El ’Día del Niño’, una pequeña alegría para los niños trabajadores de la India.

19 de noviembre de 2007
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Calcuta . India (UCAN) — Prakash Shaw, de 12 años de edad, estaba demasiado ocupado para poder hablar, mientras engrasaba un coche en un garaje de Calcuta el pasado 14 de Noviembre.

(GIF)Cerca de allí, dentro de los muros de una escuela, los estudiantes estaban ocupados celebrando el “Día del Niño”, el aniversario de Jawaharlal Nehru, el Primer Ministro de India. Las escuelas y los grupos de apoyo a la infancia de todo el país organizan en este día actividades culturales y educativas.

Prakah, cubierto de grasa, estaba al principio reacio a hablar. “a Tikki mama (tío) no le agradará demasiado si yo paro de trabajar”, dijo. Tikki es el propietario del garaje que emplea a Prakash y algunos otros muchachos. Ellos le llaman “mama” (tío).

Cuando se le presionó, Prakah se mostro molesto.

“No conseguiré las 15 rupias que necesito para el almuerzo”. El muchacho estuvo de acuerdo con hablar después de echar una mirada furtiva para ver dónde estaba sentado su maestro. Tikki no estaba alrededor. La promesa de una ayuda para su almuerzo, animó al muchacho.

“Mi trabajo es engrasar varias partes de los coches”, dijo, después de limpiar sus callosas manos con un trapo. Por supuesto, no tiene que hacer cualquier otra cosa que Tikki le mande.

Prakash comenzó a trabajar en el garaje dos años atrás. Sus padres le sacaron de la escuela cuando su padre alcohólico perdió su trabajo.

El muchacho ha trabajado para “mantener la cazuela llena en casa”, dijo su padre con franqueza. El hombre, de 49 años de edad también habló a cambio de una propina. El trabajaba por un salario diario en una oficina y recibió algunos avisos por el “pequeño problema” de ir borracho a trabajar. Finalmente, la oficina le echó. Ahora es demasiado viejo para trabajar. Es el momento de que su hijo se haga cargo de las responsabilidades de la casa, dijo de mala manera.

De esta manera, Prakash se convirtió en uno los 100.000 niños que UNICEF estima viven o trabajan en las calles de Calcuta en 2005.

La mitad de esos niños pueden ser trabajadores, dice P.M. Mathew, sacerdote salesiano, que dirige “Asha Nayan” (ojos esperanzados), un centro para niños sin hogar. El sacerdote afirmó que más de 30.000 niños están en la calle desde que se convirtieron en trabajadores.

Prakash ha aprendido muchos trucos del negocio. Uno de ellos consiste en quitar las ruedas cuando traen un coche”. Sus mayores le enseñaron el truco, que ayuda a prolongar el servicio. A mayor tiempo que lleva el trabajo, mayor es la cuenta a pagar, explicó con una sonrisa.

Prakash trabaja doce horas al día, comenzando a las ocho de la mañana, con una hora de descanso para el almuerzo. Junto con el dinero para el almuerzo, Tikki les da 30 rupias al día, que Prakash entrega a su madre. Algunas veces, los vecinos le dan pequeñas propinas por hacer algunos recados.

Parecía alegre y limpio, excepto por su ropa, que reserve únicamente para el trabajo. Las machas no se van, dijo, “porqué debería echar a perder otras ropas?”. La aspereza de las palmas de sus manos eran un signo de su crecimiento, pero para uno de los capataces, Pawan, proceden del manejo de productos hechos a base de petróleo a lo largo del día.

Todo es igual, Prakash dijo que le gusta trabajar porque sus superiores son “amables conmigo”. Tikki a veces le da una bofetada, pero sólo cuando se olvida de alguna cosa.

El domingo, cuando Prakash trabaja únicamente hasta mediodía, es el único tiempo para la diversión. A la tarde ayuda a sus mayores que se reúnen para tomar algo. Prakash les trae cigarrillos y aperitivos. No conoce ningún cine cercano donde proyecten alguna película para niños.

No hace el trabajo del domingo con desgana porque consigue una comida especia de pescado o carne. Los otros días come sólo comida vegetariana, incluso cuando los ingresos son suficientes para comer pescado. El ahorra algo de dinero extra para casa.

Cuando los gritos de los niños de la escuela cercana crecen, Prakash dice con los ojos húmedos, “Me gustaba mi escuela”. La dejó en tercer grado después que su padre no pudiera hacer frente a los pagos. “Me gustaba dibujar mariposas, puentes, edificios y flores”, dijo suspirando. “Podía incluso leer comics”.

Pero ahora no tenía tiempo para recordar aquellos días, dijo, mientras comenzaba a engrasar otro coche.

    

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