Evangelio Seglar para el Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (9 de septiembre de 2016)
PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 11-19
¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros." Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes." Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado."
NOTAS BÍBLICAS
(por equipo coordinador, con asesoramiento de un biblista)
Este texto es la continuación del evangelio del domingo pasado.
Lucas nos recuerda que Jesús está en camino a Jerusalén -a su pasión, muerte y resurrección-, que comenzó en 9,51 y al que aún le queda un capítulo más. Al comienzo de su viaje, los samaritanos se negaron a acoger a Jesús.
Ahora se encuentra con una decena de leprosos, que según la Ley eran impuros y debían vivir apartados (Levítico 13, 45-46). Por eso, no se acercan a Jesús sino que le hablan a gritos manteniendo la distancia. Le reconocen como Maestro. Usan una expresión de piedad con que la que los judíos solían dirigirse a Dios.
Jesús les manda a presentarse al sacerdote que tiene que verificar que están curados y declararlos puros (Lev 13), "como si" ya estuviesen curados. Los leprosos muestran una confianza en el poder de Jesús pues le obedecen, cuando aún padecen la enfermedad; y quedan sanos mientras van de camino.
Al verse sanos nueve de ellos continúan su camino hacia el sacerdote, para ser declarados puros, mientras que uno abandona a los demás y se vuelve dando gloria a Dios a gritos.
Al llegar a Jesús se postra a sus pies, sin guardar ya distancias, y le da las gracias, reconociendo en él así un mediador de Dios, al menos.
Jesús desvela que el que ha vuelto es un no-judío, precisamente un samaratino, mientras que los demás no le han dado las gracias. La actitud del samaratino hace que obtenga no solo la salud corporal sino también la salvación.
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA JMJ
(joven, estudiante, en grupos parroquiales, participante en la JMJ)
Habitualmente comienzo a orar dando gracias por el paso de Dios por mi vida y lo que esto ha supuesto en ella, también doy gracias por todos aquellos que un día apostaron por mi y fueron luz para que yo siguiera este camino. A pesar de todo, creo que no soy todo lo agradecido que debería puesto que también mostramos gratitud con nuestra vida, en los gestos del día a día. Al contrario que el leproso, Jesús me salva a diario a pesar de no dar muestras de mi fe y esto lo hace porque es misericordioso. He sido testigo de esa misericordia, en mi caso inmerecida, que Dios nos regala y que entrega porque simplemente por que es su papel, porque es amor. Parte de esta experiencia tubo lugar durante la JMJ, pues al igual que los diez leprosos yo también fui a encontrarme con Jesús para que me sanara. Es curioso lo reticente que soy en muchas ocasiones a acercarme al sacramento de la penitencia, quizás por vergüenza, a pesar de ser consciente del abrazo misericordioso de Dios una vez recibida la absolución, experimentada en esa sensación de liberación que no es el verdadero objetivo de la reconciliación pero que es inevitable sentirla al saberse perdonado y en paz con el Padre.
DESDE LA MISION
(mujer, soltera, trabaja en ONG-D, pertenece a comunidad cristiana y movimiento laical)
El evangelio de este domingo para mi es una palabra que no me deja quedarme quieta, me llama a la misión de ponerme en camino. Porque Jesús camino de…; unos leprosos que se pararon…; Les dijo: Id…; mientras iban de camino…; se volvió…; Los otros ¿Dónde están?...; Levántate, vete…; cuantas expresiones en este corto evangelio relacionado con movernos, no paralizarnos; y lo mejor de todo esto es que en ese ir y venir, es donde aparece el actuar de Dios. Es donde puedo ver lo que me sucede y le sucede al hermano, lo que sucede a mí alrededor, donde veo cada día donde está el leproso más cercano y también el más lejano.
Se me viene a la cabeza ante este evangelio, que la vida del leproso no era nada fácil, el leproso era totalmente abandonado por la sociedad, el leproso era despreciado, alejado, etc… Y hoy ¿Cuántos leprosos tenemos? ¿Cuántos no pueden ni acercarse a nosotros por muchos y variables motivos? Han pasado muchos años desde que se escribió este evangelio, pero hay tantos hermanos despreciados, abandonados, etc… Hoy mismo, sin ir más lejos, la primera noticia que he escuchado es que en lo que llevamos de año, en nuestro querido Mediterráneo, lugar que nos da tantos y tantos momentos increíbles y maravillosos, han fallecido más 4.500 personas sólo en lo que va de año, y todos sabemos de cuantos no están en esta estadística. Pero esta sólo es una de tantas situaciones que tenemos alrededor cada día de hermanos nuestros.
Por lo que este evangelio me interroga a responderme: ¿me muevo o me paralizo cuando miro a mi interior? ¿Cuándo voy de camino cada día? Pero os digo, que vivo en la esperanza de que otro mundo es posible si cada día podemos “Levantarnos” y movernos. Unos de diez leprosos pudo vivir esta gran experiencia de escuchar: Vete: tu fe te ha Salvado. Y como ningún cristiano nos salvamos solos, le pido al Padre: “Ten misericordia de NOSOTROS”, y que yo tenga misericordia con el hermano en mi caminar de cada día.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Dios Padre Bueno y Misericordioso
te damos Gracias por todos los dones
que Tú no se entrega gratuitamente,
simplemente, porque Tú no amas.
Te pedimos que Tú nos ayudes cada día
a ser siempre agradecidos contigo,
y con todos nuestros hermanos que a diario
nos ofrecen su ayuda y todo lo bueno que tienen.
Te damos Gracias por el don de la Fe,
porque gracias a ella podemos agradecerte
tu Bondad y tu Misericordia con nosotros.
Te damos Gracias y te Alabamos cada día,
Dios Padre nuestro, Bueno y Misericordioso,
porque Tú estás presente con nosotros a diario,
en medio de nuestra vida y de nuestros problemas,
y Tú nos ayudas a afrontarlos y a superarlos con fe.
Ten Misericordia de nosotros y líbranos del mal,
y de nuestra enfermedades producidas por el pecado,
que nos producen envidia, egoísmo, avaricia, ira,
y tantas debilidades y males que intentan alejarnos de Ti.
¡Gracias porque Tú nos sanas el corazón y nos Salvas!
¡Ayúdanos a sanar a los demás con el fuego de tu Amor!
Te pedimos, Dios nuestro, que tengas siempre compasión
y Misericordia con nosotros, y que nunca nos abandones,
para ayudarnos siempre a seguir tu ejemplo de tu Amor
y el estilo de vida que Tú nos enseñas con paciencia,
para ayudar siempre, con disponibilidad y sin cansancio,
a cada persona que necesite nuestra cercanía y ayuda,
para que todos pueda sentir tu Consuelo y tu Misericordia,
a través del Amor con el que Tú llenas nuestro corazón. Amén
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(matrimonio, 3 hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Nuestro trabajo para las misiones, a veces, se asemeja un poco al milagro que Jesús hizo en el camino. Son nuestros hermanos que nos llaman, gente desconocida, despojada de la dignidad que deberían tener pero que carecen de ella a causa del hambre, la miseria, del desprecio de los demás, del empobrecimiento cada vez mayor... Son hermanos que nos gritan desde lejos, no tanto por la distancia sino por que nuestros "impermeables" dejan pasar cada vez menos los gritos de desgarro que no cesan de sonar. Si nuestra sensibilización va siendo educada cada vez más, si nuestra oración interpela nuestra alma, no pasaremos de largo y los atenderemos. Luego emprenderemos una acción de recogida de fondos, mediante una tómbola, una caseta de feria, un roperito, una barra en la cruz de Mayo...nos convertiremos en la mano ejecutora del Señor y, mira por donde, en ese servicio, somos nosotros mismos los sanados, los que encontramos esa la alegría interior que nos hace dar saltos, sentirnos bien interiormente y entrar a formar parte de la comunión con el pueblo de Dios, la Iglesia que vive "la alegría del evangelio".
Pero no todos logramos esa sanación, caemos en el error de buscar ese reconocimiento de los demás, esa palmada en la espalda, corremos a recibir esos aplausos y nos olvidamos de la fuente de la sanación, del Señor... Es por tanto una alegria pasajera, una semilla sembrada en el camino que morirá en unos dias. ¡Qué ilusos somos, cuán torpes, después de tantos años...!
Agradece al Señor la posibilidad que te ha dado para curarte, no seas tonto y orgulloso, sólo has sido un simple servidor y un instrumento torpe en sus manos. La Obra, es fruto de Él, no de tu superioridad ni de tus ocurrencias, es el Espíritu Santo quien ilumina y lleva adelante las cosas...
El fruto final no ha sido lo más importante, que sí, vale, el dinero puede remediar cosas, pero es tu testimonio, la comunión con tus hermanos, tus ganas de volver otro año, de no cansarte de trabajar por los empobrecidos lo que hace que tu corazón de piedra se ablande, que tu "impermeable" tenga cada vez más agujeros para que se empape del sufrimiento y la llamada de los que carecen de dignidad.