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DOMINGO 15 de Julio de 2007 - XV DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

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Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.


EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"
Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"
Él contestó: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo."
Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida."
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"
Él contestó: "El que practicó la misericordia con él."
Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo."

Palabra del Señor

DESDE EL TERCER MUNDO
(hombre soltero y matrimonio compartiendo casa, voluntarios de ONG en país musulmán, trabajan en la misión, pertenecen a distintas comunidades cristianas)
"Ante una llamada tan clara a la misericordia y la caridad, entendidas siempre desde Dios, que es entenderlas desde lo que hace bien al hermano y nosotros mismos; desde aqui vemos que el Hogar es un sitio privilegiado para practicar el Amor verdadero. Pues en el no faltan las dificultades, los problemas e incluso los momentos de duda fuerte. Pero gracias a El, que sigue dia a dia animando este Hogar, contamos con la fuerza necesaria para abrir la puerta  y mirar a la cara del que viene pidiendo algo, aunque no se le pueda ayudar.
Asi, mirando a la cara y no rehuyendo el problema, no dando un rodeo ante el que tenemos en frente, asi hacemos lo mismo que Jesus. Estamos llamados e invitados a que esta sea nuestra actitud vital y nuestra manera de evangelizar: mostrar a todo el que venga a nuestra puerta que, aunque no se le pueda dar nada material, por lo menos la palabra y la atencion, el amor de la escucha, la tendra".

DESDE LOS ABUELOS
(matrimonio, jubilados, siete nietos, pertenecen a grupo de matrimonios)
Jesús en el evangelio de hoy nos hace una maravillosa síntesis de la pedagogía de la salvación. El letrado esperaba, quizás, una disertación ilustrada y extensa a la pregunta que hace a Jesús, mas él, que bien podía haberlo hecho, se limitó a remitirlo a la ley: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y al prójimo como a ti mismo. El ejemplo del hombre apaleado, ignorado por el sacerdote y el levita y socorrido por el samaritano, (con los que, por cierto, los judíos se llevaban fatal), es revelador de en lo que Jesús quiso hacer siempre hincapié en sus enseñanzas: lo que en definitiva nos va a salvar es solo y exclusivamente EL AMOR, a Dios y al prójimo. Nuestra única solución es ver, siempre, el rostro de Dios en nuestros semejantes.
Es triste observar, en estos tiempos que nos ha tocado vivir, cómo con la venida de emigrantes a nuestras tierras, jugándose, casi siempre, la vida en el viaje, existan esos brotes de xenofobia en un país que hasta hace bien poco tuvo que buscarse el sustento fuera de nuestras fronteras, por parte de un importante núcleo de población. Debíamos recapacitar sobre nuestro comportamiento, teniendo en cuenta que son seres desvalidos, que desconocen nuestro idioma, que encuentran una sociedad hostil, que, en la mayoría de los casos, queda frustrada la ilusión que traían de que encontrarían un trabajo nada más llegar. Seamos samaritanos y no sacerdotes y levitas.
Señor, ayúdanos a inculcar a nuestros nietos, sentimientos de solidaridad y desprendimiento para con todos los que sufren, cualquiera que sea ese sufrimiento, que jamás podrán decir que aman a un Dios que no ven si no aman al prójimo, al que ven.

DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)
La historia del buen samaritano, cuando la oímos, normalmente hacemos destinatarios de nuestras supuestas buenas intenciones a gente anónima que nos podemos encontrar por la calle, un mendigo, algún vecino o compañero de trabajo, pero ¿por qué no considerar prójimo a los que tenemos más cerca? ¿por qué no esforzarnos en hacer el bien particularmente -sin sobreproteger- a los nuestros?
Hace poco hubo una noticia que conmocionó a España. Una familia con niños pequeños resultó víctima de la explosión de una bombona de gas. Murieron la madre y los niños. El padre se encontraba ausente en ese momento. En unas declaraciones suyas, alentaba a todos los lectores a escuchar, abrazar y disfrutar de nuestros hijos como si fuese la última vez que lo hiciéramos.
Nuestros hijos tienen que saber que nos importan. No debemos quedarnos en el “ah, son cosas de niños”. Creemos que deben sentirse acompañados y seguros, y con libertad para ser ellos mismos.


DESDE EL TRABAJO
(matrimonio, ambos empleados de empresa; pertenecen a comunidad cristiana)
¡Qué lógica y aplastante es esta lectura!¿Acaso no es lógico ayudar a los demás? ¿Acaso no me pongo yo en la situación del necesitado? A mí me han cuidado mucho, comenzando por mis padres, mi mujer, mi familia, mis amigos, incluso gente cuyo nombre desconozco. ¿Por qué no hago yo lo mismo? Y es que cuando me ayudan a mí o cuando veo que alguien lo hace por otra persona me parece lo más natural del mundo, es como debemos actuar, pero cuando me toca hacerlo a mí no resulta tan fácil hacerlo.

En mi trabajo, como programador informático, hace falta cierta preparación que muchas veces no tenemos y hay que estudiar (¡vaya siempre en casa, la empresa no gasta su tiempo en formarte!) para conseguirla, hace falta constancia y cierta agilidad mental. Se puede considerar un trabajo intelectual, en el que hay que usar la mente, y muchas veces,o no estamos preparados o necesitamos más práctica. En esos momentos necesitas a alguien que te eche una mano. Yo he estado en esos momentos en que tienes que terminar un trabajo y no te ves capaz, y cuando llega una ayuda se agradece. Ahora veo a un compañero así, con falta de preparación, experiencia y necesitado de ánimo para trabajar, pero aunque sé que debo ayudarle veo mi volumen de trabajo y evito dedicar mi tiempo a él dedicándoselo en su lugar a otro compañero con más preparación, que precisa de menos tiempo y hago que sea éste el que explique al primero, pero dentro de mí sé que debería ser yo el que dedique tiempo para explicarle las cosas, aunque dedique "más tiempo de la cuenta".
Quizás sería más fácil si confiara más en Dios y no tuviera como primera mira el poco tiempo que tengo para terminar todas las cosas, sino a las personas.
 

DESDE LA ECONOMÍA GLOBALIZADA
(hombre, casado, con dos hijos, trabaja, miembro activo de dos movimientos sociales, pertenece a comunidad cristiana
Somos el projimo de otros si "practicamos la misericordia con ellos". He ahí un criterio sencillo para saber si estamos viviendo según la Ley de Dios, la Ley del Amor. Por tanto, como cristianos deberemos empujar para que a nivel personal, local, nacional y global todos los comportamientos económicos tengan como centro y sentido el prácticar la misericordia con aquellos que están en los márgenes del camino. Y hay muchos caminos para hacerlo, es cuestión de plantearnos seriamente qué apoyo o dejo de apoyar con mis actuaciones económicas.


DESDE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(matrimonio, padres de dos niños, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana)
Sé que parece obvio, sencillo y natural que, en un matrimonio, el primer prójimo sea el otro cónyuge. Para los esposos, es fácil ocuparse del otro, cuidarle, vendarle las heridas y gastar lo que sea necesario, dinero, tiempo, amor, generosidad, vida para atenderlo y ser misericordioso. Sin embargo, hay ocasiones en donde se torna más difícil y por ello también, más maravilloso hacer vida esta Palabra en el matrimonio. Es el caso de unos esposos que llevan muchos años casados, ella está gravemente enferma, una enfermedad que la deja sin razón, sin recuerdos, sin memoria, en donde no reconoce al que siempre ha sido el amor de su vida y sin embargo, él la cuida, la ama y la protege, a pesar de lo ingrato que es, como si fuera la primera vez que la vio, la primera vez que le prometió que la amaría en la salud y en la enfermedad, todos los días de su vida. Es una situación que nos alienta, que nos pone los pelos de punta y nos hace sentir que Dios es la unión indestructible que une a esos esposos. Sólo pido que en las circunstancias de nuestra vida, como matrimonio, si alguna vez, nos vemos malheridos, feos, cansados, llenos de las arrugas que dan los años y sus sinsabores, que cuando la vida nos muela a palos, no demos un rodeo, sino que actuemos de la misma manera que ahora lo hacemos, es decir, que sea obvio, sencillo y natural amarnos.


PARA REZAR
(hombre, casado, trabaja, con un hijo)

Señor, que sepa descubrir a mi prójimo, que no pase de largo;
que no sólo lo mire, sino que lo vea, que no sólo lo oiga, sino que lo escuche…
Porque en él estás Tú, y en mi hacer con él se testimonia mi auténtico “ser cristiano”.
Que sienta, Padre, que a través de mi relación con el prójimo vivo la verdadera dimensión de tu Palabra,
y que en el prójimo te presentas y me esperas…
En ellos aguardas mi respuesta, en mi fe está la fuerza para actuar, y permaneciendo en Ti se ablanda mi corazón para ver,
escuchar y acompañar al prójimo.
Cada persona, cada circunstancia, es una invitación a amar y a actuar al estilo de Cristo… Ayúdame, Señor, a tu vera, en tu paz,
a no pasar de largo, ni dejar escapar la oportunidad de amar, y de exprimir el sentido de tu Evangelio.     
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