DOMINGO 9 de octubre 2005 XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.
DESDE LA ECONOMÍA DOMÉSTICA
(mujer, casada, con cuatro hijos, miembro de comunidad cristiana de matrimonios)
¡Qué insistente es Dios! Nos llama y nos vuelve a llamar, y lo intenta por todos los medios por mucho que le ofendamos.
Nos prepara lo mejor, un banquete para LA BODA: Te invito a que te alegres conmigo.
¡Con lo que cuesta preparar una boda por muy sencilla que sea! No estoy hablando sólo de dinero, sino también de tiempo, de papeleo. Nos regala a sí mismo.
Sólo quiero pensar que cada día esté mejorando mi traje, a pesar de que a veces le hago un siete con mi indiferencia hacia los demás, o se mancha cuando no soy austera con mis gastos.
DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, con una hija, enferma de cáncer, dejó de trabajar)
"Porque muchos son los llamados y poco los escogidos". ¡Gracias Señor por llamarme a mí! Porque la vida contigo es un regalo y se vive de una manera muy diferente si se te acoge. Se vive con amor, con ilusión, con esperanza, con entrega, con caridad porque tú estás en nuestros corazones. Y cuando los problemas aparecen, porque siempre aparecen sean del tipo que sean, en nuestro corazón no sentimos resentimiento, desesperanza, ni amargura, todo es más dulce y aunque sintamos tristeza, esa tristeza está llena de paz. La paz de saber que tú nos has llamado y que nuestra respuesta te llega con alegría y vestidos de fiesta.
DESDE LA EXCLUSIÓN SOCIAL: TRANSEÚNTES
(hombre, soltero, trabaja, pertenece a comunidad cristiana, voluntario de patrulla de calle en ONG católica)
La parroquia a la que pertenezco está situada en un barrio de los denominados de clase "media-alta". Gracias a Dios, la comunidad parroquial está formada por muchos niños, jóvenes y adultos que, de una u otra manera, participamos en las distintas celebraciones, dándole a éstas un aspecto dinámico y bullicioso.
Pues bien, es habitual encontrarse en la puerta de la iglesia a varios indigentes que diariamente apelan a la buena voluntad de los feligreses para conseguir unos “eurillos”. Aunque no se le cierran las puertas, ¿ No resulta paradójico que el lugar en el que deberían encontrarse acogidos y amados, les resulte infranqueable a la mayoría de estas personas? ¿Cómo es posible que los que deben ocupar un lugar preferencial en el banquete no se sientan convidados? ¿ No será que inconscientemente les estamos exigiendo una “invitación”, cuando al Reino estamos todos invitados?
DESDE LA PERSPECTIVA LABORAL Y SINDICAL
(hombre, casado, sin hijos, empleado de empresa; el matrimonio pertenece a comunidad cristiana)
Resulta cuanto menos curioso que te inviten a una fiesta y no aceptes la invitación. Más cuando sabes que la han preparado por todo lo alto.
Si un buen amigo te invita a la fiesta de su boda, te llenas de alegría y aunque no la pueda preparar por todo lo alto te apetece que llegue el día y te diviertes, te lo pasas en grande, y te alegras. ¿Por qué voy sin traje de fiesta cuando me invita Jesús? ¿Por qué estoy en el trabajo como obligado sin darme cuenta de la gran oportunidad que me brinda Jesús de hacer de eso su fiesta? Podría prepararme, ponerme un bonito traje y hacer del día de trabajo una fiesta entablando buenas relaciones con los compañeros, haciendo que nos conozcamos más unos a otros y nos comprendamos, y de paso tratando un poco mejor al pobre ratón que no rueda.
DESDE LA MIGRACIÓN
(matrimonio, sin hijos, se han desplazado a otro país por motivos laborales)
Una de las preocupaciones más habituales de la gente de acá es la cobertura sanitaria. Es privada, no existe la Seguridad Social. Gran parte de la población no tiene para pagarse un seguro o el que tiene es con una cobertura parcial, a veces mínima, precisamente más insuficiente en los casos más graves y de mayor necesidad. En estos días he estado un poco pachucho y acudí a un médico…;bueno, no me hizo falta ni ir al hospital ya que gracias a la póliza española de mi beca, un médico me visitó en casa, con toda clase de atenciones y buen trato… Es este uno de los muchísimos ejemplos por lo que somos afortunados aún sin darnos cuenta. Pero podríamos añadir cientos más de diversa índole: la educación, los valores, la fe… Nosotros, afortunados en tanto y con tantas posibilidades, no lo sabemos aprovechar para bien del mundo. ¡Que fácilmente se nos olvida! Cuan frecuentes son nuestras quejas por todo. Que poca actitud de “fiesta”, de “boda” tenemos. Que ocupado estamos en “nuestros asuntos” que finalmente no nos llevan a nada, no a una felicidad plena.
DESDE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL
(hombre, casado, con dos hijos, trabaja, miembro activo de dos movimientos sociales, pertenece a comunidad cristiana)
Dios nos invita siempre a celebrar y a participar de su Reino que “ya está siendo en la tierra”, aunque no en plenitud. Nos garantiza una y otra vez mediante muchos “mensajeros” que optar por participar en el Reino es una fiesta y un banquete sin igual. Sin embargo, muchas veces no estamos convencidos ni convertidos y nos decantamos por nuestros intereses o “negocios”. Y, como participar en el Reino lleva siempre a la felicidad, nos invita a seguir trabajando (festejando) por su Reino con alegría, con “vestidos de fiesta”.
DESDE LA PERSPECTIVA POLÍTICA
(hombre, casado, trabaja, milita en partido político, concejal electo, pertenece a comunidad cristiana)
Es de bien nacidos el ser agradecidos. Todos le debemos algo a alguien, ya sea un favor, una sonrisa, no sé, algo. Pero no todos agradecemos las cosas de la misma manera, alguno pasamos, o nos creemos con el derecho de sentir que el favor que nos han hecho era obligación del otro. Pues bien, el Evangelio de hoy es bien claro. A los políticos nos eligen los electores, es decir, no podemos darle la espalda a nadie, no sabemos quien es el que nos ha votado. No podemos trabajar con desgana o como si tal cosa. Si hemos sido invitados a participar en la vida pública, debemos de hacerlo agradecidos y con buen ánimo para trabajar. No podemos acudir a nuestro puesto como si tal cosa o sintiéndonos en el derecho de hacer lo que nos de la gana y como nos de la gana.
DESDE LA RELACIÓN DE PAREJA Y VIDA FAMILIAR
(matrimonio, padres de dos niños, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana)
Últimamente entre los amigos que conozco no se habla de otra cosa: de bodas. ¡Qué casualidad! Se habla de bodas en mi comunidad, porque hay algunas parejas que se lo plantean a corto o medio plazo y curiosamente en Noviembre estamos invitados a tres bodas. Y es inevitable que algunas te hagan más ilusión que otras. También es inevitable que en algunas ocasiones te inviten por compromiso. Nuestra boda fue una boda de lo más típica. Es decir, entre invitaciones, banquete, música, detalles para las damas, puros para los caballeros, creo que hicimos todas las cosas que normalmente se hacen en las bodas, pero todo esto nos daba un poco igual. Lo importante y lo que realmente nos importaba, es que a la celebración de nuestro amor, habíamos llamado al invitado más importante: a Dios. Y esto se nota en todas las parejas cristianas que celebran su boda: Dios se siente y está presente, es el invitado principal, lo demás se convierte en pura anécdota y es lo menos importante. Ojalá en todos los matrimonios, siga siendo Él, el invitado estrella y, si no es así, habrá que buscarlo a los cruces de los caminos.
DESDE LA PERSPECTIVA DEL TERCER MUNDO
(hombre joven, soltero, voluntario de ONG en Marruecos, pertenece a una comunidad cristiana)
"Permitidme que os cuente una cosa que me ha pasado esta semana en el trabajo. Resulta que una hermana Franciscana me comenta que hay una mujer, madre soltera, que tiene cuatro hijos, vive en un lugar deplorable y no tiene nada ni para alimentar a sus hijos ni para cuidarlos; tan solo gana algo de dinero cuando sale y "hace la calle" (con perdón), de ahí que tenga ya cuatro niños. Las hermanas le dan a los cinco el desayuno, el almuerzo, algo para la cena, ropa y algo para pagar algunos gastos. Me pidieron el favor de meter a los tres niños mayores en el Centro, y viendo la situación dije que si, que viniera y habláramos. Siendo que me tiré toda la mañana esperando que viniera para hablar con ella y no apareció. Hablando con la hermana luego llegamos a la conclusión que va a ser difícil que esta mujer entre de buena forma en el proyecto, pero que por los niños merece la pena empezar y bueno, quien sabe, puede que cambie y enderece un poco esa historia que tiene. Y todo esto viene a colación con el Evangelio a que uno puede llamar y llamar al banquete, esforzarse por meter varios niños más cuando ya está el plazo más que ocupado; e incluso puede ocurrir que vengan a la boda sin traje, sin preparación, sin motivación alguna, es decir, que una vez aquí no hagan las familias el esfuerzo por adaptarse e involucrarse en el proyecto. Pero una cosa está clara, Dios va a salir a los caminos y cruces para buscarnos, una y otra vez; por lo que nosotros hemos de hacer lo mismo con los hermanos y hermanas, sobre todo con los niños y mujeres peor tratados de esta sociedad."
Perdón por la extensión de esta semana, pero creo que es una vivencia que merece la pena, prometo no alargarme tanto más veces. Gracias y buen trabajo.
DESDE LA VIVENCIA ECLESIAL
(hombre, casado, trabaja, espera un hijo)
Desde esta perspectiva para mí resulta muy intenso el cuestionamiento sobre el “banquete” y la invitación al mismo. Ante todo me surgen incesantes planteamientos acerca de esa invitación y sobre la apertura y la acogida, la llamada y la búsqueda de invitados. Como digo, sobre todo me sobrevienen preguntas, pero también descubro para mí varias líneas de conducta: este banquete nuestro, esta Iglesia que hacemos nosotros, debe ser una fiesta abierta, todos deben tener cabida, todos deben recibir invitación, debemos preocuparnos de llamar y animar a todos a entrar en nuestra fiesta en nombre del Padre; que no tiene por qué ser exclusiva ni excluyente; cabe todo el mundo en esta casa; pero todos somos responsables de estar adecuadamente “ataviados” para atender la invitación. Así que la atención a la invitación pasa por la preparación personal, por nuestros vestidos; sin embargo a priori a todos nos llama Dios, pero con el cometido de ser dignos invitados, en respeto y valores. Y sin duda, yo sí soy capaz de apreciar en estas letras evangélicas un mandato muy actual, una respuesta a muchas cuestiones de hoy. Y también me pregunto al respecto: ¿me estoy preparando adecuadamente para ese banquete o sólo me preocupo de estar invitado?. En tiempos de diversidad, de pluralidades, tengamos claro que el Padre se reserva el derecho de admisión, y que nosotros podemos invitar en su nombre pero él es el único anfitrión, y nosotros que somos Iglesia y nos sentimos Iglesia también debemos prepararnos para el banquete.
EVANGELIO : DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Año - A) 9 de octubre de 2005
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo (22, 1-14)
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.
" Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda."
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?"
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
"Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes."
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»