Carta a los amigos de Buenafuente - Mayo 07´
Queridos amigos:
Con el gozo del Señor resucitado nos acercamos a todos vosotros para compartir la alegría de la celebración de los Misterios de nuestra salvación.
Cuarenta días de preparación nos han llevado a vivir con intensidad el Triduo Pascual, pero no perdamos de vista que ahora tenemos cincuenta días para vivir la Pascua del Espíritu, quien nos empuja y anima en cada momento.
Después de la resurrección, como testigos que somos, debemos testimoniar con nuestra vida y palabras, la Vida Verdadera, Cristo.
Nuestro corazón está lleno de los dones de Cristo-Resucitado; la alegría de la resurrección debe rebosar en toda nuestra persona y que los demás se den cuenta.
Así es como el Domingo de Resurrección, David Lorenzo y Andrés Ciordia recogían el testimonio de sus abuelos, padres, familiares y amigos y se comprometían, con su primera comunión, a hacer más patente la pertenencia a Cristo.
También el V Domingo de Pascua, Santiago Gramunt, hacía la misma opción por Jesús.
Ellos, los niños, los jóvenes, son la esperanza de la Iglesia; pero hay que ayudarles, educándolos en la fe, transmitiéndoles con nuestro ejemplo, que merece la pena ser discípulo de Jesús.
Hermanos, los testigos de la resurrección de Cristo sufrieron persecución. Hoy la Iglesia muy sutilmente es perseguida, y nosotros también.
Si fue perseguido nuestro Maestro, nuestra Cabeza, ¿cómo no lo vamos a ser nosotros?-si Él ya nos lo advirtió-.
Pero no debemos dejarnos abatir porque el Espíritu de Cristo-Resucitado está con nosotros y no nos abandona.
¡Ánimo hermanos, abramos nuestra vida a la venida del Espíritu y que el Señor nos empuje a dar testimonio de su resurrección!

Cuarenta días de preparación nos han llevado a vivir con intensidad el Triduo Pascual, pero no perdamos de vista que ahora tenemos cincuenta días para vivir la Pascua del Espíritu, quien nos empuja y anima en cada momento.
Después de la resurrección, como testigos que somos, debemos testimoniar con nuestra vida y palabras, la Vida Verdadera, Cristo.
Nuestro corazón está lleno de los dones de Cristo-Resucitado; la alegría de la resurrección debe rebosar en toda nuestra persona y que los demás se den cuenta.
Así es como el Domingo de Resurrección, David Lorenzo y Andrés Ciordia recogían el testimonio de sus abuelos, padres, familiares y amigos y se comprometían, con su primera comunión, a hacer más patente la pertenencia a Cristo.
También el V Domingo de Pascua, Santiago Gramunt, hacía la misma opción por Jesús.
Ellos, los niños, los jóvenes, son la esperanza de la Iglesia; pero hay que ayudarles, educándolos en la fe, transmitiéndoles con nuestro ejemplo, que merece la pena ser discípulo de Jesús.
Hermanos, los testigos de la resurrección de Cristo sufrieron persecución. Hoy la Iglesia muy sutilmente es perseguida, y nosotros también.
Si fue perseguido nuestro Maestro, nuestra Cabeza, ¿cómo no lo vamos a ser nosotros?-si Él ya nos lo advirtió-.
Pero no debemos dejarnos abatir porque el Espíritu de Cristo-Resucitado está con nosotros y no nos abandona.
¡Ánimo hermanos, abramos nuestra vida a la venida del Espíritu y que el Señor nos empuje a dar testimonio de su resurrección!
Unidas en la oración,
Vuestras hermanas de Buenafuente
Vuestras hermanas de Buenafuente
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