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El don de la esperanza

Hno. Bill Firman. Traducción Paula Merelo Romojaro -

Las sonrisas de los niños y sus miradas curiosas son geniales. Observan el mundo con los ojos bien abiertos y todo y todos les resultan agradables. Me encanta guiñar un ojo a los niños de Sudán del Sur. Sonríen y se ríen con mis gestos. Da la impresión de que los guiños no forman parte del repertorio local de técnicas de interacción. Me río con ellos cada vez que intentan, sin éxito, guiñarme a mí.

Al final me he convencido de que no es usual en Sudán del Sur ver a una mujer que no esté cargando o cuidando a un niño. Los abuelos también son parte activa y uno de vez en cuando ve a un niño pasar a las manos de otro adulto –o a veces a las de otro hermano. Los niños ayudan a cuidar a los más pequeños. Está claro que la “producción de personas” es la mayor “industria” de Sudán del Sur. Pero tantos niños son un gran regalo de esperanza. Traen optimismo, calidez y consolidan la familia. Puede ser porque existe una proporción devastadora de 187 niños de cada 1000 en Ecuatoria Occidental que mueren antes de llegar a  los cinco años, mientras que en Italia esa proporción es sólo de 4. Los niños que veo en Sudán del Sur parecen alegres y contentos. Cada generación se renueva con la llegada de nuevos niños que traen a los adultos el regalo de la esperanza y el optimismo. ¿Cuál es el problema? ¡Una oportunidad para encontrar una solución!

El hombre que hay dentro de mí se ha dicho muchas veces a sí mismo aquí en Sudán del Sur: “¿Qué demonios hago ahora respecto a esto?”. En cada crisis, que generalmente suele pasar por prescindir de algo durante un tiempo limitado, suelo recordar las palabras tantas veces repetidas: “¿Qué importará dentro de cien años?”. El ir paso a paso y sin prisas suele traer una solución antes o después. La vida en Sudán del Sur es una enorme llamada a ser paciente en medio de un pueblo tremendamente paciente a quien parece no importarle que los discursos sean largos, las funciones empiecen tarde o las celebraciones litúrgicas duren eternamente. La vida aquí está para disfrutarla. ¡No se trata de una carrera para llegar al próximo momento!

Algunas personas, por supuesto, se enfrentan a enormes retos para mantener su esperanza. Hace poco llevé a la hermana Rosa a Yambio donde tenía que dar una clase de cocina a unas 40 mujeres que estaban de lo más animadas y alegres. Unas cuantas tenían allí también a sus hijos.  La hermana Rosa les enseñó a preparar papaya y a hacer una ensalada de papaya verde. Yo me uní a ellas para el almuerzo, copioso y sabroso –el resultado de lo aprendido en clase. Las mujeres pertenecen al grupo STAR organizado por los Hermanos Cristianos Irlandeses. Al hermano Bill Colford cfc de Canadá le podéis ver en una de las fotos con la hermana Rosa. Todas estas mujeres son seropositivas. Los Hermanos tienen una comunidad en Yambio que trabaja para dar apoyo a las personas afectadas por el SIDA y las que están en riesgo. Otro miembro de la comunidad, el Hermano Julius Oluoch de Kenia, es un profesor muy valorado en nuestro programa de Formación del Profesorado.

Hace poco me reuní con un compatriota australiano, el Hermano Gerard Ellul, el responsable de los Hermanos Católicos Irlandeses en este sector de África.  Los dos manifestamos nuestra satisfacción por la cercanía y la colaboración efectiva entre Solidaridad con Sudán del Sur (SSS) y los Hermanos Católicos aquí en Yambio. Cuando era pequeño, pude constatar la rivalidad existente entre los distintos colegios católicos –y también, sospecho, entre los Hermanos que dirigían estos centros. Quizás se debe en parte a que somos menos hoy en día pero me encantaría pensar que realmente hemos llegado a comprender que lo que verdaderamente nos une es mucho más importante que lo que nos separa y colaborar entre nosotros suele llevar a mejores resultados que competir. De hecho, SSS es un signo magnífico de esperanza en la Iglesia porque es el proyecto de colaboración de las congregaciones religiosas de muchos hombres y mujeres que trabajan juntos para conseguir lo mejor para el pueblo de Sudán del Sur.

Me encanta poder adjuntar una foto de la hermana Margo Delaney, miembro de SSS que ha llegado recientemente, que hace poco terminó su mandato como Superiora General de las Hermanas de la Santa Fe. Aparece sentada con los profesores del colegio del Loreto en Rumbek donde hemos comenzado un programa especial de formación del profesorado diseñado para mejorar las oportunidades educativas de las chicas y mujeres en Sudán del Sur. Este tipo de cosas son posibles si trabajamos juntos con una determinación esperanzada, incluso si tenemos que dejar a un lado nuestras estrechas tradiciones.
 

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