Esperanza para los desesperanzados
Las historias de “Los niños perdidos de Sudán” son duras y muy descorazonadoras. “¿Cómo se podía tratar tan mal a unos niños?” me preguntaba, mientras leía diversos libros sobre Sudán. Incluso ahora tras la firma del Acuerdo de Paz y de la existencia de signos evidentes de progreso hacia una calidad de vida más normalizada, el miedo y el maltrato hacia la gente proporcionado por el grupo rebelde que se hace llamar “Ejército de Resistencia del Señor”(LRA) es un preocupación constante en el sector ecuatorial oeste del sur de Sudán, cerca de las fronteras con Congo y Uganda.
Desde la independencia en 1962 Uganda, país muy fértil, ha tenido una larga lista de presidentes de los cuales probablemente el más conocido sea Idi Amin (1971-9). Amin procedía del norte de Uganda y era parte del grupo Acholi que habitualmente ocupada puestos altos en el ejército y tenían mucha influencia en Uganda cuando gobernaban los presidentes del norte. Todo esto cambió en 1986, la junta militar de Tito Okello fue expulsada por Yoweri Museveni desde el sur. Lleva en el poder desde entonces y a las gentes Acholi se les ve como seguidores de los mandatarios previos. Gradualmente ha ido creciendo una resistencia Acholi. Originalmente se denominaba Ejército Democrático del Pueblo de Uganda y después Movimiento del Espíritu Santo. El grupo fue liderado por Alice Lakwena, una mujer que se veía a si misma como una especia de profeta enviada para liberar a su pueblo. Dirigió una revuelta en 1987 pero fue derrotada y huyó a Kenya. De los restos del Movimiento del Espíritu Santo surgió LRA.
El LRA ahora está liderado por Joseph Kony, familiar y seguidor de Alice Lakwena, que se cree poseedor de poderes sobrenaturales y elegido por Dios para convertirse en el nuevo presidente de Uganda. Matthew Hauman escribe:
“Este ejército capta niños mediante el secuestro, a menudo usando la fuerza, atándoles y lavándoles el cerebro con rituales semi-religiosos. Los que llaman al LRA ejército de niños no parecen recordar que los niños que no consiguieron escapar o morir han crecido dentro del ejército, sin conocer nada aparte de tácticas de guerrilla…niños de menos de 10 años son raptados, torturados y virtualmente esclavizados, a veces asesinados y todo esto en nombre del Espíritu Santo”
Los niños son más fáciles de entrenar. Los del LRA son entrenados para ser especialmente violentos, no solo matan sino que además cortan orejas, labios y otras partes del cuerpo para desfiguran permanentemente a las personas. Su actividad se ha extendido desde Uganda hacia el Congo y hace partes del sur de Sudán. Mientras escribo 80 hombres de la zona de de Riimenze, donde está la base de Solidaridad para Sudán, se han ido a Sakure para hacerle oposición al LRA. Ha habido diversos intentos para eliminar al LRA pero ni la acción militar ni el diálogo han sido efectivos.
A unos 20km de la carretera que lleva a Uganda, las hermanas me llevaron a visitar Makpundu, un campo de refugiados de miles de congoleños que han huído de su país. En esos momentos desearía que mis conocimientos de francés fueran mayores para poder comunicarme mejor. Estas gentes han construido sus tukuls (casa nativa local) entre los bosques de teca del sur de Sudán e intentan sobrevivir. Están preparados para trabajar y algunos han sido contratados para construir tukuls de ladrillo con techo de paja para los vigilantes de las hermanas en Riimenze.
Como refugiados, estos congoleños están recibiendo asistencia por parte de Naciones Unidas pero la calidad/cantidad de comida enviada es muy pobre. Las hermanas de Solidaridad con el sur de Sudán intentan ayudar como pueden y les donan arroz de mejor calidad de los fondos comunitarios. Con la ayuda del italiano padre Mario, las hermanas están acercando el tierno amor de Cristo y la esperanza a estas personas que viven tiempos de desesperanza. Como siempre los niños están llenos de vida y los adultos trabajan para protegerles y alimentar su esperanza.
Los niños adoran dar la mano. Creo que el hecho de darle la mano a un hombre blanco que camina sonriente entre ellos les llena de alegría. Algunos de los lugareños sudaneses resienten el hecho de que estos refugiados reciban ayuda de Naciones Unidas y que los desplazados dentro de su propio país no reciban este tipo de asistencia. A menudo hemos comentado el dilema de entregar ayuda que pueda desmotivar el trabajo. En la cultura sudanesa donde son las mujeres las que trabajan, tienen hijos, llevan el agua, cultivan, no es fácil encontrar hombres dispuestos a trabajar.
La hermana Jenny y yo cogimos el todoterreno por unos caminos áridos para recoger la hierba/paja que había sido cortada para los tejados de las casas tukul de los vigilantes. Cuando Jenny, que era la que conducía, nos hizo dar un par de brincos en el coche por la dureza del camino, comenté en tono de broma “mujeres al volante…”, motivo por el cual mi piloto chilena me metió un buen codazo. Los dos hombres sentados en el asiento de atrás se pusieron a reir porque no estaban acostumbrados a ver tal intercambio de gestos entre hombre y mujer. Esto nunca pasaría en la cultura sudanesa. Pagué por mis pecados y me tocó conducir en varios de nuestros viajes y ella decía plácidamente “hombres al volante…” cada vez que dábamos un trompicón- otra vez causando sonrisas en los hombres sentados atrás.
No cabe ninguna duda de que como extranjeros en esta tierra debemos perseverar en tener cierta sensibilidad cultural. Debo confesar que me ha sorprendido leer palabras muy explícitas acerca del tema en el manuscrito de abril de 2009 tras la reunión anual en la Diócesis de Tombura-Yambio. Estas palabras no se referían a Solidaridad para el sur de Sudán pero nos dan motivos para pisar con mucho cuidado:
“Los misioneros son un regalo en término de recursos, material, espiritualidad, etc…Los misioneros también pueden ser problemáticos, molestos y hacer las cosas de forma diferente. Existe un gran potencial de malinterpretación entre la iglesia local y los misioneros. El respeto, apertura y diálogo son las tres llaves maestras que son esenciales en esta relación…Un misionero es un invitado en Sudán…El misionero extranjero siempre verá, hablará y actuará de forma diferente a la gente local a la que sirven. Nunca conseguirán mezclarse del todo con la cultura y estilo de vida y la realidad les puede llevar a malentendidos, tensiones y confusión para ambas partes”
El contexto de estas palabras me hacen pensar que los comentarios no fueron hechos con intención de ser desagradables o desagradecidos pero el mensaje es claro y realista. Soy un invitado en una tierra extranjera. Mi vida nunca será igual a la de la gente que vive aquí. Mi comprensión y entendimiento del dolor y miedos que han afectado a los congoleños y sudaneses con los que me esfuerzo mucho nunca será igual a lo que sienten ellos. La casa grande en la que vivo en muy distinta de sus tukuls, pero eso es algo que hay que aceptar no algo de lo que preocuparse. Las gentes del sur de Sudán siempre me verán con algo de envidia y suspicacia, pero yo también siento ciertas dudas hacia ellos.
Nuestros caminos se cruzan en diferentes caminos de vida individuales. Tengo nuevos compañeros y amigos de otros países lejanos que pueden ser etiquetados como “ misioneros” ( aunque en muchos casos la fe que traemos no es tan fuerte como la que transmiten algunas de las personas aquí) y estoy haciendo amigos entre los sudaneses-lentamente. Esta es una tierra paciente, atemporal con unas perspectivas de futuro apasionantes en medio de aspectos culturales decepcionantes como el trato que se le da a la mujer. La gente tiene tiempo para pensar, rezar, vivir y estar en paz. Los himnos en Misa son rítmicos y largos. La gente aprecia y celebra las cosas sencillas juntas. La mayoría de los lugareños son agradables, amables y abiertos.
Cuando es verdad que la mayoría son amables, es poco agradable ser perseguido a través de un mercado por un hombre joven agresivo con la mirada congelada y drogado de alguna manera reclamándote dinero por ser la única cara blanca a la vista. Siempre me niego y coge laca de uñas y pinta nuestro Toyota según nos estamos despidiendo. Resulta todavía más duro saber que el ejército LRA ha invadido ocasionalmente ciudades importantes tales como Yambio.
El domingo pasado la campana de nuestra iglesia comenzó a sonar de forma inesperada. Cuando la hermana Margaret y yo acudimos a investigar dos hombres jóvenes nos informaron de que se creía que el ejército LRA estaba en la zona. Yo dormí bien esa noche pero muchas de las hermanas no. Al día siguiente nos enteramos de que era una falsa alarma. La seguridad es primordial para todos. La invasión de una estancia de las hermanas por parte de una serpiente también generó inseguridad- aunque esa serpiente en particular dejó de ser un problema para siempre. Hace poco que vimos dos serpientes muertas colgadas del tejado de paja de uno de los tukuls. De ahí que el terreno entorno a los tukuls esté siempre tan ordenado y limpio.
Los sudaneses viven con incertidumbre, y nosotros compartimos esta incertidumbre pero de diferente manera. El hombre blanco tiene más medios para huir del peligro pero menos habilidad para esconderse una vez que el peligro ha llegado. El hecho de que estemos aquí les da esperanza a personas que de otra manera se sentirían abandonados e ignorados. Compartimos lo mejor de su vida y un poquito de lo peor. Somos cristianos juntos, con el regalo de vivir con esperanza eterna.
- "Solidarity with Southern Sudan" (http://www.solidarityssudan.org/)