40 días con los 40 últimos

24 de febrero de 2009
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El Informe Anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) revela que España ostenta el puesto número trece en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), con un 0,940.  Una lista que encabeza Islandia con un 0,968 y en la que compiten por el primer puesto países como Japón, Canadá, Francia o Estado Unidos.

En amplio contraste con los primeros puestos del IDH, se sitúan a la cola de la lista países que ostentan el trágico record de sólo un 0.336, como es el caso de Sierra Leona o el de Afganistán, Irak, Liberia o Somalia, que debido su grave situación interna no poseen ni siquiera datos que añadir al Índice de Desarrollo Humano.

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Estos países, que figuran como los menos desarrollados del mundo, serán los protagonistas de la campaña "40 días con los 40 últimos", que desde hace varios años los religiosos marianistas ponen en marcha en el tiempo de cuaresma.

Se trata de una iniciativa que pretende dar a conocer la "situación concreta que vive cada sociedad y tomar una posición ante las estructuras de injusticia, opresión y pecado que rodean a los seres humanos, sobre todo a los más desfavorecidos", tal y como se recoge en la web http://www.40ultimos.marianistas.org/, habilitada por la congregación marianista y en la que se recogen todos los materiales relativos a la campaña.

Desde el próximo día 25 de febrero, miércoles de ceniza, y a lo largo de los cuarenta días que separan de la celebración de la Pascua, 40 días con los 40 últimos propone un itinerario a través de los países situados a la cola del desarrollo mundial. Unos datos relativos al contexto geográfico, social e histórico ayudarán a contextualizar la realidad de cada país en concreto. Junto a esos datos, una carta escrita por una persona de ese país acercará al lector a la situación concreta "sin prejuicios ni justificaciones".

Las cartas marcarán la pauta diaria de cada jornada de la campaña, proponiendo a la vez una cita de la Palabra de Dios como invitación a la oración y "a pedir perdón por la parte de pecado colectivo que nos corresponde", para concluir con el gesto de escribir una respuesta a la carta recibida mostrando "que es posible cambiar, empezando por uno mismo, aunque sea mediante gestos pequeños."     

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