Allende, Salvador de Utopías.
Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908 en la ciudad de Valparaíso, Chile.
Si bien es cierto que durante su adolescencia y juventud participó de diferentes grupos de estudios de textos marxistas, puede decirse que su carrera política “ oficialmente ” comenzó en el año 1945 cuando, habiendo sido elegido senador por el Partido Socialista, promovió distintas leyes sobre salud pública, seguridad social y protección a la infancia.
Desde entonces realizó una serie de viajes por diferentes países de la ex Unión Soviética hasta que, en 1970, liderando el movimiento de Unidad Popular, conformado por comunistas, socialistas, radicales y socialdemócratas, Salvador Allende fue nombrado presidente de Chile con el 36,3 % de los votos.
En el transcurso de los primeros meses de presidencia, y a lo largo de 1971, Allende suscribió un acuerdo con la Central Unica de Trabajadores de Chile que establecía la participación de los trabajadores en todas las esferas de la sociedad civil; brindó matrícula gratuita, libros y útiles escolares, desayuno, almuerzo y medio litro de leche diaria a los niños carenciados; comenzó a realizar la Reforma Agraria de Chile, a través de la cual buscó redistribuir los campos de forma equitativa entre los campesinos; y aprobó la nacionalización del cobre.
Ahora bien, al mismo tiempo que se desarrollaban estas transformaciones políticas, en el transcurso del año 1972, muchos de los bienes de Chile que estaban en el exterior fueron embargados; grupos de derecha chilenos realizaron numerosas acciones subversivas atacando oleoductos, caminos y vías férreas; existieron huelgas de comerciantes que provocaron la escasez de bienes; y muchos empresarios cerraron sus fábricas.
Ante estos acontecimientos, por un lado, Allende creó las Juntas de Abastecimiento y Precios – JAP - para intentar distribuir equitativamente los bienes existentes, y, por otro lado, llamó a los obreros a ocupar las empresas cerradas.
En este contexto fue que, en octubre del año 1972, se formaron los “ Comandos Comunales ” que, siendo organizaciones constituidas por campesinos, las JAP, y los cordones industriales, buscaban avanzar en la expropiación de empresas; defendían las empresas recuperadas; y, brindaban protección a los comerciantes que habrían sus negocios y a los transportes que funcionaban.
Así mismo, 1972 fue una época importante desde el punto de vista religioso ya que, en abril de ese año, se llevó a cabo en Santiago de Chile el primer encuentro de Cristianos por el Socialismo, el cual era un movimiento que planteaba la necesidad de que exista una explícita interacción entre fe y praxis revolucionaria, que favorezca la liberación integral de todos los seres humanos.
Desde esta perspectiva, que buscó rescatar el carácter revolucionario del mensaje evangélico e intentó construir una verdadera unidad del Pueblo de Dios en la que no existan oprimidos, la Obra Liberadora de Cristo fue tomada como signo crítico de las culturas dominantes, y como señal dimanizadora del actuar cristiano, lo cual condujo a algunos cristianos a adoptar nuevos “ caminos de salvación ”, revolucionarios y socialistas.
Durante 1973, último año de gobierno de Allende, la crisis se profundizó por varios motivos. Por un lado, la Unidad Popular se encontraba dividida ya que algunos de sus inegrantes, entre los que se encontraba el Partido Socialista, le solicitaban al presidente que radicalizara su política gubernamental, mientras que otros, como por ejemplo el Partido Comunista, creían que las decisiones que se estaban llevando adelante eran las correctas. Por otro lado, la estatización de la banca no había logrado detener la fuga de capitales. Así mismo, del total de empresas estatizadas, existían muchas que eran tanto innecesarias como deficitarias para el Estado. Y, por último, la reforma agraria en ocasiones había resultado “ problemática ” ya que, por ejemplo, algunos de los que habían sido beneficiados con el otorgamiento de tierras no abonaban los créditos que le había brindado el gobierno para comprar maquinarias.
Todos estos hechos, que fueron fomentados por grupos de derecha chilenos, y poderes políticos económicos internacionales, para quienes Salvador Allende representaba un enemigo de sus intereses, provocaron un descontento de cierta parte de la población chilena y concluyeron, el 11 de septiembre de 1973, con un golpe militar encabezado por el General Pinochet y con la muerte de Salvador Allende.
Hoy en día, a 34 años de la muerte de Salvador Allende puede decirse que América Latina se encuentra atravesando por una situación contradictoria y conflictiva.
En efecto, en el cristianismo, en líneas generales, cuesta encontrar un movimiento que, criticando la estructuración injusta de las comunidades latinoamericanas, trabaje en favor de la transformación radical de la realidad continental.
Y, en la esfera política, puede plantearse que mientras que algunos países, como por ejemplo Bolivia, Venezuela y Ecuador, están procurando realizar una transformación social que conlleva la realización de una reforma agraria, la nacionalización de empresas y una justa distribución de las riquezas; otras naciones, como por ejemplo Argentina, Chile y Brasil, que sostienen discursos “ progresistas ” que ilusionan a los pobres de sus países, en sus actos mas de una vez son conservadoras.
Lo cierto es que, mas allá de posibles contradicciones y conflictos existentes a nivel político y religioso en Latinoamérica, es indudable que cuesta hallar un lider político que, como Salvador Allende, tenga la “ utopía ” de soñar con un continente libre y soberano.
Tal vez, esta sea una de las posibles causas para comprender la actual situación de atraso y dependencia económica – política en la que se encuentra la mayor parte de la población de América Latina.
Si bien es cierto que durante su adolescencia y juventud participó de diferentes grupos de estudios de textos marxistas, puede decirse que su carrera política “ oficialmente ” comenzó en el año 1945 cuando, habiendo sido elegido senador por el Partido Socialista, promovió distintas leyes sobre salud pública, seguridad social y protección a la infancia.

En el transcurso de los primeros meses de presidencia, y a lo largo de 1971, Allende suscribió un acuerdo con la Central Unica de Trabajadores de Chile que establecía la participación de los trabajadores en todas las esferas de la sociedad civil; brindó matrícula gratuita, libros y útiles escolares, desayuno, almuerzo y medio litro de leche diaria a los niños carenciados; comenzó a realizar la Reforma Agraria de Chile, a través de la cual buscó redistribuir los campos de forma equitativa entre los campesinos; y aprobó la nacionalización del cobre.
Ahora bien, al mismo tiempo que se desarrollaban estas transformaciones políticas, en el transcurso del año 1972, muchos de los bienes de Chile que estaban en el exterior fueron embargados; grupos de derecha chilenos realizaron numerosas acciones subversivas atacando oleoductos, caminos y vías férreas; existieron huelgas de comerciantes que provocaron la escasez de bienes; y muchos empresarios cerraron sus fábricas.
Ante estos acontecimientos, por un lado, Allende creó las Juntas de Abastecimiento y Precios – JAP - para intentar distribuir equitativamente los bienes existentes, y, por otro lado, llamó a los obreros a ocupar las empresas cerradas.
En este contexto fue que, en octubre del año 1972, se formaron los “ Comandos Comunales ” que, siendo organizaciones constituidas por campesinos, las JAP, y los cordones industriales, buscaban avanzar en la expropiación de empresas; defendían las empresas recuperadas; y, brindaban protección a los comerciantes que habrían sus negocios y a los transportes que funcionaban.
Así mismo, 1972 fue una época importante desde el punto de vista religioso ya que, en abril de ese año, se llevó a cabo en Santiago de Chile el primer encuentro de Cristianos por el Socialismo, el cual era un movimiento que planteaba la necesidad de que exista una explícita interacción entre fe y praxis revolucionaria, que favorezca la liberación integral de todos los seres humanos.
Desde esta perspectiva, que buscó rescatar el carácter revolucionario del mensaje evangélico e intentó construir una verdadera unidad del Pueblo de Dios en la que no existan oprimidos, la Obra Liberadora de Cristo fue tomada como signo crítico de las culturas dominantes, y como señal dimanizadora del actuar cristiano, lo cual condujo a algunos cristianos a adoptar nuevos “ caminos de salvación ”, revolucionarios y socialistas.
Durante 1973, último año de gobierno de Allende, la crisis se profundizó por varios motivos. Por un lado, la Unidad Popular se encontraba dividida ya que algunos de sus inegrantes, entre los que se encontraba el Partido Socialista, le solicitaban al presidente que radicalizara su política gubernamental, mientras que otros, como por ejemplo el Partido Comunista, creían que las decisiones que se estaban llevando adelante eran las correctas. Por otro lado, la estatización de la banca no había logrado detener la fuga de capitales. Así mismo, del total de empresas estatizadas, existían muchas que eran tanto innecesarias como deficitarias para el Estado. Y, por último, la reforma agraria en ocasiones había resultado “ problemática ” ya que, por ejemplo, algunos de los que habían sido beneficiados con el otorgamiento de tierras no abonaban los créditos que le había brindado el gobierno para comprar maquinarias.
Todos estos hechos, que fueron fomentados por grupos de derecha chilenos, y poderes políticos económicos internacionales, para quienes Salvador Allende representaba un enemigo de sus intereses, provocaron un descontento de cierta parte de la población chilena y concluyeron, el 11 de septiembre de 1973, con un golpe militar encabezado por el General Pinochet y con la muerte de Salvador Allende.
Hoy en día, a 34 años de la muerte de Salvador Allende puede decirse que América Latina se encuentra atravesando por una situación contradictoria y conflictiva.
En efecto, en el cristianismo, en líneas generales, cuesta encontrar un movimiento que, criticando la estructuración injusta de las comunidades latinoamericanas, trabaje en favor de la transformación radical de la realidad continental.
Y, en la esfera política, puede plantearse que mientras que algunos países, como por ejemplo Bolivia, Venezuela y Ecuador, están procurando realizar una transformación social que conlleva la realización de una reforma agraria, la nacionalización de empresas y una justa distribución de las riquezas; otras naciones, como por ejemplo Argentina, Chile y Brasil, que sostienen discursos “ progresistas ” que ilusionan a los pobres de sus países, en sus actos mas de una vez son conservadoras.
Lo cierto es que, mas allá de posibles contradicciones y conflictos existentes a nivel político y religioso en Latinoamérica, es indudable que cuesta hallar un lider político que, como Salvador Allende, tenga la “ utopía ” de soñar con un continente libre y soberano.
Tal vez, esta sea una de las posibles causas para comprender la actual situación de atraso y dependencia económica – política en la que se encuentra la mayor parte de la población de América Latina.
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