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Evangelio Seglar para el Domingo de Ramos (20 de marzo de 2016)

Laiconet -

RIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-23. 56

He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo:
– He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y, tomando una copa, dio gracias y dijo:
– Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.
Y, tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
– Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo:
– Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ése que lo entrega!
Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
– Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel.
Y añadió:
– Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.
Él le contestó:
– Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte.
Jesús le replicó:
– Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.
Y dijo a todos:
– Cuando os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?
Contestaron:
– Nada.
Él añadió:
– Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: «Fue contado con los malhechores». Lo que se refiere a mí toca a su fin.
Ellos dijeron:
– Señor, aquí hay dos espadas.
Él les contestó:
– Basta.
Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
– Orad, para no caer en la tentación.
Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra, y, arrodillado, oraba diciendo:
– Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
– ¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.
Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
Jesús le dijo:
– Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
– Señor, ¿herimos con la espada?
Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.
Jesús intervino diciendo:
– Dejadlo, basta.
Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
– ¿Habéis salido con espadas y palos a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.
Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo:
– También éste estaba con él.
Pero él lo negó diciendo:
– No lo conozco, mujer.
Poco después lo vio otro y le dijo:
– Tú también eres uno de ellos.
Pedro replicó:
– Hombre, no lo soy.
Pasada cosa de una hora, otro insistía:
– Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.
Pedro contestó:
– Hombre, no sé de qué hablas.
Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho; «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él dándole golpes.
Y, tapándole la cara, le preguntaban:
– Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?
Y proferían contra él otros muchos insultos.
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su sanedrín, le dijeron:
– Si tú eres el Mesías, dínoslo.
Él les contestó:
– Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder.
Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso.
Dijeron todos:
– Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
Él les contestó:
– Vosotros lo decís, yo lo soy.
Ellos dijeron:
– ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.]
El senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
– Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.
Pilato preguntó a Jesús:
– ¿Eres tú el rey de los judíos?
Él le contestó:
– Tú lo dices.
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
– No encuentro ninguna culpa en este hombre.
Ellos insistían con más fuerza diciendo:
– Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.
Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro.
Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco.
Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
– Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo:
– ¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.
(A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.)
Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
– ¡Crucifícalo, crucifícalo!
Él les dijo por tercera vez:
– Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.
Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
– Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: «Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplomaos sobre nosotros», y a las colinas: «Sepultadnos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:
– Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Y se repartieron sus ropas echándolas a suerte.
El pueblo estaba mirando.
Las autoridades le hacían muecas diciendo:
– A otros ha salvado, que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
– Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
– ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le increpaba:
– ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
– Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Jesús le respondió:
– Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
– Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Y, dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo:
– Realmente, este hombre era justo.
Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
[Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía.
Era el día de la preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA CUARESMA VIVIDA EN FAMILIA
(matrimonio, trabajan ambos, cinco hijos,  pertenecen a  comunidad cristiana y movimiento seglar)

A través de esta Palabra podemos ver que Dios no se revela en lo grande, sino en lo pequeño y sencillo, no entra en Jerusalen  como conquistador, no persigue la grandeza...se queda con lo pequeño, lo  humilde. Cuantas veces estas actitudes las desechamos en nuestras familias...educamos en el ser alguien, tener un buen trabajo, tener un buen sueldo, reconocimiento por parte de los demás.....y que equivocados estamos!!!. Cuanto de bueno y de bello hay en etas actitudes de humildad, el ser frente al tener, la sencillez, ...no hay que ser grandes profesionales, hay que ser en lo que hacemos realmente buenas personas con un corazón que atraviese el alma....siendo conscientes que a través de estas actitudes trasmitimos a Jesús.
Gracias!!! Feliz domingo de Ramos y Feliz camino hacia la Pascua!!!

DESDE LA MISERICORDIA: DAR DE COMER AL HAMBRIENTO
(mujer, casada, tres hijos, delegada de Manos Unidas,pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Menudo regalo nos deja Jesús !!!
Para mi, la Eucaristía es fundamental en mi vida.
Es lugar de encuentro, en el que  comparto lo vivido en la semana con Jesús. Es el momento en el que  doy gracias y pido por " mis  vivos y  mis difuntos" y especialmente me da fuerza para continuar con mi labor misionera.
Siempre antes de llevar a cabo una actividad misionera, me pongo en manos del Señor y "como una invitada más a su cena", comparto con El, como un buen comensal, todas mis inquietudes, las pongo en sus manos y confío en  que mí tarea tendrá el fruto que debe tener, porque confio plenamente en la fuerza que me da la Eucarística. 

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

¡Gracias, Señor Jesús, por el Amor que nos regalas cada día!
Durante esta Semana Santa queremos “subir a Jerusalén” contigo, Jesús.
Haz Tú, Jesús, que sepamos contemplarte para poder abrir
nuestro corazón a Dios y a los hermanos, como Tú nos has enseñado.
Durante estos días de Semana Santa queremos contemplar
tu Entrega total por el bien de la humanidad y de cada uno de nosotros,
y ver todo tu sufrimiento causado por la injusticia que aún perdura hoy día.
Haz posible Tú, Señor Jesús, que sepamos acompañarte cada día,
compartiendo contigo el dolor de nuestros hermanos que más sufren.
Te pedimos que nos ayudes a alcanzar el don de la fraternidad
al contemplar y sentir tu Mirada de Amor hacia nosotros.
¡Enséñanos a amar como Tú nos amas, Señor, y ayúdanos a cargar cada día
con nuestras propias debilidades, dificultades y problemas,
sabiendo y confiando que Tú siempre nos consuelas y acompañas!
Danos tu Fuerza, Señor Jesús, para que nuestra vida responda siempre
a tu Evangelio y al estilo de vida que Tú nos muestras con tu ejemplo.
Danos, Tú Señor, la valentía necesaria para no huir de nuestra responsabilidad,
en medio de nuestra sociedad, siendo testigos de tu Mensaje de Salvación.
¡Que tu Amor y Misericordia permanezca con nosotros cada día!
Señor Jesús, ayúdanos a compartir nuestra fe con cada una de las personas
que Tú pones en nuestra vida cotidiana cada día. Amén.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
 ¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 2 hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Estos días que ahora nos llegan son eje fundamental de nuestra fe. Es por eso que debemos hacer como cristianos un esfuerzo especial para no dejarnos arrastrar por el ruido que nos rodea (descanso, diversión, tradición, fiesta…), aún estando en medio de todo ello.
Actuemos durante esta semana intentando que no pierda su “apellido” de santa. Quizás nos puede ayudar el tener presentes una serie de palabras clave.
-ORACIÓN: Dedica estos cada uno de estos días tiempo especial a la oración. Retírate como Jesús lo hizo a tu “huerto de los Olivos”. Busca tu espacio personal para ello. Y si puedes en algún momento hazte acompañar como él de alguien más.
-AMOR: Colma esta semana de pequeños actos de amor que esponjen tu corazón y tu alma… No desaproveches ninguna oportunidad que se te presente en el día e incluso busca esas oportunidades de amar. Solo desde lo pequeño podremos aprender a amar a lo grande. Ofrece cada noche a Jesús crucificado esos actos de amor. Será la mejor forma de decirle que le amas.
-DOLOR: Piensa en todos los dolores que hay en el mundo, en cuanto sufrimiento, en cuantos crucificados nos rodean… Hacemos muy poco o nada por rescatarlos. Y nuestra falta de acción contribuye en gran parte a que sean crucificados. Procura tomar determinaciones serias de compromiso y servicio, en consonancia con Aquel a quien seguimos. Y para no dejarlo para mañana, acércate en estos días hasta alguien que esté sufriendo el dolor de la pobreza (por la falta de medios que cubran sus necesidades, por la exclusión social, por la soledad…). Busca la forma de paliar su dolor.
-ANGUSTIA: Date cuenta de aquello que te provoca angustia, que te da miedo. Analiza si te paralizas o enfrentas a esa angustia y sigues adelante con confianza en Dios, dejando que se cumpla su voluntad.
-SERVICIO: Revisa tu vida de servicio. Hazte planteamientos serios, desde la radicalidad que tuvo el propio Jesús. Procuremos estar bien atentos a los que nos rodea, a sus necesidades (de escucha, de apoyo, de ayuda concreta…). Intentemos servir sin quejas. Y si es posible hagamos nuestros, parte de nuestra vida, alguno de esos servicios concretos.
-SEGUIMIENTO: Si no lo haces, celebra la Eucaristía cada día de esta semana santa. No perdamos de vista a Aquel a quien seguimos. Escuchemos su Palabra. Pasemos tiempo a solas con Jesús Eucaristía que se parte y se reparte… El nos acompaña en el camino y nos invita también a darnos…
-NEGACIÓN: Hazte consciente de todos los momentos en los que niegas que conoces a Jesús, que eres cristiano, con tus palabras o con tus actos. Toma determinaciones de aquello que debes cambiar…
-EXPRESIÓN: Las calles se llenan en estos días de esculturas llenas de expresión que nos facilitan adentrarnos con la imaginación en lo que debió sucederle a Jesús de Nazaret. Si tienes la oportunidad, procura aprovechar las imágenes que vas a ver,  para tu vivencia personal de estos días. Haz silencio interior en medio del ruido. Deja que te hable lo que observas. Incluso el propio bullicio, la forma de ir y venir de la gente, puede sobrecogernos asimilarlo a lo que ocurriera cuando el propio Jesús viviera esos momentos tan duros…
Y por último… ORGANIZACIÓN: Para tener en cuenta todas las palabras anteriores y todas las acciones que se nos invita a hacer, preparemos un calendario personal dónde se incluya cada momento que pretendemos vivir, para interiorizar la pasión de Jesús. Llénalo de tus acciones personales, concretas. Todo lo que te ayude a hacer de estos días estímulo para tu fe, vivencia intensa y profunda de ella, amor a Cristo, nuestro Señor.

    
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