Abierto por vacaciones. Evangelio Seglar para el Domingo 18 del Tiempo Ordinario.
DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Los seglares que comentan el Evangelio cada domingo, se toman un descanso. En Septiembre se reanuda el servicio habitual. En AGOSTO ofrecemos cada semana un comentario realizado mientras se disfruta de las vacaciones y en referencia a ellas.
Lectura del santo evangelio según San Lucas 12, 13-21
Lo que has acumulado, ¿de quién será?
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo:“ Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?” Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».
Desde la Playa
(por hombre, casado, con tres hijos, trabajan ambos, en vacaciones)
La palabra de este domingo, vuelve a poner en contradicción el mensaje de Jesús y el mensaje de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Se nos recordará que nuestra vida no depende de nuestros bienes y frente a esta claridad nos encontramos con el desaforado mensaje de consumismo que nos llega a diario por todos lados. No creo que seamos conscientes de esta insatisfacción constante que nos genera el no tener de todo o simplemente el deseo de otras vidas que no son las nuestras.
Aquí en la playa, recién llegados, el mar nos recibe presente, entretenido únicamente en estar, todo se comienza a relajar, nuestras preocupaciones diarias se comienzan a difuminar, y los que tenemos la suerte de presenciar el mar en su tarea, debemos aprovechar la oportunidad de saborear la verdadera riqueza.
El reloj y el móvil en la mesilla, olvidados; la familia cercana, unida, no hay necesidad de mucho más, sólo recuperar la conciencia de lo importante, el verdadero tesoro que descubrimos hace tiempo, para ello tenemos este momento de verdadera presencia, que nos recarga el motor y que nos prepara para la vuelta a nuestra realidad, conscientes de tratar de vivir otra vida que la que se nos pretende vender.