121. Anunciar hoy en Reino de Dios
Espero llenar este cantarillo 121 reflexionando sobre las parábolas de Jesús con las cuales Jesús ilumina el mensaje del Reino que “ya está entre vosotros”. De tal modo el Reino es el objetivo de la predicación de Jesús que aún después de su Resurrección les habla a sus discípulos del Reino. “apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de Reino de Dios”.(Hech. 1,3)
Tema objetivo de la predicación de los primeros tiempos. (Hech.8,12 y 28, 23 y 31).
Listado que los especialistas ofrecen de las parábolas del Reino:
- Siervo despiadado (Mt. 18,21-35)
- El sembrador (Mt.13. 1-23)
- Tesoro escondido y perla preciosa (Mt.13. 44-46)
- Gran banquete (Mt. 22.1-10)
- El pago a los viñadores (Mt.20.1-16)
- Semilla que crece sola (Mc.4.26-29)
- Grano de mostaza y levadura (Mc.4.30-34)
- El reino de Dios avisa sobre la vigilancia.
- La diez vírgenes (Mt. 25.1-13)
- Hacer fructificar los talentos (Mt.25. 14-30) La importancia de la oración.
- Amigo inoportuno (Lc. 11.1-13)
- Juez injusto (Lc. 18.1-8)
- Cizaña y red barredera (Mt. 13.24-43)
Hay textos sobre el Reino de Dios en el N.T. que completan la ayuda para entender los misterios del Reino. Sobresalen las bienaventuranzas que como recordó Juan Pablo II “son como el retrato de Jesucristo, un resumen de su vida y, por eso se presentan como un programa de vida para sus discípulos.”. Dicho de otra manera: Jesucristo personifica y hace visible con su talante y sus gestos, el Reino de Dios que anuncia. Es sabido que San Lucas y San Matero presentan matices llamativos. El especialista exegeta F López Melús explica que las ocho bienaventuranzas –las ocho locuras que dice M. Descalzo- “”están vinculadas a la promesa del Reino de Dios. La primera y última lo dicen expresamente <porque de ellos es el reino de los cielos>; y las demás prometen lo mismo aunque con diferentes imágines procedentes de la Tradición bíblica, tales como: serán consolados, poseerán la tierra como herencia, se llamarán hijos de Dios, ser saciados se refiere al banquete del fin de los tiempos (Cf. Is.25,6; Mt. 22, 1-14), alcanzar misericordia alude a la misericordia de Dios en el juicio final que nos permitirá disfrutar eternamente del Reino de Dios; del mismo modo, la <filiación divina> y la <visión de Dios> deben ser entendidas como un bien escatológico que sólo podremos disfrutar cuando llegue la plenitud del Reino.(Cf 1Jn. 3,1-2; 1Cor, 13,12)
Así podríamos decir que hay un solo diamante en el Reino. Lo demás: poseer la tierra, ser consolados, saciados, alcanzar misericordia, ver a Dios, hacerse hijos suyos…son irisaciones matizadas de la riqueza del Reino, de ese diamante”” (“Las bienaventuranzas” Ed. Sígueme pg.141)
Insisto. El programa del sermón del monte no es un ideal abstracto, sino que muestra la vida de Jesús en su experiencia humana.
Las bienaventuranzas en San Mateo.
Imposible recoger tanta agua que brota de comentarios a las ocho locuras. Si hay quien quiera profundizar remito al libro ya citado de López Melús y más accesible el de González-Carvajal editado en Sal Terrae. Me limitaré a la primera que suscita más polémicas; ¿Quiénes son los “pobres de espíritu”?
En el leguaje coloquial corriente -el “román paladino” de Berceo- se entiende que el pobre de espíritu es el apocado, el incapaz de enfrentarse a cualquier dificultad. Y así lo presentan numerosos novelistas. Es evidente que la bienaventuranza no se refiere ni de lejos a esta acepción. Unamuno reaccionaba indignado ante esa interpretación: “Uno de los medios más adecuados para combatir la tontería es, sin duda, el de predicar la obligación moral de ser inteligente. Es muy frecuente oír, cuando se quiere defender a los tontos, aquello de que serán bienaventurados los pobres de espíritu, y sin embargo, pobre de espíritu no es lo mismo que tonto” (Cf. La desesperación religiosa moderna” (pgs 61-76)
Algunas interpretaciones
Una interpretación ya poco aceptada pos especialistas hodiernos es la que piensa que se trata de un desprendimiento interior que no exige el desprendimiento efectivo. Este enfoque muy gratificante para cristianos acomodados porque les permite seguir disfrutando de sus riquezas, que como apostilló Guardini: “es un retoque piadoso para una vida copiosa”.
Creo que para acertar hay que mirar a Jesús, que se libre ante el dinero. Acepta, sin adulación, la ayuda de mujeres ricas que le siguen. Debe atender las necesidades de sus apóstoles, pero sabe vivir en la escasez y en la abundancia, como lo supo imitar y manifestar Pablo.
Pero agradece: “Mi alegría ha sido grande al ver vuestro interés por mí… pues he aprendido a arreglármelas en cualquier situación. Sé pasar estrecheces y vivir con abundancia…estoy acostumbrado a la hartura y al hambre, a que me sobre y a que me falte…Sin embargo habéis tenido un hermoso gesto al solidarizaros conmigo en mi tribulación” (Fil. 4.10-14).
San Francisco de Sales, el santo que vivió con la virtud del equilibrio y lo supo enseñar, advierte que no es lo mismo la pobreza que debe abrazar un capuchino, como la que debe saber vivir un padre de familia que debe atender a los suyos y cuidar su educación y enseñarles a no ser idólatras del dinero “porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, algunos por codiciarlo se han apartado de la fe…(1Tim.6.10). Cuido mi caballo –afirmaba-porque debe estar sano para llevarme a mis visitas pastorales. Cuido mi salud (no culto al cuerpo) porque debo hacerlo para cumplir mi labor de Pastor.
Cada cristiano tiene que saber brillar en su situación concreta. Todas son diferentes. Se puede aplicar aquí la afirmación paulina explicando la Resurrección: “Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas; y una estrella difiere, incluso de otra, en el resplandor. (1Cor.15.41)
Opinión equilibrada
Es la del benedictino Jacques Dupont y la recoge González-Carvajal: “”Los pobres de espíritu coincidirían con los ‘anawim’ del Antiguo Testamento, esa corriente de espiritualidad nacida en Israel hacia el siglo VII a.C., que seguía vigente en tiempos de Jesús y ha quedado plasmada sobretodo en los Salmos. Fueron personas cuya pobreza material les llevó a abrirse a Dios y a esperar todo de Él: ‘Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí’ (Sal. 40,18).
La identificación de los pobres de espíritu con los ‘anawim’ tuvo muchos defensores entre los Padres de la Iglesia, la defienden hoy gran parte de los escrituristas y se ha visto decididamente apoyada con el descubrimiento de los manuscritos de Qumran en 1948, puesto que en ellos aparece la enigmática expresión ‘pobre de espíritu’ con ese significado.”” (O.C. pgs 61-62)
Un paso adelante.
Ayuda a darlo la traducción de L. A. Schökel ofrece en la “Nueva Biblia Española”: "Dichosos los que eligen ser pobres".
Efectivamente creo son los que viven en una situación de pobreza y la aceptan y se abren a estar pendientes del Señor. Así lo anima a vivir el salmo 117 cuando dice no confiéis en los hombres, no confiéis en los jefes, confiad en el Señor
Pero sin duda alguna es un paso, un gran paso adelante los que eligen ser pobres con los pobres. Siempre, pero hoy es un gran testimonio las comunidades insertas. Yo lo he comprobado con mis propios ojos. En la gran ciudad brasileña de Fortaleza de más de dos millones y medio de habitantes contacté con una comunidad religiosas, que instalaron su choza junto a las incontables de de un suburbio miserable, sin agua corriente, sin alcantarillado, y bastantes más “sin”. Luchando codo con codo con esos pobres para reclamar al alcalde sus promesas electorales. Eligieron ser pobres y son felices. Y he visitado a una fraternidad de Hermanitas de Jesús viviendo como los indios tapirapés en la inmensa Amazonia. Y sobre todo ofreciendo la nostalgia de Jesús Sacramentado en el sagrario vacío. Allí en la cabaña capilla, conectado con la cabaña vivienda, celebré la Santa Misa con una emoción que aún me dura. Visité también, aunque me advertían que me jugaba el tipo, a otra fraternidad de Hermanitas en las favelas de Río Janeiro. Su favela se distinguía de las otras, solamente en que estaba relimpia.
Constato que se van multiplicando entre los seguidores de Jesús de Nazaret. Voluntarios sacerdotes, familias, solteros…que eligen ser pobres.
Suerte que este cantarillo es un poco mayor, pero ya rebosa. Y oigo una voz amable, la del querido médico Lucas: ¿No has encontrado nada que decir de mis bienaventuranzas? No sólo Pablo te quiere, yo también. Tengo ya preparado un cantarillo para las cuatro tuyas.