Carta de Buenafuente Junio, 2008

La intemperie de los caminos, a veces solitarios, da lugar a preguntas diversas y al discernimiento de la autenticidad creyente. Comparto las que a mí me asaltan:
Si sé lo que da paz, ¿por qué lo impido? Si sé lo que alegra el alma, ¿por qué me evado? Si sé lo que unifica el ser, ¿por qué me disperso? Si sé lo que alivia la sed, ¿por qué sediento? Si sé lo que sacia el hambre, ¿por qué mendigo? Si sé lo que más consuela, ¿por qué ando triste? Si sé lo que enriquece, ¿por qué acaparo? Si sé lo que es amar, ¿por qué me ofendo? Si sé lo que es orar, ¿por qué tan solo? Si sé lo que es verdad, ¿por qué me engaño? Si sé lo que es hermoso, ¿por qué me encierro? Si sé lo que es la cruz, ¿por qué me enojo? |
Si sé lo que es desierto, ¿por qué huyo? Si sé lo que es paciencia, ¿por qué no aguanto? Si sé lo que alimenta ¿por qué tan pródigo? Si sé lo que es perdón, ¿por qué me hiero? Si sé lo que es belleza, ¿por qué me privo? Si sé lo que es la herida, ¿por qué no curo? Si sé lo que es la noche, ¿por qué no espero? Sí sé lo que es creer, ¿por qué pregunto? |
Y en el fondo del alma se refleja la mirada invisible del Amor, que más allá de todas las cuestiones, permanece fiel, como pan partido y palabra en las entrañas.
*Nota: En Madrid, P. de Vergara 88, 19,00h. El día 3 de junio, primer martes, celebramos el encuentro de oración, clausura del curso.
Si te ha gustado, compártelo: