Ante la tragedia

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Rabia, dolor, tristeza, impotencia. ¿Qué hacer, qué decir? Únicamente callar, orar y hacer todo lo posible porque los familiares y amigos del más de un centenar de fallecidos en el accidente que esta tarde ha sacudido la T4 de Barajas -y, con ella, los corazones de todas las personas de bien- tengan un consuelo que, en estos momentos, se antoja imposible.Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Y nuestro reconocimiento infinito a bomberos, sanitarios, fuerzas de seguridad, voluntarios y personal de Aena y hospitales que duplican, triplican sus horarios y sus manos para hacer lo que buenamente se pueda. Que no es poco. Y a los compañeros de la prensa que están haciendo de tripas corazón, en primera fila, para que el mundo sepa lo que ha pasado, con veracidad y con la menor carga de sensacionalismo. Aunque en este caso las palabras sobran. Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna. Y, a nosotros, y a los familiares y amigos, y a todos los que lloran, la esperanza de quien nunca falla. Aunque a veces cueste verle. Ahí está Jesús.

    

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