Claves para discernir la marcha de la globalización.

23 de mayo de 2007
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ROMA, martes, 22 mayo 2007 (ZENIT.org).-En cuanto a principios cristianos, el modelo actual deglobalización fracasa, pero se pueden rescatar determinadoselementos que, adecuadamente potenciados, pueden conducir a otraglobalización, la de la solidaridad, apremia el secretariogeneral de «Caritas Internationalis» (CI).

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Globalización

Duncan MacLaren aportó este martes, en Roma, su experienciaa la sesión de estudio «La Santa Sede: una cara deotra globalización – El trabajo por la Justicia yla Paz», organizada con ocasión del 60ºaniversario de la federación «PaxRomana» (www.paxromana.org).

Y lo hizo trazando el perfil de CI, «una de las mayores redesde ayuda humanitaria y de desarrollo del mundo», comoconfederación de 162 agencias católicasorientadas a tal objetivo, que desarrollan su labor sindistinción de religión, raza, creo uorientación política en más de 200países y territorios.

CI, expresión socio-pastoral de la Iglesiacatólica, también contempla, segúnprincipios cristianos, el actual modelo de la globalización,y de ésta constata su fracaso, expresó MacLaren.

Un análisis -en primer lugar- desde «laopción preferencial por los pobres» obliga aconsiderar que, aunque se han producido algunos avanceseconómicos, de alfabetización y de expectativasde vida en países anteriormente pobres, «elnúmero de personas que viven con menos de undólar al día en esta era de laglobalización de la economía aúnsupera los mil millones», recordó.

Y «veintiocho mil niños mueren cada díapor causas relacionadas con la pobreza», denunció.

En segundo lugar advirtió que «cualquier sistemade globalización que lleve a laexclusión» -como está ocurriendo-lesiona el principio «de unidad de la familiahumana».

Por su parte, la aplicación del tercer principio, el del«destino universal de los bienes de lacreación», buscaría seriamentecómo gestionar el bien común de la comunidadglobal de forma que los derechos de todos se respeten.

Pero, siguiendo a MacLaren, «el sistema deglobalización en marcha ha llevado a una mayorconcentración de la riqueza en menos manos, con un 60% de lapoblación del mundo subsistiendo con el 5,6% de surenta».

«También ha llevado a un menor acceso a la toma dedecisiones -añadió-, no sólo respectoa ciudadanos, sino a la participación de paísespequeños o débiles en institucionesmultilaterales».

La alternativa es la «globalización de lasolidaridad», una expresión –retomadapor MacLaren- con la que Juan Pablo II buscaba definir la forma decontrarrestar los efectos perjudiciales del fenómenoglobalizador, sustituyéndolo con la «cultura de lasolidaridad que dé prioridad a las necesidades de losmás vulnerables».

«La doctrina de la opción preferencial por lospobres enseña que los efectos de la globalizacióndeben medirse no por cómo los ricos se han convertido entales, sino por cómo se ha fomentado la dignidadhumana», y esto es «solidaridad sinexclusión», recalcó.

La traducción de esta propuesta a efectosprácticos «significa una economía quetenga entre sus objetivos centrales la eliminación de ladeshumanizadora pobreza» -trazó Duncan MacLaren-;«significa una sociedad incluyente» en lugar deaquella que rechaza «al pobre, enfermo o anciano»;significa el fortalecimiento de la comunidad y de laparticipación ciudadana, en lugar del individualismodesenfrenado; significa creer en la paz, no en la guerra, como medio deresolución de las diferencias entre naciones.

Llevar adelante un programa así «requiere promoverun discurso ético en la vida políticainternacional» -confirma-, subrayando que «existeuna obligación moral en todos nosotros de impulsar objetivosde desarrollo social».

Recién llegado de un viaje con una delegación decardenales y obispos para encontrar a líderes del G8, elsecretario general de «Caritas Internationalis»aprovechó para aludir también a los«Objetivos de Desarrollo del Milenio».

«Todos los líderes mundiales los firmaron en 2000.No son utópicos –dijeron quereduciríamos la pobreza a la mitad en 2015, no queacabaríamos con ella», apuntó.

A pesar de ser políticamente factibles, tales objetivos seven, cada vez más, fuera de alcance, y MacLarenadelantó perspectivas: la evolución presente enÁfrica subsahariana sugiere que la educaciónprimaria para todos no se conseguirá hasta el año2130, o sea, 115 años más tarde; reducir lapobreza a la mitad, 135 años más tarde; desterrarel fenómeno de la mortalidad infantil evitable, 150años más tarde.

«Con todo, estos objetivos eran un lazo de confianza entre elmundo rico y el pobre, y es obvio que sin una gigantescapresión pública la reunión del G8 enjunio en Alemania no seguirá sus promesas niliderará al resto del mundo respecto a unasituación inhumana que no puede continuar»,concluyó.

    

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