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COMENTARIO SEGLAR AL EVANGELIO DEL DOMINGO 9 DE SEPTIEMBRE DE 2007. XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

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EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,25-33
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.”
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.”

DESDE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(matrimonio, padres de dos niños, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana)

Hay que reconocer que esta lectura no nos gusta mucho. Parece que se habla de sacrificio, de renuncia. Miles de interpretaciones se han hecho, tratamos siempre de suavizarla. Y es que tenemos que ser honestos: somos lo más importante de nuestra vida, cada uno es del otro, lo mejor que “posee” y en ocasiones, nos sentimos como la cantidad de gente que acompaña a Jesús pero no le sigue. Aunque, no podemos ser negativos, ni falsamente humildes; repasando nuestra vida matrimonial y familiar, son muchas las ocasiones en las que Jesús está por encima de todo lo demás, en las que el servicio a los demás, el estar disponible a los otros, hacer la voluntad de Dios y no nuestra voluntad, nos lleva a priorizar otras situaciones a las de nuestros hijos y a nuestros padres y, sobre todo, a nuestro matrimonio. Es difícil mantener el equilibrio ¿qué es más importante: mantener a nuestra pareja intacta por encima de todos y de todo o estar disponible siempre y bajo cualquier circunstancia a cambio de hacer mella en nuestros tiempos, en nuestros espacios, en nuestra relación familiar?

DESDE EL TERCER MUNDO
(mujer, soltera, profesional, seglar del tercer mundo, comprometida con la promoción de su pueblo, pertenece a grupo cristiano)

En los países del Tercer Mundo existe una gran desigualdad social. En nuestras calles y nuestros campos se puede ver la gran diferencia que existe entre unos cuantos muy ricos y la gran pobreza de la mayoría.

Ninguna persona que diga amar a Jesús puede estar ciego ante el dolor y la injusticia; los apegos exagerados a las personas que amamos y a los bienes materiales impiden un encuentro verdadero con la propuesta de amor, misericordia y vida de Jesús. Es conveniente que seamos capaces de mirar el mundo que nos rodea, ver cuantas personas sufren soledad, pobreza, discriminación… Es posible que en nuestras manos o nuestros labios se encuentre la voz de aliento o el aliciente que ofrecerá apoyo y calidez al que lo necesita.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, enferma de cáncer, pertenece a grupo cristiano)

¿Cómo se puede odiar a tu madre, a tu padre, a tus hermanos o a tantas personas que se supone que te quieren, en situaciones tan duras como una enfermedad, que es cuando más las necesitas?

¡Cuando es todo lo contrario! Necesitas que estén ahí a tu lado ayudándote, dándote el cariño que tanto necesitas en esos momentos dificiles. Es cuando se cumple la palabra: “Coge tu cruz y sígueme”

Eres tú y el Señor, porque sólo Él te hace fuerte y ves que lleva toda tu vida. Y ¿como coger la cruz? CON LA ORACIÓN. Porque te puedes sentar a calcular, a comprar algo, a hacer planes en tu vida. Pero cuando te dicen en un solo minuto de tu vida sin esperarlo, que tienes un cáncer, eso no se puede calcular ni pasar por mente humana, es un zarandeo tan tremendo el que te llevas, que si no estás apoyada en la oración cada día, es imposible llevarla con paz y alegría,y es donde te despojas verdaderamente de todos tus bienes.

DESDE LO SINDICAL
(mujer, casada, con dos hijos, trabaja, pertenece sindicato y a grupo cristiano)

“El que no renuncia a todo…. incluso a sí mismo,…” En la acción sindical también es necesario dejar los intereses personales en segundo plano, buscar lo que es más justo, lo que afecta a un mayor número de compañeros o al que en sus circunstancias personales está más desprotegido o necesitado, incluso aquello que beneficia a la empresa (no necesariamente al empleador)… Sin estos cimientos todo lo que construyamos no será fruto del servicio a los que nos han elegido como su representante.

DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)

Unos de los valores que a nuestros hijos les cuesta entender son los de la austeridad, la renuncia y el ahorro.

A los niños les hacía ilusión desde hacía tiempo el disfrutar de unas bicicletas. Por una razón o por otra (falta de espacio o que no entraba en el presupuesto…) siempre se posponía la satisfacción de ese deseo. Este ha sido el verano de las bicicletas. Conseguimos cuatro: unas prestadas, otra comprada, otra regalada. Han disfrutado hasta la saciedad mañana, tarde y noche. Pensamos que este disfrute respondía no sólo al hecho de poder montar en ellas, sino como premio a su paciencia habiendo renunciado a ello durante tiempo, por haber “ahorrado” hasta conseguirlas.

Si esto ha dado resultado con algo material, ¿cuánto más resultado dará si quien nos pide que renunciemos es Jesús para ser discípulos suyos?

DESDE LOS MÁRGENES DE LA JUSTICIA
(matrimonio, con un hijo, trabajan ambos en tribunales de justicia, pertenecen a grupo cristiano)

El mensaje de Cristo en este evangelio nos dice que renunciemos a todo si queremos seguirlo.

Desde luego la “justicia de Dios” no tiene nada que ver con la justicia de los hombres. ¿Renunciamos en la tierra a aquello a lo que tenemos derecho, a lo que nos corresponde?. La maquinaria y la lógica de la justicia terrenal nos lleva a actuar de forma “civilizada” pero no siempre cristiana. Por eso cuando en alguno de los juicios a los que he asistido veo como hay personas que se perdonan, que no quieren nada contra la contraparte y que ya han solucionado su conflicto por via amistosa, me alegro, porque aun siendo minoría hay gente que prefiere aplicar la Ley de Dios .

DESDE LO SOCIAL
(hombre, casado, con tres hijos, trabaja, miembro y directivo de movimientos sociales, y de grupo cristiano)

A veces también nosotros nos sentimos en el ámbito de la fe como ese hombre del Evangelio que “empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. En mi propia experiencia, a menudo ello se debe a considerarme excesiva y equivocadamente protagonista de mi historia personal y, por ello, no cederle al Señor el papel principal y la iniciativa que siempre debería corresponderle.

En esa dinámica de conversión en la que estamos como discípulos pueden surgir muchos obstáculos. Sin duda el apego a los bienes, a las personas y a los propios proyectos es uno de los principales. Pero si Cristo es en verdad el Señor de nuestras vidas sería un contrasentido que no lo fuera de nuestros bienes, y de nuestros proyectos. Debemos pues esforzarnos por ahondar en la conciencia de ser meros administradores de sus dones y, por ello y como es lógico, debemos estar atentos a lo que nuestro Señor desea hacer, para ponerlo en práctica diligentemente.

En el mundo de hoy la realidad social que nos rodea grita de injusticia y de necesidad. A veces, alguno de esos gritos nos interpela especial y personalmente, nos urge a una respuesta y una toma de posición. Y no siempre lo hacemos según el Señor nos pide. Este pasaje de las exigencias del discipulado nos invita a reflexionar sobre aquellas ocasiones en las que, en la vida de cada uno, hemos antepuesto nuestros bienes y nuestros propios proyectos a los planes que Cristo tenía en su dinámica de construcción del Reino.

Yo le pido perdón al Señor por esas veces en las que no le he seguido como me pedía, y le pido que me conceda la atención y la disponibilidad necesarias para reconocer y responder a sus planes.     
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