DOMINGO DE RAMOS - 16 de Marzo de 2008 (CICLO A)
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EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-27, 66
C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. "¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C. Él contestó:
+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
C. Él respondió:
+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".
C. Él respondió:
+ "Así es".
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:
+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi Padre"
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
+ "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C. Jesús les dijo:
+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".
C. Pedro le replicó:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C. Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. "¡Salve, Maestro!"
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ "Amigo, ¿a qué vienes?"
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que pasar".
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:
S."Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo."
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"
C. Y ellos contestaron:
S. "Es reo de muerte".
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".
C. Él lo negó delante de todos diciendo:
C. "No sé qué quieres decir".
C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".
C. Otra vez negó él con juramento:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquella palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:
S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
C. Pero ellos dijeron:
S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".
Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo dices".
C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
S. "¿A quien queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
C. Ellos dijeron:
S. "A Barrabás".
C. Pilato les preguntó:
S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
C. Contestaron todos:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Pilato insistió:
S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C. Y el pueblo contestó:
S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
S. "¡Salve, rey de los judíos"!
C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C. (Es decir:
+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
S. "A Elías llama éste".
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. los demás decían:
S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
S. "Realmente éste era Hijo de Dios"
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:
S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
Palabra del Señor
DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer,casada,con dos hijas, de baja laboral, enferma de cáncer)
DESDE LOS ABUELOS
(matrimonio, jubilados, siete nietos, pertenecen a grupo de matrimonios)
DESDE LO SOCIAL
(hombre, casado, espera tercer hijo, trabaja, miembro activo de dos movimientos sociales, pertenece a comunidad cristiana)
DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)
DESDE LA ECONOMÍA DOMÉSTICA
(mujer,casada, con cuatro hijos, trabaja en asesoría económica, pertenece a comunidad cristiana)
DESDE LA ANCIANIDAD
(matrimonio,trabajan en residencia de ancianos, pertenecen a comunidad cristiana)
Elige el comentario que quieres leer: Educación de los hijos, Abuelos, Trabajo, Economía, Enfermedad,
Social, Ancianidad.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-27, 66
C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. "¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C. Él contestó:
+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
C. Él respondió:
+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".
C. Él respondió:
+ "Así es".
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:
+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi Padre"
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
+ "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C. Jesús les dijo:
+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".
C. Pedro le replicó:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C. Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. "¡Salve, Maestro!"
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ "Amigo, ¿a qué vienes?"
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que pasar".
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:
S."Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo."
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"
C. Y ellos contestaron:
S. "Es reo de muerte".
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".
C. Él lo negó delante de todos diciendo:
C. "No sé qué quieres decir".
C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".
C. Otra vez negó él con juramento:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquella palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:
S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
C. Pero ellos dijeron:
S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".
Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo dices".
C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
S. "¿A quien queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
C. Ellos dijeron:
S. "A Barrabás".
C. Pilato les preguntó:
S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
C. Contestaron todos:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Pilato insistió:
S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C. Y el pueblo contestó:
S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
S. "¡Salve, rey de los judíos"!
C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C. (Es decir:
+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
S. "A Elías llama éste".
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. los demás decían:
S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
S. "Realmente éste era Hijo de Dios"
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:
S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
Palabra del Señor

(mujer,casada,con dos hijas, de baja laboral, enferma de cáncer)
Esta prueba de amor y de perdón a los hombres sólo puede venir del Hijo de Dios. Me sorprende y envidio la humildad con que Jesús acepta la voluntad del Padre. Me miro en su rostro cuando en los peores momentos de mi enfermedad, yo también le pido fuerzas para aceptar su voluntad. Y lo mejor aún, recibo esa fuerza para seguir luchando, para aceptar ese final que llegará algún día y que tanto le dolía a Jesús como hombre que era, pero sin el cual , no sería posible dar fruto.
Miremos con Fe ese gran premio que Dios nos tiene preparados, igual que el que concedió a su hijo: La Resurrección..
Miremos con Fe ese gran premio que Dios nos tiene preparados, igual que el que concedió a su hijo: La Resurrección..

(matrimonio, jubilados, siete nietos, pertenecen a grupo de matrimonios)
La verdad es que los seres humanos somos volubles en nuestras actitudes. Dios lo sabe y por eso nos perdona y nos ama constantemente, muy a pesar nuestro. ¡Que diferencia del comportamiento del pueblo el Domingo de Ramos con lo que supuso el desenlace de la Pasión!. Vítores y alabanzas desembocan en pedir la liberación de un criminal en lugar de Jesús. Y Pilatos, sabiendo, con absoluta certeza, lo que iban a pedir, ofreció la alternativa y después se lavó las manos. ¡Que hipocresía!.
Señor: ¿Qué pasaría si, después de veinte siglos de conocerte y recibir tus enseñanzas, se te ocurriera venir de nuevo?. No lo hagas, Dios mío, volveríamos a crucificarte y, posiblemente, con mas saña y encarnizamiento y utilizando todo el aparato de las nuevas tecnologías.
Seguimos siendo una mezcla de aquel pueblo y de aquel Pilatos, mal que nos pese, y nos salva el hecho de que tenemos un Dios Justo y no justiciero, que nos conoce del derecho y del revés, sabiendo de nuestras debilidades y fallos. Afortunadamente siempre está al quite.
Te pedimos señor que guíes y atemperes a nuestros nietos en sus manifestaciones, hazlos ponderados y misericordiosos y que esa sea la imagen que nosotros sepamos transmitirles.
Señor: ¿Qué pasaría si, después de veinte siglos de conocerte y recibir tus enseñanzas, se te ocurriera venir de nuevo?. No lo hagas, Dios mío, volveríamos a crucificarte y, posiblemente, con mas saña y encarnizamiento y utilizando todo el aparato de las nuevas tecnologías.
Seguimos siendo una mezcla de aquel pueblo y de aquel Pilatos, mal que nos pese, y nos salva el hecho de que tenemos un Dios Justo y no justiciero, que nos conoce del derecho y del revés, sabiendo de nuestras debilidades y fallos. Afortunadamente siempre está al quite.
Te pedimos señor que guíes y atemperes a nuestros nietos en sus manifestaciones, hazlos ponderados y misericordiosos y que esa sea la imagen que nosotros sepamos transmitirles.

(hombre, casado, espera tercer hijo, trabaja, miembro activo de dos movimientos sociales, pertenece a comunidad cristiana)
De nuevo ante la pasión de Jesús. Cambian los chivatos, son otros los verdugos, pero el crucificado sigue siendo el mismo: Jesús que derrama su sangre en cada pequeño pisoteado, ninguneado. La cruz sigue presente en nuestro mundo cada vez que por cualquier acción humana se rebaja la dignidad o se impiden los derechos humanos más básicos. Y la cruz también sigue presente en este mundo cuando, al seguir denunciando el mal y las injusticias, se sufre el desprecio de una sociedad que ignora a los desvalidos.
Y aún así Jesús fue fiel a su misión de no "bajarse de la cruz" como le pedían entonces. Entonces, como hoy, son muchas las voces que nos dicen: "no te compliques la vida" "disfruta todo lo que puedas y olvídate de los demás", "¿por qué gastar la vida por otros en lugar de vivirla para uno mismo?"
Y es que Jesús se empeño incluso ya en la cruz en seguir luchando contra el odio, perdonando y amando hasta el fin. Eso deseo -hecho vida y carne- de que triunfe el amor por encima de todo odio es lo que me anima a seguir denunciando situaciones que engendran odio, división y a intentar vivir en clave comprometida, solidaria, apoyando toda iniciativaque haga posible un mundo más justo, aceptando la cruz que pueda venir.
Y Jesús nos enseña que vivir así es mas grande que la muerte. Sólo falta que lo vivamos y nos lo creamos.
Y aún así Jesús fue fiel a su misión de no "bajarse de la cruz" como le pedían entonces. Entonces, como hoy, son muchas las voces que nos dicen: "no te compliques la vida" "disfruta todo lo que puedas y olvídate de los demás", "¿por qué gastar la vida por otros en lugar de vivirla para uno mismo?"
Y es que Jesús se empeño incluso ya en la cruz en seguir luchando contra el odio, perdonando y amando hasta el fin. Eso deseo -hecho vida y carne- de que triunfe el amor por encima de todo odio es lo que me anima a seguir denunciando situaciones que engendran odio, división y a intentar vivir en clave comprometida, solidaria, apoyando toda iniciativaque haga posible un mundo más justo, aceptando la cruz que pueda venir.
Y Jesús nos enseña que vivir así es mas grande que la muerte. Sólo falta que lo vivamos y nos lo creamos.

(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)
¿Qué mejor manera de vivir la Semana Santa que participando en ella? Ir a algún oficio, visitar algún monumento, asistir y participar en la misa del Domingo de Ramos, leer algún fragmento del Evangelio de este domingo con los niños, seguido de alguna pequeña oración en familia, comentando con ellos lo que le ocurrió a Jesús, por qué le mataron, y por qué resucitó, son pequeñas acciones que podemos hacer para que vayan acercándose a la experiencia de la Pasión y Resurrección del Señor. Se trata de vivir aquello en lo que creemos, y este es el momento más importante para los cristianos.

(mujer,casada, con cuatro hijos, trabaja en asesoría económica, pertenece a comunidad cristiana)
La crisis económica comienza a dejarse sentir en nuestros alrededores más próximos, hay temores de no poder pagar las cuotas de la hipoteca, una recesión en el consumo diario superfluo que provoca inestabilidades emocionales a las personas con las que convivimos. Nuestras vidas las teníamos montadas sobre los esquemas de este mundo (de los fariseos y de Pilato) y no del que está por venir. Nos cuesta trabajo comprender el reinado que no es de este mundo.
Basta con leer y reflexionar la pasión de Cristo, para comprender que su entrega la debemos recompensar empezando por construir el reino en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestro trabajo, con solidaridad, con consumo responsable y sin lavarnos las manos como Pilato;
implicándonos en la caridad y solidaridad del prójimo y en familia.
Basta con leer y reflexionar la pasión de Cristo, para comprender que su entrega la debemos recompensar empezando por construir el reino en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestro trabajo, con solidaridad, con consumo responsable y sin lavarnos las manos como Pilato;
implicándonos en la caridad y solidaridad del prójimo y en familia.

(matrimonio,trabajan en residencia de ancianos, pertenecen a comunidad cristiana)
Al leer detenidamente el Evangelio de este domingo, hemos pensado en nuestros ancianos. Ellos, como Jesús, se sienten abandonados y maltratados al final de su vida, creen que el sacrificio y la dedicación a lo largo de ella no es recompensado cuando más lo necesitas. Sin embargo, esta sensación de abandono no la llevan igual cuando hay fe, cuando creen que les espara una vida mejor. Esa esperanza se transforma en una alegría que se dibuja en sus rostros cuando llega la hora.
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