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El dia de la gloria. 498 mártires de la guerra civil elevados a los altares

Por José Manuel Vidal. Religión Digital -
Domingo, 28 de octubre 2007. Roma se vistió de gala para elevar a los altares a los 498 mártires españoles de la guerra civil. Vidas ejemplares segadas por "odio a la fe", pero entregadas por amor a Cristo, en aras de la reconciliación y del perdón. Mártires de la fe, que murieron perdonando a sus verdugos.

“En virtud de nuestra autoridad apostólica, otorgamos la facultad de que sean venerados como beatos a los que, en España, durante el siglo XX, derramaron su sangre por Cristo. Su fiesta se celebrará el 6 de noviembre. Dado en Roma, junto a San Pedro, en el tercer año de nuestro pontificado”. El cardenal Saraiva Martins concluyó así la lectura de la fórmula de la beatificación. En la logia central de la Basílica se descolgó el tapiz con las fotos de los 498 nuevos beatos. Y la plaza de San Pedro, abarrotada, prorrumpió en un caluroso y emotivo aplauso.

Un aplauso sentido, enmarcado por el canto del ‘Christus vincit”. Eran las 10,22 de la mañana. España contaba con 498 nuevos beatos en la gloria de Bernini. Vidas ejemplares de frailes, monjas, curas y simples fieles que entregaron su vida por Cristo, perdonando a sus verdugos.

Lo señalaba el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ante los más de 30.000 fieles congregados en la plaza de San Pedro. “Fueron fuertes cuando fueron maltratados y torturados. Perdonaron a sus verdugos y rezaron por ellos”.

Antes, el propio cardenal de Madrid, la diócesis española con más mártires en esta megabeatificación, le pedía al representante del Papa, cardenal Saraiva, que se dignase “incluir entre el número de los beatos a estos venerables hermanos nuestros”.

Tras el rito de la beatificación, prosiguió la eucaristía solemne con la liturgia de la palabra. Con lecturas escogidas. La primera, del libro del Eclesiastés, decía que “los gritos del pobre atraviesan las nubes”. El salmo 33 se hacía eco de la lectura y añadía: “Si el afligido escucha el Señor, El lo escucha”.

Y en la segunda lectura de la epístola a Timoteo, Pablo se despide de su discípulo: “He combatido bien mi batalla, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe”. Como los 498 mártires españoles que acababan de alcanzar la gloria reconocida por la Iglesia a los bienaventurados.

Con su beatificación, España se convierte en un semillero de mártires, en la primera potencia mundial en santos. Mártires y santos que, como explicó en su homilía el principal oficiante, el cardenal portugués Saraiva Martins, “derramaron su sangre por la fe” y “manifestaron hasta el martirio su amor a Jesucristo y su fidelidad a la Iglesia”.

Según el prefecto de la Causa de los Santos, “el martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe”, porque, como decía Jesucristo, “seréis odiados de todos por causa de mi nombre”.

Pero, “la fe de los mártires vence al mundo” y se convierten en ejemplo para España y para la Iglesia universal. Por eso, el purpurado pidió a los cristianos españoles que, siguiendo su ejemplo, “vivan en plena coherencia con la fe que profesan”.

Convencido de que “la sangre de los mártires que empapó la tierra” será “riego que produzca fecundidad y abundancia de frutos”, Saraiva invitó a los fieles a hacer vida el mensaje de los mártires. Primero y “dado que la verdadera identidad de los cristianos está constantemente amenazada”, viviendo la fe “con coherencia”.

En segundo lugar, ser concientes de que esta coherencia puede llevar, en ocasiones e incluso hoy, al martirio. En tercer lugar, recordar que todos los creyentes “están llamados a la santidad”, porque la “vida cristiana no se reduce a unos actos de piedad individuales y aislados.

Y, por último, el cardenal advirtió que los creyentes están llamados a defender “la dignidad de la persona, la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia fundada en la unión matrimonial una e indisoluble entre un hombre y una mujer, el derecho y el deber primario de los padres en lo que se refiere a la educación de los hijos”. El público asistente subrayó con un aplauso cerrado las referencias indirectas a la actualidad española del cardenal de la Curia romana.

Tras el credo, se pasó a las peticiones de los fieles. Realizadas en italiano, castellano, catalán, gallego y vasco. En italiano, se tuvo presente al Papa, a los obispos que “dieron la vida por su rebaño” y a los religiosos y religiosas. En catalán, se pidió para que los cristianos vivan su fe como “compromiso social y político”. En la leída en gallego, se pidió por los jóvenes “para que sena portadores de esperanza en este nuevo milenio” y para que “el ejemplo de los mártires aliente su vocación al sacerdocio”. En euskera, se pidió por todos los peregrinos.

En primera fila, la representación oficial española, presidida por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, acompañado del embajador ante la Santa Sede, Francisco, Vázquez y por la directora general de Asuntos Religiosos, Mercedes Rico, asi como alcaldes, 8 parlamentarios del PP y 1 del PSOE. Todos ellos envueltos en el clima de reconciliación y perdón que se mascaba en la plaza de San Pedro en la subida a los altares de los 498 mártires de la fe y del amor de Dios.

Entre los 498 mártires que van a ser beatificados, dos eran obispos; 24 sacerdotes diocesanos; 462 religiosos; un diácono; un subdiácono; un seminarista y siete laicos. La gran mayoría eran españoles --salvo cinco-- y tenían entre 20 y 30 años en el momento de su martirio. Respecto a las fechas de su muerte, dos tuvieron lugar en octubre de 1934; 489 sufrieron el martirio en 1936 y siete fueron martirizados en 1937.

Se trata de la beatificación más numerosa de la historia de la Iglesia. En ella se reúnen un total de 23 causas, que fueron iniciadas y llevadas adelante en su momento por las respectivas postulaciones.

Con estos nuevos beatos, serán ya casi un millar -977-- los mártires de la persecución religiosa española del siglo XX beatificados, once de los cuales ya han sido canonizados.

Además, según la CEE, son muchos los casos susceptibles de ser reconocidos en el futuro. De hecho, están ya en marcha los procesos de otros 2.000 casos. Según los datos de la CEE, durante la Guerra Civil fueron martirizados unas 10.000 personas, la gran mayoría sacerdotes y religiosos.

Con esta canonización, los beatos que han subido a los altares durante el Pontificado de Benedicto XVI son 559, en un total de 36 ceremonias distintas, de las que sólo cinco se han llevado a cabo en el Vaticano, debido a las nuevas disposiciones establecidas por Benedicto XVI y según las cuales, se aconseja realizar la beatificación en la diócesis de origen.


Para mayor información recomendamos visitar la página web de la Conferencia Espiscopal Española dedicada a estos 498 mártires:

http://www.conferenciaepiscopal.es/santos/martires2.htm     
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