca la misión total de la Iglesia. Con la inspiración y la animación continua del Espíritu Santo, la Iglesia proclama de palabra, obra y vida la Buena Nueva de la salvación para todos los hombres en Jesucristo. Su tarea es hacer manifiesto el plan de Dios en la historia y colaborar en llevar a cabo las aspiraciones de la humanidad. Este concepto sucinto de la evangelización en el contexto asiático presupone que la Iglesia misma debe buscar el diálogo perenne, con humildad y amor, con las tradiciones vivas, culturas, religiones y con las masas, cada vez más numerosas, de los pobres en la que ella misma está arraigada y cuya existencia y vida hace suya con alegría. La evangelización, para cuya realización es enviada la Iglesia, es el deber esencial de la Iglesia y la razón fundamental de su existencia.
Desarraigo
La falta de arraigo es lo que caracteriza a todas las Iglesias locales en Asia. Esto no es debido simplemente al hecho de que el Cristianismo se introdujo en la región desde fuera. Por ejemplo, el budismo entró en China, en Japón, en Tailandia, etc. desde fuera; no obstante, no se considera tan extraño el budismo como el Cristianismo. Tampoco es la extra-ñeza del Cristianismo debida al hecho de que profesa una fe diferente. Los asiáticos siempre habían aceptado la diversidad. La principal razón por la que el Cristianismo ha sido visto como extraño es que las iglesias locales en los países de Asia, en general, se han alejado de la corriente principal de la vida de la gente, de su historia, luchas y sueños. Ha faltado la identificación con la gente además de prestarle muchos servicios. Sobre este trasfondo debemos entender y valorar la orientación de la evangelización de Asia.
Diálogo
Si fuéramos a resumir la orientación del FABC ( Federación de las Conferencias Episcopales Asiáticas) en una palabra sería «el diálogo». Alrededor de este punto focal, gira el entendimiento de las Conferencias de los Obispos (FABC) sobre la iglesia y su misión. El diálogo libera a la Iglesia de hacerse una comunidad egoísta y la une con la gente en todas las áreas y dimensiones de su vida. A los ojos de los obispos, el diálogo en Asia debe ser perseguido en tres niveles relacionados entre sí: religiones asiáticas, culturas asiáticas y las inmensas multitudes de los pobres.
Religiones
A través de los siglos, este continente se había caracterizado por su búsqueda de la divinidad y por sus altos ideales éticos. Todas las grandes religiones del mundo nacieron y se desarrollaron en Asia. La visión mundial, la vida e instituciones de las gentes asiáticas están impregnadas por una extraordinaria sensibilidad religiosa y espiritual. Consciente de esto, la FABC desea que la Iglesia tienda su mano a las almas de la gente a través de un diálogo con varias religiones para que se arraigue en la tierra. Los obispos reconocen no sólo el lugar que ocupa la religión en las vidas de la gente, sino también ven su papel desde una positiva perspectiva teológica. En su primera asamblea, los obispos declararon: «En este diálogo, aceptamos las religiones como elementos significativos y positivos en la economía de la salvación de Dios. En ellas reconocemos y respetamos los profundos sentidos y valores espirituales y éticos». Esta positiva apreciación de las otras religiones no es una conclusión trazada de algunas argumentaciones teológicas, sino una actitud y convicción confirmada por un encuentro directo con los hombres y las mujeres que son seguidores de otras religiones. El diálogo con ellos será un «diálogo de vida» que no es lo mismo que las comparaciones de las doctrinas. En vez de definirlos, en cuanto a cristianismo, como no cristianos, los obispos prefieren referirse a ellos como «hermanos y hermanas de otras creencias».
Cultura
Muy relacionada con la religión esta la cultura, en cuyo desarrollo tuvo un papel importante la religión. «Procura compartir cualquier cosa que pertenece a los pensamientos y su lenguaje; a sus canciones y arte». Este viene de que la realización de la Iglesia debe estar bien integrada en la más grande comunidad de la gente, algo imposible de realizar si no se comparte su cultura y su modo de vida.
Los pobres
Otra área muy crítica de evangelización/misión son las inmensas masas de los pobres en este continente. Más de la mitad de la humanidad vive en Asia y el 80% de estas gentes son pobres, hambrientos y oprimidos. A lo largo de muchos siglos y décadas, la Iglesia expresaba su preocupación por los pobres a través de varias obras caritativas y en tiempos recientes a través de un torrente de proyectos de desarrollo. Pero la Iglesia desea ir más allá de esto y hacerse verdaderamente «una Iglesia de los pobres» en su proclamación, testimonio, modo de vida, planificación, decisiones, etc. La opción preferencial por los pobres se ve como acto de fe que se debe cumplir a pesar de oposiciones y conflictos.
¿Qué quieren los pueblos asiáticos?
- Quieren justicia y dignidad. Los asiáticos quieren ser respetados, no despechados; tratados con igualdad y no engañados, que se les hable y trate honestamete, no manipulados; que se les deje descansar y orar con libertad y no amenazados ni obligados.
- También quieren igualdad. No de buenas a primeras sino que les gustaría que el abismo entre los pobres y los ricos se estrechase no sólo en términos económicos sino también en educación, medicina y trato ante los tribunales.
- Quieren participación, es decir, un verdadero compartir de decisiones que afecten su vida. Están cansados de que se les subestime, ignore o tome a la ligera. Cansados de que se les desarraigue de los barrios bajos, «favelas» (tanto en las ciudades como en los pueblos) donde han vivido y se han criado, sólo porque el gobierno piense que sus casas son feas o porque haya algún proyecto -entre el gobierno y alguna multinacional- para levantar centros comerciales y hoteles para las turistas. También están cansados de aceptar cualquier salario que a la dirección se le antoje darles al final del mes -muchas veces ese dinero no es suficiente para mantener una familia-. Se cansan también de ver que tras labrar la tierra durante todo el día, el sudor de su trabajo lo absorban los grandes terratenientes y hombres de negocios que ostentan los títulos y el capital.
- Cuanto estas necesidades y objetivos sean alcanzados emergerá un hambre profundo entre los asiáticos por una vida más comunitaria, no egoísta y no competitiva. Recordemos que la mayoría de los países asiáticos están aún en la vida rural. Compartir, cuidarse unos de otros en tiempos difíciles, enorgullecerse de los éxitos de los «paisanos» -todo esto aún corre mucho por sus venas-. Estos valores comunitarios se ven claramente en las zonas rurales, periferias y desiertos, sobre todo, entre los campesinos, los granjeros, los pescadores, las tribus, la clase baja y los trabajadores en las fábricas. Todo asiático pobre desea una vida más simple, más compartida y más comunitaria.
- Por último el pueblo asiático quieren una vida compartida con Dios. Por naturaleza son religiosos y tienen sentido de trascendencia. Todas las grandes religiones han tenido su raíz en Asia.
Si un grupo de asiáticos se acercara hoy a Jesús y le preguntara, «Señor, ¿qué hemos de hacer para salvarnos?» ¿Qué creéis que les diría? Quizás Jesús lo pondría así: «Descubridlo en vuestras religiones, sentid la presencia de Dios en vuestra historia y la acción del Espíritu Santo, formad y construid comunidades de base, formad grupos de diálogo, comunidades que tengan sentido y relación. Juntad vuestras cualidades culturales y unidlas con vuestras tradiciones y vuestra sabiduría de antaño. Organizaos. Estudiad vuestra situación y cómo resolver vuestros problemas de una forma comunitaria. Insistid en lo que es vuestro por derecho propio como hijos de Dios».
¿Cuáles son las ilusiones y esperanzas del asiático hoy?
Quizás como los profetas del Antiguo Testamento y las primeras comunidades cristianas, sueñen con unas comunidades eclesiales de base, unas comunidades humanas básicas, organizaciones «populares». Las minorías abrahámicas florecerían y poco a poco influirían en las decisiones claves hechas en Asia. Esto no ocurrirá de repente ni fácilmente. Pero algún día ocurrirá... ¡Por favor, Señor! ¡Por favor!
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