DOMINGO 24 de Junio 2007 - NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA ( CICLO C )

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel. 

“Esta semana nos podemos fijar en Zacarías, viendo su retorno al habla, su curación desde dos puntos de vista. El primero sería pensar que si en un primer momento desconfió, no creyó, dudó de la Palabra de Dios, y por eso perdió el habla, es decir, perdió la capacidad de comunicarse de hermano a hermano, de hijo a Padre y sobre todo de compartir las maravillas del Padre bueno en su vida. Solo cuando creyó, cuando demostró ante sus familiares que ese hijo venía de Dios, ahí volvió a recuperar el habla y todo lo que conlleva.
Otro punto de vista es desde la aceptación de la voluntad de Dios y el llevarla a cabo. Cuando Zacarías cumple esta voluntad, hace de corazón lo que Dios le propone, ahí  es cuando es capaz de hablar de verdad. No palabras huecas, sino con la hondura que da estar en plena sintonía con el Dios de la vida.
Todo esto, trasladado al Hogar, nos lleva ver y sentir que cada vez que no creemos, que no confiamos en Dios y su Palabra y lo que El nos pide que hagamos, nuestra capacidad de diálogo, comunicación, transmisión de los valores que debemos hacer llegar a todos se ve y siente muy mermada y muda. Por todo esto nuestra confianza y fe en Dios y que es El quien encamina, guía y sostiene este proyecto, ha de incrementar cada día.”

"El Señor le había hecho (a Isabel) una gran misericordia". Dios hace brotar la vida de una anciana estéril, mostrándo así su inmensa misericordia. Si nos dejamos alcanzar por esa misericordia, nos convertimos en precursores (como Juan) de una tierra nueva. Creo, sinceramente, que en España, en los últimos años, están naciendo realidades que cambiaran nuestra forma de entender y actuar en la economía (Fiare, Coop 57, Oikocredit, Economía de comunión, empresas solidarias, consumo responsable...) y que serán precursoras del Reino tan querido por nuestro Padre. El amor que Dios nos tiene y que se refleja en la misericordia, nos hará empujar al mundo en este sentido.