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Evangelio Seglar para el Domingo 4º del Tiempo Ordinario (31 de enero de 2021)

Laiconet -

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO- CICLO B

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Marcos 1, 21-28

Enseñaba con autoridad

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le increpó: "Cállate y sal de él." El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen." Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, convaleciente, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Dice el evangelio que Jesús enseñaba con autoridad, entiendo que eso es enseñar no solo con conocimiento sino siendo a la vez coherente, creíble, seguro, veraz, cercano. Son enseñanzas respaldadas con la forma de vida, son los que te enseñan a liberarte de las ataduras que te inmovilizan, los que responde con la verdad simple y llana  sin enredarse en teorías complicadas ni en normas imposibles. He tenido la suerte de tener magníficos maestros, maestros de la infancia, de la adolescencia de la vida adulta, y orando con este evangelio he tenido un recuerdo agradecido para ellos porque me hicieron crecer y madurar en lo humano en lo intelectual y en lo espiritual, en definitiva a ser mejor persona. Sí, muchos ya partieron, pero siempre quedará su recuerdo en mi corazón. Son ejemplos a  imitar y me afano en hacerlo, aunque a veces me equivoque como cuando he intentado enseñar  a mis hijos y a mis nietos no con autoridad sino autoritariamente, imponiendo cuando la paciencia se me agota… hace tiempo que aprendí que hablar con conocimiento es importante pero hacerlo además con el corazón en la mano y la coherencia de vida convence mucho más, porque la autoridad no la da el poder que tengas sino la coherencia de tus actos. Sería bonito que las personas con las que me relaciono me recordaran de esa manera: coherente, creíble, segura, veraz, cercana, generosa.  Pongo especial empeño en que ese sea el testimonio que les deje a mis nietos. Tengo en Jesús el mejor maestro de vida, su manera de actuar no deja indiferente a nadie, es cuestión de imitarlo poniendo en práctica sus enseñanzas.

DESDE UN PADRE DE FAMILIA
(Hombre, casado, padre de dos hijos, trabaja, pertenece a movimiento eclesial)

Mi padre nunca fue una persona de grandes discursos. A decir verdad, era (lo sigue siendo) un hombre de pocas palabras. Lo que mis hermanos y yo aprendimos de él lo fue siguiendo el ejemplo de su actitud y de su comportamiento. Ahí radicaba su autoridad, si entendemos esta con mayúscula.

Del Señor nos cuenta el Evangelio que enseñaba con autoridad y, a estas alturas de mi vida, me siento inclinado a pensar que la autoridad del Señor, sobre todo entre los que le seguían y compartían su vida, radicaba también en su ejemplaridad y su coherencia vital. De Él si que no puede afirmarse, con el refrán castellano en la mano, que una cosa es predicar y otra dar trigo.

Por mi parte, el ejercicio diario de pedagogía que nuestros hijos adolescentes nos obligan a practicar en casa encuentra mucho sustento en la palabra. Sin embargo, cada día estoy más convencido de que, con el paso del tiempo, difícilmente recordarán buena parte de las palabras vertidas en sus reacios oídos y sí, es mi esperanza y la de su madre, la del ejemplo de vida que les hayamos podido dar.

Nuestro afán, también por ese motivo, es que nuestras vidas transparenten al Señor de la forma más fiel posible. No cabe duda de que habrá momentos del día, muchos, en que nuestra limitada paciencia y agotadas fuerzas nos impidan ser siquiera un pálido reflejo de aquel que tomamos como ejemplo, pero seguro que, si mantenemos como norte el de ser sal y luz de la tierra, encontraremos la forma (aunque sea a ratos) de mirarlos y escucharlos con los ojos del Señor..

DESDE EL MANEJO DE LAS EMOCIONES
(Hombre, psicólogo, casado, padre de dos hijos, trabaja,)

Vivimos en un mundo donde no existen mensajes claros, concretos, concisos, donde las opiniones se contradicen, y donde ello no ayuda mucho a vivir. nos venden un ideal, el cual está lejos de la realidad que vivimos, y para vender ese ideal hay que distorsionar la realidad. La distorsionamos para no sufrir, para no sentir algo tan humano como la frustración, la tristeza y la intranquilidad. Pero la realidad sigue ahí. Cuando leemos el evangelio llama la atención como los mensajes son claros y concretos, concisos, en la mayoría de los textos se usa la claridad como mensaje. Los mensajes sencillos, como la figura de Jesús, llegan más lejos que los retorcidos. Quizás debamos aprender algo de ello. ¡Cállate!. Mejor, oir, ver, sentir y pensar antes.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

Señor Jesús, evangelio vivo para todos los que se acercan a ti,
sea cual sea su condición, su estatus, su situación vital.

Señor Jesús, tu presencia compasiva,
tus asombrosas acciones liberadoras
abren espacios de libertad
y de autenticidad inauditos…
porque quitas cargas de yugos internos y externos
con tu energía poderosa de santidad y justicia.

Señor Jesús, tenemos demonios, miedos, opresiones:
somos seres humanos normales…
humanos en una humanidad demasiado humana.
Como siempre.
Como todos.
Así estamos.

En todos los tiempos y lugares
lo no dicho,
lo reprimido,
las heridas hondas
de nuestra afectividad
y nuestra identidad
nos arañan la conciencia
y hacen que nos retorzamos
cuando no nos queda más remedio
que enfrentarnos
a la verdad de nuestra verdad
al sondear el silencio
de nuestra soledad.

Señor Jesús, sabemos que tu presencia
puede sanarnos
puede restaurarnos
puede consolidarnos
en los fundamentos íntimos de la alegría de vivir.

Se llama evangelio.

Tú eres el evangelio vivo
más allá de las doctrinas,
más allá de los reglamentos,
más allá de las picajosas reglas morales.

Miles y miles,
a lo largo de la historia,
dan testimonio elocuente de ello,
con sus obras,
con sus palabras,
son sus presencias.
Son santos,
son profetas,
son creyentes
que nos hablan
de la esencia del cristianismo:
de ti y de tu inagotable fuente de compasión,
de ti y de tu inagotable fuente de liberación,
de ti y de tu inagotable fuente de santidad.

Señor Jesús
sánanos,
libéranos,
santifícanos.

Danos valentía de verdad para acercarnos a ti
desde nuestra real autenticidad.

Danos valentía para querer transformarnos de verdad
en testigos de tu Reino de Vida.

Danos valentía para tomarnos en serio
ser creyentes en Ti,
el Santo,
el Salvador,
el Cristo Redentor
de todo lo oscuro de la humanidad,
esa humanidad tan nuestra.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Y se puso a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?”

¡Cuántos gritos generamos las personas! por necesidad de que se nos oiga a nosotros más que a otros con la pretensión de que el mensaje llegue más alto, aun cuando no siempre es más claro. La causa a veces será sentirnos ofendidos, o incomprendidos, otras veces nos sentimos atacados, o por rivalidad, por egoísmo, por impotencia, por miedo, por afán de destacar… Las razones pueden ser muy variadas. En muchas situaciones necesitamos que se nos escuche, en otras la pretensión es simplemente que se nos oiga. Nuestro párroco en alguna ocasión se ha referido a la comparativa entre un carro, de los de antes, lleno, que rueda silencioso por los caminos del campo, y otro vacío, que se oye desde lejos. Quien está lleno no tiene necesidad de hacer ruido, lamentablemente quien está vacío, varias veces sí para suplir ese vacío con la seguridad que cree que gana por hacerse notar.

Hay una canción muy pegadiza que dice que “el silencio vale más que un grito cuando el grito no es por amor”.

¿Por qué no le pedimos al Señor que nos llene de su paz, y que con su Espíritu nos ayude a entrenarnos en la tarea de sembrar silencio con nuestro ejemplo? Cuando esta semana viva un ataque, respondo con templanza. Cuando vea una situación injusta en la que haya de intervenir, actúo con serenidad. Cuando algo incluso me saque de quicio, mantengo la calma. Cuando alguien esté desesperado aunque vaya contra mí, le escucho. En determinadas situaciones puede parecer muy difícil, aunque merece la pena intentarlo.

Y otra habilidad asociada que puedo desarrollar, tanto si estoy en entornos humanos física o psicológicamente ruidosos o si por mi situación personal vivo en la más tranquila de las calmas, es desarrollar la habilidad de no juzgar, pues si juzgo, estoy gritando, aunque sea por dentro.

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