Desde Buenafuente, comentario al VI DOMINGO DE PASCUA. (17 de Mayo de 2009).

En el Evangelio de hoy se nos ofrecen las expresiones más íntimas de Jesús para sus discípulos, a quienes desea manifestarles el amor que siente por ellos antes de que sucedan los acontecimientos de la Pasión. En este tiempo litúrgico, en que nos disponemos a celebrar la Ascensión de Cristo a los cielos, las podemos escuchar en clave de testamento.
Sin desear extrapolar las palabras del Señor, ni quitarles el sentido que tienen en el contexto de toda la lectura, se percibe, sin embargo, que algunas se quedan en la memoria como sentencias que, al recordarlas en circunstancias de prueba, acompañan especialmente.
“Vosotros sois mis amigos”. “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo”. “Ya no os llamo siervos”. “Soy yo quien os he elegido”. “Que mi alegría esté en vosotros”.
Te puedo asegurar que, si das crédito a estas palabras, si las dejas entrar dentro de ti, si las meditas al tiempo de ir caminando o estando en casa, si las haces oración, ensancharán tu alma y respirarás con más sosiego, por la confianza que prestan y la alegría que producen.
¡Jesús nos llama amigos! ¡El Espíritu Santo ha sido derramado sobre nosotros! El amor que Dios nos tiene no depende del que nosotros le tenemos. Él es amor. Él nos ama primero, sin condiciones. Él no puede dejar de amarnos. Él no hace distinciones. Él nos ha enviado a Jesucristo para demostrarnos el amor que nos tiene.
Ahora comprendemos mejor las palabras de Juan: “Amémonos unos a otros”, y las de Jesús: “para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure”.
El salmista pone en nuestros labios las palabras espontáneas, que surgen, que surge ante el conocimiento de la voluntad divina, manifestada en su Hijo, por la que hemos sido llamados a ser de los suyos, del grupo de los creyentes, de los amigos de Jesús, elegidos por Él, para ser testimonio de su verdad y de su amor.“Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”.
El amor de Dios es misionero, el amor de Dios siempre envía. La noticia de que somos amados de Dios debe ser fecunda. El Espíritu Santo, Amor divino, se derramó también sobre los gentiles. Siéntete amado, amigo, elegido, y anuncia, ama, sé signo de la Buena Noticia de Jesús.
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