El dilema africano
Hace unos días, nuestra vecina en Juba, la hermana Pushpa, celebró su vigésimo aniversario en África… ¡bastante más que mis simples diez meses!
África es un continente de una gran diversidad cultural. Cuando Ghana permaneció como el único país africano en el Mundial, descubrí que los sudaneses les apoyaban fervientemente como “el equipo africano”. Existe una conciencia general de ser “africano” aunque son unos 54 estados soberanos e independientes los que componen ese “África”.
Sin embargo, frecuentemente, el origen tribal influye más en el estilo de vida que la propia identidad nacional. Algunos dicen que los poderes coloniales dividieron África de manera arbitraria. Realmente fue un sistema arbitrario pues tribus como los Azande, un grupo étnico de más de un millón de personas, se encontraron divididos y formando parte de tres países diferentes. Más aún, muchas de las más de 10000 tribus africanas independientes se vieron forzadas a establecer incómodas alianzas con quienes habían sido tradicionalmente sus enemigos. Estas alianzas pueden ser consideradas oficialmente como un único país, sin embargo, los conflictos continúan, intensificados desafortunadamente por el armamento moderno.
Una entrada en Wikipedia, que a continuación añado, resume mejor que yo la situación de África en la época post-colonial desde mediados de la década de los cincuenta:
‘Hoy, África está formada por 54 países soberanos, la mayoría de los cuales mantienen las fronteras que les fueron dibujadas durante la época del colonialismo europeo. Desde entonces, los estados africanos se han visto frecuentemente afectados por inestabilidad, corrupción, violencia y autoritarismo. La inmensa mayoría de los estados africanos se han constituido en repúblicas que operan bajo alguna forma de sistema presidencial. No obstante, muy pocos han sido capaces de mantener un sistema democrático y en muchos de ellos se han vivido golpes de estado que han dado lugar a dictaduras militares.
Muchos de los líderes políticos del África post-colonial fueron militares con una escasa educación e ignorantes en lo que a gobernar se refiere. La gran inestabilidad, sin embargo, fue resultado principalmente de la marginación de grupos étnicos y de los sobornos de estos líderes. Muchos de ellos, buscando únicamente beneficios políticos, avivaron conflictos étnicos que habían sido intensificados –e incluso creados- por el sistema colonial. En muchos lugares, los militares eran considerados el único grupo capaz de mantener el orden de una manera eficaz y dirigieron por ello muchos de los países africanos durante la década de los setenta y principios de los ochenta. Desde comienzos de los sesenta y hasta finales de los ochenta, África vivió más de siete golpes de estado y trece asesinatos de presidentes. Las disputas territoriales eran también comunes ya que surgían conflictos armados a causa de las fronteras impuestas por los europeos.
Resulta irónico pensar que Sur-Sudán, una de las áreas con peor nivel de vida, atrae en la actualidad a una gran cantidad de inmigrantes de otros países africanos para trabajar. Hay escasez de comer-ciantes en Sudán. Naciones Unidas, y otras Organizaciones No Gubernamentales que vienen a Sudán a ayudar, traen mucho dinero. Existe también participación en los beneficios obtenidos por la explotación petrolífera aportados desde el Norte. Un electricista ugandés me contó hace poco que no hay trabajo suficiente en Uganda, lo que supone que los sueldos son demasiado bajos. Por esta razón, ha venido a trabajar a Sudán donde los sueldos son mejores y sí existe demanda de sus servicios. Se observa un desarrollo evidente en algunas zonas de Sur-Sudán, como la capital, Juba, donde me encuentro actualmente. Hay mucho movimiento de dinero pero, haciendo conjeturas, sospecho que una gran parte sale hacia otros países africanos como Etiopía, Kenia o Uganda, quienes aportan la mayoría de los bienes y servicios aquí.
La independencia y la ayuda económica no son la panacea: pueden ayudar a comenzar a un país pero no traerán prosperidad a menos que ese país se construya, no sobre el beneficio personal de unos cuantos, sino sobre la búsqueda del bien común. La cuestión es si en Sur-Sudán seremos capaces de aprender de los fracasos de otros países africanos y, al contrario que ellos, respetar a los demás tratándolos justamente. Lo que realmente urge es una férrea determinación por la paz y la justicia.
Br Bill