Evangelio del domingo 14 de marzo, IV de cuaresma
EL EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. "
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contesto: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""
Palabra del Señor
NOTAS BÍBLICAS
(por equipo coordinador, con asesoramiento de un biblista)
Este capítulo, central en Lucas, expone un comportamiento de Jesús que a continuación justifica con tres parábolas (en la liturgia dominical sólo se lee la tercera).
Los judíos más piadosos (escribas y fariseos) critican Jesús que coma con los judíos más perdidos (cobradores de impuestos -o publicanos- y pecadores), como ya hicieran en 5, 29. En esa sociedad, compartir la comida era una ceremonia muy importante, que identificaba socialmente (en el capítulo anterior 14, 7-14 el mismo Jesús da normas a sus discípulos sobre cómo proceder en ellas). Las invitaciones que hace Jesús son muy llamativas y escandalosas.
Lucas explica en tres parábolas que Dios se alegra de encontrar lo perdido, como el pastor a la oveja, la mujer a la moneda, y el padre a uno de sus dos hijos, siendo las dos últimas propias de él. Identifica a los publicanos y pecadores con los perdidos.
La novedad de la tercera es el papel del primogénito, que no participa de esa alegría, negándose a participar de la comida preparada por el padre. Más que a los escribas y fariseos (que propiamente nunca aceptaron a Jesús), Lucas se refiere a los cristianos que se consideran justos por sus acciones.
Ambos hijos esperaban que el menor recibiera su "merecido", por lo que a los dos les sorprende la inusual reacción del padre.
PARA VER
(con permiso del autor, Pachi en www.diocesismalaga.es)

DESDE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(matrimonio, padres de dos niños, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana)
Cuando escuchamos o leemos esta lectura, irremediablemente tratamos de ponernos en el lugar de algunos de los personajes: los padres con respecto a sus hijos, saben y entienden perfectamente y además sienten la alegría del reencuentro, la felicidad de ver al hijo que habían perdido. Los “balas perdidas” esperan ansiosos la oportunidad que sus padres les dan cuando están arrepentidos, pero la mayoría de nosotros sentimos cierta reconocimiento, e incluso ternura por el hijo mayor porque somos un poco como él. Porque estamos allí siempre, en los malos y en los buenos momentos, porque cuidamos de nuestras familias, sin pensar en nosotros, y cuando algunos de estos miembros de la familia, que no ha movido ni un dedo nunca, y encima más, ha “traicionado” a la familia, se ha dedicado a vivir solo y para ellos, sin pensar en nadie más; cuando éstos vienen, el mundo gira a su alrededor, y no hay nadie más importante, que quienes estaban perdidos y vuelven. Qué difícil es el borrón y cuenta nueva, cuando estamos anclados en el pasado. Pero qué fundamental en una familia es vivir mirando al futuro, sin prejuicios, sin pensar en lo que fue, sino en lo bueno que queda por vivir juntos, dando oportunidades y alegrándose porque el amor siempre termina triunfando. Que pensemos siempre como padres, como madres, como abuelos, porque también ellos perdonan, quieren mucho y justifican a sus nietos como nadie. Vivamos el amor, no el rencor y aceptemos siempre el perdón en la familia, como hizo el Padre bueno, el padre misericordioso.
DESDE EL TERCER MUNDO
(matrimonio con dos hijos, voluntario de ONG en país musulmán, trabaja en la misión, pertenece a comunidad cristiana)
En un país distinto al nuestro nos encontramos que tenemos un poco de todos los personajes de la parábola de Jesús. Por un lado, somos hijo pródigo desde un punto de vista estructural: venimos de un país que durante siglos ha estado explotando a otros países llamados “del tercer mundo”. Si ahora estamos aquí trabajando y viviendo es, en gran parte, porque desde nuestro continente se ha llevado a cabo una política de explotación durante años que ha resultado en una situación inestable y vulnerable en este país. Así pues, como el Hijo deberíamos venir aquí con una actitud humilde, dispuestos a servir y no a dar lecciones.
Por otro lado, tenemos un poco de hermano mayor: es fácil estando aquí criticar lo que vemos, la falta de infraestructuras, la precariedad de la sanidad, el tipo de educación de la escuela, la poca implicación del gobierno... y pensar que “es su responsabilidad, allá ellos”, porque nosotros venimos de un país donde ha habido unos logros sociales que consideramos por encima de los del tercer mundo.
Finalmente, tenemos un poco de padre, ya que nuestra intención cuando estamos en un país del tercer mundo es no juzgar a los que están a nuestro lado y nos acogen, querer independientemente de las circunstancias de cada uno y ofrecer un ejemplo de misericordia y de amor a los otros.
Hoy Jesús nos llama a ser Padre, a vivir en este mundo con una actitud abierta y acogedora hacia los que son distintos a nosotros o actúan siguiendo otros patrones.
DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)
¿Alguna vez llegaremos a parecernos al Padre Bueno? Intentamos ser buenos padres. Nos formamos, leemos, asistimos a la escuela de padres, escuchamos, compartimos con otras familias, intentamos aplicar lo que aprendemos, rezamos, tenemos paciencia, ponemos cariño e ilusión en nuestros hijos… pero ¡cuántas veces les fallamos! Este PADRE deja que nos equivoquemos, nos da libertad, nos da lo que es suyo, nos acoge con amor aunque estemos celosos, tanto más nos quiere cuanto más nos tropezamos y nos arrepentimos, sale a recibirnos. Ojalá nuestros hijos experimenten y disfruten ese AMOR del Padre, por medio de nuestro amor más imperfecto y lleno de errores.
DESDE LO SINDICAL
(mujer, casada, con tres hijos, trabaja, pertenece a sindicato, a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Jesús nos sigue enseñando con parábolas: el hijo menor reclama su herencia ¡y pide a su padre la parte que le correspondería con su muerte! ¿Y nosotros? ¿también reclamamos qué hay de lo mío? ¿dónde está mi parte? ¿o como al hermano mayor, nos molesta que otros sean agasajados, reconocidos (desde nuestro punto de vista) “injustamente”?
Miremos nuestras actitudes en el trabajo, con los compañeros, con lo jefes,.. ¿cómo desearíamos que respondieran ante nuestros errores? ¿Cómo respondemos nosotros a los suyos?
PARA REZAR
(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
porque Tú siempre nos acoges y nos perdonas.
Gracias, Dios Padre Bueno, porque tu Amor es infinito
y derramas cada día sobre nosotros tu Gran Misericordia.
Tú, Dios Padre, nos amas sin medida y rebosando tu Ternura
para que nosotros aprendamos de Ti a amar generosamente a todos.
Tú, Dios Padre Bueno, sales a nuestro encuentro cuando nos alejamos de Ti
y siempre que las dificultades cotidianas nos separa de tu Presencia de Vida.
Señor, Tú que eres Dios Padre Bueno y Misericordioso,
no nos dejes caer en la tentación de juzgar a los demás
y de no perdonar los errores que comenten nuestros hermanos.
Ayúdanos Tú a ser capaces de acoger siempre a nuestros hermanos,
y enséñanos a no ser envidiosos ni egoístas, sino generosos con todos.
Ayúdanos Tú, Señor, a no ser rencorosos con las personas que nos ofendan
y no nos dejes caer en la tentación de sentirnos superiores a los demás.
No permitas que caigamos en el error de criticar a los demás,
y enséñanos a saber mirar en el interior del corazón de cada personas
para poder ver todo lo bueno que cada uno tiene, en vez de ver sus errores. Amén.
PARA VIVIR ESTA SEMANA
(matrimonio, tres hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
La parábola del hijo pródigo nos rompe muchos esquemas de nuestra forma de actuar ante personas que se han equivocado en su vida y también ante aquellos que nos ofenden de una u otra forma. A menudo nos vienen a la cabeza juicios para nada alentadores y los expresamos con una frialdad que nos sorprende incluso a nosotros:
“No tiene nada más que lo que se ha buscado”; “…¡Ahora va a venir a contarme películas…¡” “!Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos¡.
Qué distinto es el amor del Padre. Necesitaríamos entender su misericordia para acoger a los otros con el mismo cariño con el que el Señor nos acoge.
En esta semana tratemos de darnos cuenta si actuamos ante los demás como el hermano despechado o bien como el padre que acoge a su hijo querido en su seno. Intentemos “ser padres” del que venga a nuestro encuentro.¿ Es que acaso le vamos a dar una piedra cuando nos pide pan?. Y desterremos de nuestros comentarios esos juicios frívolos ante la vida de los demás, intentando disculpar su forma de actuar, ya que cada persona es única, con sus problemas, con su bagaje de vida, con sus cosas. Disculpar, disculpar siempre, eso haría un padre.
PARA CANTAR
(mujer, casada, una hija, trabaja, cantaautora, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana)
El lunes le hablé al grupo de catequesis de padres que acompaño, sobre el pecado. Les dije que ellos no podrán cometer un pecado que sea tan grande como para que Dios les deje de amar. Y que la iniciativa para volver a Dios, para reconciliarse con Él debe partir de nosotros, y Dios está ansioso por abrazarnos, por darnos todo su amor.
Los que componemos canciones, muchas veces tenemos una inspiración especial de Dios. Es como si Él nos hiciera un encargo de hacer en "nuestro lenguaje" una canción para llegar directo al corazón de los que la escuchan, aunque a nosotros no nos llegue... (porque no es para mí, es para los demás).
Martín Valverde, ha tenido esta inspiración especial, creo que muchas veces. Y es una de esas maravillosas "inspiraciones divinas" la que le llevó un día a componer esta canción. Reflexiónala, pensando en que Dios es ese Padre Amoroso y tú eres el hijo pródigo...
Nadie te ama como yo