Año nuevo, solemnidad de la Madre de Dios
El día primero de año nos trae tres resonancias religiosas:
“Al nombre de Jesús toda rodilla se doble” (Flp 2, 9-10). Nos unimos a los pastores de Belén, a los sencillos y humildes de corazón y adoramos al Hijo de Dios. Siempre será una referencia cristiana actuar en el nombre de Jesús; los que lo hacen han encontrado la clave por la que todo se convierte en sacramento y en ella descubren el secreto de la fuerza. Los discípulos, agotados de trabajar toda la noche, echaron las redes en nombre de Jesús y obtuvieron tal redada de peces que apenas podían arrastrar. Al comenzar el año, nuestro saludo podría ser: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazoreo, ponte a andar» (Act 3, 6). ¡Comencemos el año en nombre de Jesús! Como cuando se inicia una marcha, liberados de todas las parálisis mentales.
María es la madre de Jesús, del “nacido de mujer” (Gál 4, 4), la madre de Dios, la madre del Redentor, la madre espiritual de todos los hombres, las entrañas de la humanidad redimida. Si es de sabios invocar el nombre de Jesús, quienes se acogen a la mediación de Santa María tienen la experiencia de su entrañable intercesión. San Bernardo asegura: “Acodaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección haya sido abandonado de vos”. Con toda la Iglesia, al tiempo que aclamamos a Nuestra Señora como “Madre de Dios”, rezamos, unidos al pueblo peregrino: “Santa María, ruega por nosotros”.
Al iniciar el año, sentimos la necesidad de la ayuda divina. La Iglesia nos acompaña, al comienzo de este tiempo nuevo, con los mejores deseos y nos los explicita en la bendición solemne, la más antigua que se conserva: “El Señor te bendiga y te guarde. Haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor. Vuelva su mirada hacia ti y te dé la paz”.
El Papa Benedicto XVI, en su mensaje para la jornada mundial de la paz, ha escogido el lema: “Si quieres promover la paz, protege la creación”, la casa que Dios ha dispuesto para que convivamos en armonía y solidaridad.
Desde el Monasterio de la Madre de Dios, de Buenafuente del Sistal, te deseamos “Feliz Año nuevo 2010”, año santo sacerdotal, año santo compostelano, tiempo de gracia del Señor.
- La octava de Navidad, con la imposición del nombre al Niño de Belén. “Le pusieron por nombre: JESÚS, Emmanuel” (Mt 1, 21-25; Lc 1, 31; 2, 21).
- La solemnidad de la MADRE DE DIOS.
- La jornada de la paz y bendición del AÑO NUEVO 2010.

María es la madre de Jesús, del “nacido de mujer” (Gál 4, 4), la madre de Dios, la madre del Redentor, la madre espiritual de todos los hombres, las entrañas de la humanidad redimida. Si es de sabios invocar el nombre de Jesús, quienes se acogen a la mediación de Santa María tienen la experiencia de su entrañable intercesión. San Bernardo asegura: “Acodaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección haya sido abandonado de vos”. Con toda la Iglesia, al tiempo que aclamamos a Nuestra Señora como “Madre de Dios”, rezamos, unidos al pueblo peregrino: “Santa María, ruega por nosotros”.
Al iniciar el año, sentimos la necesidad de la ayuda divina. La Iglesia nos acompaña, al comienzo de este tiempo nuevo, con los mejores deseos y nos los explicita en la bendición solemne, la más antigua que se conserva: “El Señor te bendiga y te guarde. Haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor. Vuelva su mirada hacia ti y te dé la paz”.
El Papa Benedicto XVI, en su mensaje para la jornada mundial de la paz, ha escogido el lema: “Si quieres promover la paz, protege la creación”, la casa que Dios ha dispuesto para que convivamos en armonía y solidaridad.
Desde el Monasterio de la Madre de Dios, de Buenafuente del Sistal, te deseamos “Feliz Año nuevo 2010”, año santo sacerdotal, año santo compostelano, tiempo de gracia del Señor.
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