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El pozo de Jacob XXI

Alfredo María Pérez Oliver -

EL  OCASO  DEL EVANGELIZADOR

Tengo sobrada experiencia del trato confiado que muchas religiosas viven con Jesús, el esposo de su alma. Comenzaré este pozo veintiuno con dos anécdotas que lo demuestran con humor y simpatía. Ambas históricas.

Se trata de una religiosa anciana, con varios achaques de salud: artrosis, asma, corazón fatigado… y va con su andador por un largo pasillo del convento. Su caminar es penoso. Al final del pasillo, se encuentra un crucifijo grande. La religiosa con voz entrecortada, lo mira y exclama: ¡Ay Jesús mío! ¡Tú pasaste mucho, pero no llegaste a viejo!

La segunda se debe nada menos que al ingenio de la Madre Teresa de Calcuta. Un grupo de turistas, matrimonios, no podían dejar de visitar la casa fundacional de las Misioneras de la Caridad. La M. Teresa les  atiende con su habitual talante y los visitantes impactados al despedirse, le pide uno: 

  • Madre déjenos un consejo como recuerdo.
  • Ustedes son matrimonios. Sonríanse siempre.

No agradó tal recomendación. Y uno exclama:

  • ¡Ya se ve, M. Teresa, que usted no está casada.
  • Se equivoca usted. ¡Claro que estoy casada! Y le aseguro que algunas veces me cuesta sonreír a mi Esposo de alma.

Se ha sabido después, la terrible noche oscura de los últimos años de la M. Teresa. Pero al ver su sonrisa nadie lo podía sospechar.

Caminar hacia el  “Santo abandono”

La religiosa que había pisado ya a las orillas de la ancianidad, manifiesta con humor amargo las adherencias que lleva consigo esa etapa final de la vida: soledad, dolores, marginación y un largo etcétera. Pasar del “asentimiento nocional”, como explica el cardenal Newman -un saber teórico- “al asentimiento real” o aceptar y hacer propio la verdad que se sabe en frase del santo Job:”de conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos”, es un largo camino.

El salmista pide comprender la finitud humana:”Señor, dame a conocer mi fin y cual es la medida de mis años, para comprender lo caduco que soy:”(Salmo 38). Pero conprofundidad teológica, avisa Ruiz de la Peña, que ahí no acaba todo: “Dios ha creado al hombre finito con el único propósito de ser Él mismo quien colme su finitud; con la sola intención de reservarse para sí la planificación de su déficit, haciendo saltar las barreras de su limitación. De esta suerte, lo que el hombre es (por naturaleza), se trascenderá hacia lo que debe ser (por gracia).

Poseer un asentimiento real de esa finitud, lleva consigo un largo y doloroso despojo de los apoyos humanos, para poder tener capacidad de llegar a la plenitud en Cristo.

Una escena simbólica

Xavier Beauvois ha sabido filmar una escena  estremecedora en la que los monjes de la película “De dioses y hombres”, viven la dolorosa tensión de un despojo que no pueden rechazar si quieren ser fieles a su vocación.. La escena se desarrolla en el austero refectorio del monasterio cuando los monjes brindan con vino (alusión eucarística), mientras escuchan “El lago de los cisnes” de Tchiakovski. La cámara enfoca uno a uno lo rostros que reflejan la conciencia de que va a ser la última ocasión que vivan su fraternidad. Anticipa el sacrificio de sus vidas.

De la escena simbólica de una realidad vivida, voy a pasar a la presentación que  hizo el Papa Francisco, de tres iconos de este despojo al que Dios lleva, para así colmar el vacío. Y es la experiencia del discípulo que ha muerto a sí mismo para que Cristo Jesús, viva en él, como Pablo les confiesa a los Gálatas (2, 20). “Vivo yo, paro ya no yo, es Cristo quien vive en mí”. Y que quiere llegue a ser definitivo: “Quiero ser desatado para estar con Cristo.”(Fil.1,23)

Tres modelos de despojo.

Las lecturas del día 18 de Octubre ofreció al Papa la plataforma ideal para la homilía sobre tres figuras que Dios no los abandona, pero que no fueron salvados de la angustia final: Moisés, Juan Bautista y Pablo de Tarso. Comenta que todo apóstol tiene un comienzo fuerte, alegre  entusiasta y emocionado con el Dios que tiene dentro: “” ¿No es así? Pero no se le ha evitado el ocaso. Y (¡ojo al dato!) para mí es bueno pensar en el ocaso del apóstol…Se me ocurren tres iconos…Moisés es el jefe del pueblo de Dios, valiente, que luchaba contra los enemigos y también luchaba con Dios para salvar a la gente:¡Fuerte! Y al final está solo en el monte Nebo. Mirando a la tierra prometida, pero impedido de entrar allí.

Juan el Bautista también debe enfrentar una angustia dudosa que lo atormentaba y termina (despojado de todo) bajo el poder de un gobernante débil, borracho y corrupto, bajo el poder de la envidia de una adúltera y el capricho de una bailarina. “”

Me voy a tomar la licencia de ampliar el icono de Pablo, que el Papa resume por los estrechos límites de una homilía.

San Pablo, apóstol de fuego.

El capítulo cuarto de la segunda carta a Timoteo, ayuda a comprender los sentimientos de un apóstol que vive para anunciar la gran Noticia de que Dios nos ama en Cristo Jesús, pero que le llega también su ocaso y no es librado de angustias. Y, por supuesto, menos es abandonado a sus propias fuerzas. “Para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros “(2 Cor.4, 7).

Quiero resaltar las angustias que se añaden a las cadenas y le provienen de traiciones y soledad. “Todos los de Asia me han abandonado” (1,15) “Dimas me ha abandonado por amor a las cosas de este mundo… Alejandro el herrero me ha hecho mucho mal… En mi primera defensa nadie me asistió; todos me abandonaron ¡Que Dios les perdone! El Señor me asistió y me confortó, para que el mensaje fuera plenamente anunciado por mi y lo escucharon  todos los paganos.” (4.16-18)

Sin embargo aunque siente la fuerza de Dios acepta y busca apoyo humano y quiere que vaya Timoteo y que le acompañe Marcos  que le es muy útil para el ministerio. Rectifica la valoración del joven Marcos que provocó la ruptura con Bernabé (Cf. Hech. 15). Nada menos que el Bernabé que dio la cara por él en Jerusalén y lo buscó en Tarso, para dar cauce al fuego apostólico que estaba embalsado en su corazón.

Pero esas angustias no le abruman ni le impiden volcarse en recomendaciones solemnes que merecen una lectura meditada. Ahora sólo voy a insistir en lo que creo más urgente para aplicar a los nuevos evangelizadores: “Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo. Corrige, reprende y exhorta usando la paciencia y la doctrina.  Y le advierte de los peligros a los que debe resistir: “Porque vendrá el tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que , llevados de sus propias concupiscencias, se rodearán de multitud de maestros que les dirán palabras halagadoras, apartarán los oídos de la verdad y se volverán a las fábulas.”

Conclusión

Retiro la que yo había redactado para cederla a la del Papa Francisco: “”Cuando pienso en el ocaso del Apóstol, me viene al corazón el recuerdo de esos santuarios de apostolicidad y de santidad que son las casas de reposo de los sacerdotes y de las religiosas…envejecidos, con el peso de la soledad, a la espera de que venga el Señor a llamar a la puerta de su corazón…¡No nos olvidemos de ellos!

Y no olvidemos todos, ancianos y ancianas que ese despojo entra en el plan de Dios Padre, para que acudamos al Sagrario donde el Dios escondido nos espera.     Cantemos con el salmo 117: “Él es mi fuerza y mi energía. Es, ha sido y será mi fuerza y mi energía.  Él es mi salvación. Es, ha sido y será mi salvación.

Deseo que el cantarillo rebasado, calme la sed con agua fresquísima, a los que la vida les ha sentado en la cuneta.

    
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