Comentario seglar al Evangelio del domingo 13 de junio
EL EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36-8, 3
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora."
Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo que decirte."
Él respondió: "Dímelo, maestro."
Jesús le dijo: "Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?"
Simón contesto: "Supongo que aquel a quien le perdonó más."
Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente."
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama."
Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados."
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?"
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz."
Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
NOTAS BÍBLICAS
(por equipo coordinador, con asesoramiento de un biblista)
Nos encontramos con un relato y un sumario (éste no es de lectura obligada en la misa). Ambos protagonizados por mujeres, lo que resulta llamativo en aquella sociedad.
No sabemos quién es la anónima mujer "pecadora" del relato (no hay dato alguno para suponer que sea María Magdalena, la cual sí es nombrada en el sumario). También desconocemos su pecado (no necesariamente ha de ser prostituta, como se suele dar por sentado).
Las acciones que la mujer realiza con Jesús (soltarse el pelo, ungir y besar sus pies) sí pueden dar lugar a equívocas interpretaciones por parte de los comensales.
El relato presenta dos modos de ver un mismo hecho y de considerar a una persona: el del fariseo y el de Jesús. Simón ve a una pecadora y Jesús a una mujer agradecida a Dios. Se lo explica con una parábola de la que el mismo fariseo saca la conclusión: ama más a quien más se le perdona.
Resultan difíciles de leer los versículos posteriores, sobre todo el 47 que la liturgia traduce así: "Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor". Si se entiende que se perdona a la mujer a causa del amor que ha mostrado antes, entonces se contradice con la parábola. Pero se puede entender: Porque está mostrando mucho amor podemos decir que ha sido perdonada en mucho.
En este caso, persiste la dificultad a continuación, pues Jesús le dice que sus pecados están perdonados. ¿Es una constatación de que ha sido perdonada por Dios? Los convidados interpretan que Jesús la está perdonando, y lo hace después de mostrar su amor.
Lo importante es que ven que Jesús se arroga la capacidad de perdonar, algo que sólo puede hacer Dios -mostrándose así como Dios-, y por ello se preguntan: ¿Quién es éste?
PARA VER
(por Pachi en www.diocesismalaga.es)
COMENTARIOS DE SEGLARES
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)
¡Cuánto amor debemos poner en nuestra vida! No nos es fácil perdonar. Cuando creemos que tenemos razón, ¿quién se baja del burro para perdonar? Nos cuesta mucho. Y nos suele costar más si es algún miembro de nuestra familia: cónyuge, hijos, padres,… Sin embargo, sentimos una gran alegría en nuestro interior cuando vivimos el perdón hacia el prójimo y hacia nosotros mismos. Los hijos aprenden de los mayores. Cuando perdonan y se sienten perdonados. Porque nos toca, en nuestro camino de cada día, estar en los dos bandos, como fariseos y como pecadores. Entrenémonos en el amor, en el perdón, acercándonos en familia al sacramento de la reconciliación que tanto bien nos hace cuando lo recibimos.
DESDE LOS ABUELOS
(matrimonio, jubilados, ocho nietos, pertenecen a grupo de matrimonios)
San Lucas nos presenta a un fariseo y a una mujer. El “justo” y la “pecadora”, En el centro JESUS DE NAZARET.
La mujer ama. El fariseo piensa mal, desprecia a la mujer por su condición y a Jesús `por la acogida que le da. En el fondo, por la soberbia de creerse un “bueno integral” (sentimiento que “padecemos”, desgraciadamente, en bastantes ocasiones, muchos cristianos), desconoce el fracaso de sentirse pecador despreciado y la esperanza de recuperar la certeza de sentirnos, nuevamente, en el camino de la salvación tras la alegría del perdón.
Jesús sale en defensa de la mujer. Sus pecados están perdonados, porque ha visto que tiene mucho amor. El fariseo, al no dar señales de amar a Jesús, cree que se le ha perdonado poco.
Con el perdón viene la reconciliación y su primer fruto, LA PAZ.
Jesús nos invita, nos anima a un cambio de vida. Cuando ve arrepentimiento y fe nunca nos niega el perdón y la paz.
A veces (como el fariseo), nos creemos justos, sin “mancha” de mal alguno y despreciamos a los pecadores, manteniéndonos alejados de ellos. Somos muy dados a estar con los “nuestros”, con los que piensan “como yo” y pocas veces nos mezclamos con los otros. Esta manera farisea de ver las cosas está incrustada, fuertemente, en nuestra sociedad actual.
San Lucas nos transmite, hoy como ayer, una primera enseñanza de Jesús en parábolas. Ya los doce iban acompañados de unas mujeres. Algunas de las cuales han sido curadas por Él. Todas sirven y ayudan económicamente a la comunidad. Te pedimos, Señor, que ilumines a los jóvenes y niños para que acojan en su corazón tu Palabra, que no se desanimen ante tanto mal como perciben alrededor de sus vidas a través de los medios de comunicación, que sepan acoger al mas débil y a nosotros dirigir su mirada para que se fijen en tantas personas de corazón noble y generoso como existen en el mundo y que son constantes en ser y en obrar.
PARA REZAR
(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Dios Padre Bueno y Misericordioso, te pedimos perdón
por cada uno de nuestros pecados y miserias.
Tu Amor nos salva porque en cada Encuentro contigo
salimos renovados, y tu Misericordia siempre triunfa.
No permitas nunca, Dios Padre nuestro,
que nuestros pecados nos alejen de Ti.
Haz Tú que seamos capaces de reencontrarnos contigo,
a pesar de nuestros errores y equivocaciones,
para poder ser perdonados por el Amor que Tú nos tienes.
¡Gracias por tu Gran Amor y por tu infinita Misericordia,
que nos enseña a perdonar y a amar a los demás!
Padre Bueno y Dios nuestro, enséñanos a ver en cada persona
el amor que es capaz de dar a los demás, y haznos capaces
de reconocer todo lo bueno que cada uno tiene en su interior.
Dios Padre Bueno, no nos dejes caer en la tentación
de juzgar a los demás, ni de opinar sin antes conocer tu Verdad.
Padre y Dios nuestro, sólo Tú puedes enseñarnos
a estar dispuestos a amar antes que a juzgar.
Ayúdanos Tú, Padre Bueno, a mostrar gestos y actitudes
que hagan que nuestra convivencia sea amable y grata con todos.
Ayúdanos Tú, Padre Misericordioso, a practicar el amor, el respeto,
la comprensión, el perdón y la misericordia con cada persona,
para ser capaces de transformar y mejorar nuestra sociedad. Amén.