Europa debe tomar en serio el problema del hambre

19 de septiembre de 2008
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BRUSELAS, jueves, 18 septiembre 2008 (ZENIT.org).- «Europa debe tomar en serio el drama del hambre en el mundo, y tomar conciencia de que esta situación es insoportable«. Así lo afirmó el nuevo observador de la Santa Sede ante el Consejo de Europa, monseñor Aldo Giordano.

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monseñor Aldo Giordano

El prelado respondía así a través de los micrófonos de Radio Vaticano a la advertencia lanzada ayer en Roma por el director de la FAO, Jacques Diouf, de que el número de hambrientos en el mundo ha pasado de 850 a 925 millones a causa del aumento del precio de los alimentos.

«Estamos demasiado acostumbrados a escuchar estos números sin escandalizarnos ni sufrirlos«, afirmó monseñor Giordano, quien considera que el hecho de que millones de personas sufran hambre es «un escándalo».

Según el prelado, el hambre en el mundo es uno de los desafíos globales que Europa debe afrontar, junto con la contribución a la paz y la defensa del medio ambiente.

«Europa debe tomar conciencia de las responsabilidades que tiene hacia otros continentes: hacia América Latina, con la que tiene un lazo histórico y cultural fortísimo; hacia África por los especiales sufrimientos que está viviendo; hacia Asia, que es el verdadero ’nuevo continente’ y que será el gran desafío del futuro», añadió.

Debido a los efectos de la globalización, se está realizando de facto la «aldea global», explica monseñor Giordano. «En el momento en que todo se juega en la misma casa, nos damos cuenta de que hay un problema de recursos, de energía, de ambiente, de encuentro entre las culturas y entre las religiones».

«Esto exige un salto de calidad: es necesario descubrir una nueva fraternidad; porque estamos más cerca, debemos descubrir que somos hermanos, o nos arriesgamos a un choque: un chique de culturas y un choque de civilizaciones».

Según monseñor Giordano, sólo asumiendo sus responsabilidades «podrá Europa reencontrarse a sí misma, su gran cultura, si gran tradición, reencontrar su identidad».

Los desafíos internos que Europa debe afrontar, continúa el observador de la santa Sede, son «el redescubrimiento del cristianismo, la unión entre los cristianos y la colaboración con las demás grandes religiones».

    

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