DOMINGO 11 de septiembre 2005 XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.
DESDE LA ECONOMÍA DOMÉSTICA
(mujer, casada, con cuatro hijos, miembro de comunidad cristiana de matrimonios)
Perdonar cuando la cajera del supermercado hace mal las cuentas y al revisar tienes que volver.
Perdonar cuando el técnico de la lavadora tarda una semana en venir y encima no la deja bien.
Perdonar en el ayuntamiento cuando después de una larga cola ya es tu turno y al funcionario (es su tiempo y su derecho) se le ocurre ir a desayunar.
Perdonar cuando solicitas una subvención y al formalizarla siempre te falta algún papel.
Perdonar al cartero cuando en vez del paquete nos trae directamente el aviso de llegada.
Perdonar todas esas pérdidas de tiempo que también son gastos en nuestra economía.
Perdonar en todas esas pequeñas cosas de cada día para poder aprender a perdonar en las grandes.
Practicar el perdón ¡Qué gran reto!
DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, con una hija, enferma de cáncer, dejó de trabajar)
No recibido.
DESDE LA EXCLUSIÓN SOCIAL: TRANSEÚNTES
(hombre, soltero, trabaja, pertenece a comunidad cristiana, voluntario de patrulla de calle en ONG católica)
Debo sentirme afortunado por poder experimentar la misericordia de Dios en el encuentro con los hermanos que, por desgracia, y cada vez en mayor número, malviven en nuestras calles.
A pesar de haber descubierto que mi vocación y misión está en y junto a ellos, la rutina y los quehaceres diarios me conducen a desatender a estas personas y a emplear mi tiempo en otros asuntos ciertamente no tan importantes. Sin embargo, y pese a tener sobrados motivos, jamás he recibido reproche alguno por parte de ninguno; más bien todo lo contrario. ¿Acaso no es la muestra inequívoca de que Dios, en mi debilidad, me perdona hasta setenta veces siete?. Sólo cabe sentirse agradecido primero, porque con su perdón me dice que me ama y confía en mí y segundo, porque desde la propia experiencia me responde a la pregunta que, al igual que Pedro, le formulo: ¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano?
DESDE LA PERSPECTIVA LABORAL Y SINDICAL
(hombre, casado, sin hijos, empleado de empresa; el matrimonio pertenece a comunidad cristiana)
Ya a casi todos se nos han terminado las vacaciones. Cuesta volver a coger el ritmo, pero se nota mucho el descanso, es más fácil afrontar los ritmos acelerados, el trato con los clientes, con los jefes y con los compañeros. Es más fácil perdonar.
Muchas veces no tengo que perdonar al compañero que me ha ofendido, en la mayoría de las ocasiones el que me \"ofende\" es el compañero que no trabaja como yo, o que, simplemente, me pide ayuda, me pide que tenga paciencia con él y que le enseñe a hacer algo que nunca ha hecho. Y es que en el trabajo el tiempo es oro y no se puede gastar más tiempo que el estrictamente necesario para terminar la tarea asignada. Me meto en esta dinámica y me \"ofende\" que la persona que tengo al lado me pida que le dedique un poco de tiempo. ¡Cuánto tengo que aprender de algunos compañeros que siempre, siempre que yo les pido ayuda y tiempo me responden con mucha generosidad y una sonrisa!
El Señor me pide que comience este curso con una sonrisa.
DESDE LA MIGRACIÓN
(matrimonio, sin hijos, se han desplazado a otro país por motivos laborales)
Perdonar las ofensas�La deuda externa de muchos países en vías de desarrollo no se corresponde con �pecados colectivos� cometidas por sus ciudadanos, sin embargo ellos lo sufren directísimamente y ¡en qué medida! Condonar la deuda externa�perdonar la ofensa que no es ofensa�Y que poco nos importa este asunto, y que poco nos interesa saber cual es la propuesta en este aspecto del partido político al que votamos, y que poco le exigimos a los gobiernos para que se interesen por el asunto, y que poco nos indignamos y cabreamos cuando ni siquiera cumplen la mitad de lo prometido�
DESDE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL
(hombre, casado, con dos hijos, trabaja, miembro activo de dos movimientos sociales, pertenece a comunidad cristiana)
La historia de los movimientos sociales está llena de grandes momentos, pero también de muchos errores. Quizá una de las \"ofensas\" más prejudiciales para la venida del Reino que se comete desde los movimientos sociales es ir cada cuál a lo suyo y no unirse para plantar cara a un modelo de sociedad que crea dolor, miseria e injusticias en serie. Bastantes veces prevalecen pequeñas diferencias que nos parecen esenciales, sin darnos cuenta que es mucho lo que nos une y poco lo que nos separa. Uno de los signos de arrepentimiento y conversión que debiéramos mostrar es unirnos a las luchas, campañas, actos, etc, que desde muchos colectivos se organizan para la transformación de nuestro mundo. En este sentido el \"movimiento por una justicia global\" (mal llamado \"antiglobalización\"), puede ser una oportunidad para aunar esfuerzos en torno a una causa común. Lo importante es unir y no dividir, sumar y no restar.
DESDE LA PERSPECTIVA POLÍTICA
(hombre, casado, trabaja, milita en partido político, concejal electo, pertenece a comunidad cristiana)
El otro día, un amigo mío, me reprimió por hablar no muy bien de los políticos a lo largo de mi andadura con este comentario y ello porque él también es político y os lo digo de verdad, no es que sea masoca ni me guste tirar piedras sobre mi tejado, es que en realidad el político por desgracia, el que dicen que sirve, es aquel que dice lo que quiere que hagan pero hace lo que le da la real gana. Ese es caso del sirviente que hoy nos presenta el Evangelio, falso como el solo. Pero, gracias a Dios los políticos no somos todos así, ni son solo así los políticos, ¿alguien tira la primera piedra?. Por eso me dicen que yo no ganaré nunca unas elecciones. Yo desde que soy persona responsable (total, antes de ayer) siempre trato a los demás como quiero que me traten a mi y eso lo exporto a todas las facetas de mi vida y por supuesto a mis labores de Concejal.
DESDE LA RELACIÓN DE PAREJA Y VIDA FAMILIAR
(mujer, casada, madre de dos niños, trabaja)
Una vez escuché que amar significa no decir jamás lo siento. Yo no puedo estar más en desacuerdo con esto. Con lo maravilloso que es pedir perdón de corazón y ser perdonado o perdonar sin más. Mi marido dice que en toda comunidad hay que perdonar tres manías que tenga el otro, sin justificarlas. Y es que convivir es muy complicado si no se tiene compasión del otro (qué bonita palabra ¿verdad?: �com��pasión� Pasión por el otro). Además, en estos días hay un acontecimiento especial en nuestra familia: Nuestro hijo empieza por primera vez el colegio, en el mismo colegio en el que estudiaron sus padres, y aunque nuestras familias son las que nos hablaron de Dios, lo cierto es que gracias a ese colegio, nosotros somos seguidores de Cristo y formamos parte de una comunidad cristiana. Qué maravillosa casualidad: el director del colegio empezó pidiendo perdón a todos, humildemente y de corazón. Deseamos y es ésta nuestra oración en estos días: que ojalá nuestro hijo sepa encontrar el sueño que Dios tiene para él, sea cuál sea.
DESDE LA PERSPECTIVA DEL TERCER MUNDO
(hombre joven, soltero, voluntario de ONG en Marruecos, pertenece a una comunidad cristiana)
\"Quizás lo que hoy expreso y me surge al orar este evangelio es un tanto general, pero siento que uno no puede perdonar de verdad el hermano si antes no se perdona a sí mismo, si no se aprende a hacerlo y se hace de corazón y ante el Dios que nos regenera en todo momento. Y es importante saber perdonarse para así poder encontrarse con la Gracia que Dios pone en la vida y corazón de cada uno y así poder dejarle a El actuar y saberse capaz de hacer lo que El pide, como por ejemplo afrontar un curso, una misión y un trabajo de verdadera entrega por El a los hermanos a través del Evangelio, sin que venza el desánimo, el agobio y los miedos. Si fundamental es perdonar al hermano tantas veces, importante es también saber perdonarse otras tantas\".
DESDE LA VIVENCIA ECLESIAL
(hombre, casado, trabaja, espera un hijo)
Cuántas excusas ponemos y nos ponemos para suavizar nuestra falta de compromiso eclesial, nuestra pereza a la hora de vivir coherentemente...Y sin duda una que resulta ser la disculpa estrella tiene mucho que ver con la dinámica convivencial, con las relaciones interpersonales, con las afinidades con un miembro de la comunidad, con un sacerdote... Y es entonces cuando más latente se hace nuestra falta de misericordia, nuestra falta de madurez; frente a la propuesta del Padre, basada en un testimonio de perdón, de entrega generosa y sin reservas, nosotros nos mostramos a veces claramente intransigentes con nuestros hermanos, hasta el punto de servir esto para apartarnos de compromisos parroquiales o para escondernos de nuestras responsabilidades como cristianos en nuestra vida cotidiana. Y ante eso yo propongo desde los valores evangélicos la dinámica de la mirada hacia arriba, hacia el Padre, de ponernos en sus manos, y confiar en su fuerza y su presencia; todo esto antes que esa mirada necia e interesada hacia el lado, hacia el que nos amarga o desagrada, que debe tornarse en comportarse con los demás como quieres que se comporten contigo, y esa es la receta evangélica que merece la pena experimentar.
EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo (18, 21-35)
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:
-«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
-«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
\"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.\"
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: \"Págame lo que me debes.\"
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:\"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.\"
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: \"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?\"
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
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