114. Ha salido el sol
En el discurso de apertura del Concilio San Juan XXIII manifestó su confianza total en el Espíritu Santo. El gran periodista Marín Descalzo interpreta el optimismo del Papa“: Hoy podemos decir que hemos visto el nacimiento del sol. Un sol que antes del Concilio ardía al otro lado del monte sin que nosotros lo viéramos. Un sol que asomó su rostro incompleto y un poco cegador en la primera sesión, que fue surgiendo dolorosamente en la segunda y tercera, que hemos visto ya solemne y redondo en esta cuarta. Pero ahora ese sol ha empezado a recorrer su camino…”
Cambia de tercio y cambia la imagen: “Lo difícil comienza ahora. Lo simple era seleccionar y plantar las semillas, lo costoso va a ser hacerlas fructificar sin tacañerías. Lo difícil no era que 2.500 Obispos hicieran con amor esta tarea. Lo empinado va a ser que 500 millones de católicos y 3.000 millones de hombres entiendan la gran planta que el Concilio ha plantado. ¿Qué será de ella ahora?...la verdadera crónica de este concilio tendré que escribirla dentro de veinticinco años. La crónica de de la quinta sesión…la quinta etapa en la que nosotros el pueblo de Dios, va a tomar la palabra.”
No pudo escribir la crónica pasados 25 años. Murió en 1991 en plena madurez, 26 años habían pasado desde el final del concilio. Pero los últimos años muy deteriorada su salud dejando en sus seguidores muchos deseos. Alguien le sugirió que completara su muy valiosa vida de Jesús, con la “Vida y Misterios de María de Nazaret” Contestó: “No tengo tiempo”. Era consciente de su grave enfermedad. Tenía que afilar su rica alma sacerdotal para el definitivo encuentro. Como poeta lo dijo en verso: “Morir, sólo es morir./ Morir se acaba./ Morir es una hoguera fugitiva/ Es cruzar una puerta a la deriva/ ¡Y encontrar lo que tanto se buscaba!”. Sin duda ese “tanto se buscaba” es expresión de su deseo de encuentro con Dios y nos hace pensar la tensión de su alma. Ayuda a comprender esta situación San Agustín cuando dice que la esencia de la oración es el deseo:”Tu deseo es tu oración; si el deseo es continuo, continua también es la oración. No en vano dijo el apóstol:’orad sin cesar’ (1 Tes. 5,17)” (Comentario sobre los salmos)
¿Qué crónica escribiría ahora el admirado Martín Descalzo? Tendría delante ya a Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco. Todos trabajaron con denuedo por aplicar el Concilio. Así remanifestó Pablo VI, el Papa continuador del Concilio: Los decretos conciliares, más que un punto de llegada, son un punto de partida hacia nuevos objetivos. Hace falta que el espíritu y el soplo renovador del Concilio penetren en las profundidades de la vida de la Iglesia. Hace falta que los gérmenes depositados por el Concilio en la tierra de la Iglesia lleguen a su plena madurez.” (21-IX- 1966)
Los 4 Papas han hecho gala de impulsar el Concilio. Pero no hace falta demostrar lo que salta a la vista. Cada uno, como cantó Framk Sinatra: “A mi manera”
Aviso a navegantes.
Quiero desde aquí declarar que mi intención no es llenar los cantarillos con tensiones, actitudes, resistencias y exageraciones. No debe extrañar que una renovación tan profunda como ha propuesto el Concilio no puede llevarse a cabo sin vacilaciones, sin dificultades y sin traumas. Y teniendo en cuenta el proverbio chino: “Cuando un árbol cae hace mucho ruido, pero cuando crece, nada se oye.” Con un poco de humor he afirmado algunas veces que en la carrera no estudiamos eclesiología, sino“Jerarcología”
Deseo explicar en calderilla los textos más importantes aprobados por el Concilio. Con la ayuda de la Madre del Equilibrio. La razón principal es que tengo el convencimiento de que nos hallamos en un momento eclesial para una fructuosa recepción del Concilio. Comenzaré por el documento sobre la Iglesia. Ahí estoy especialmente a gusto, al recordar mi tiempo de profesor de eclesiología. Sin duda se ha dado un giro total. Ya en pleno Concilio, Monseñor Guerry lo explicaba en “La Croix” (27-III-64).”Constatamos el gran descubrimiento que hacemos cada día. Toda una concepción de la Iglesia está en juego. Ciertamente todos los Padres conciliares tienen un gran amor a la Iglesia. Pero se hallan presentes dos concepciones. Para unos lo importante es la concepción jurídica de la Iglesia. Lo que les parece más importante para el bien de las almas es la afirmación de la verdad, es defender sus derechos, los poderes de la autoridad de la Iglesia.
Otros estiman que la Iglesia no es una concepción jurídica como las demás, que Ella es ante todo un Misterio de Fe, porque Ella es el Cuerpo Místico de Cristo. Además por encima de las leyes que puede y debe dar, para ayudar a los hombres pecadores y débiles a conocer mejor su deber, existe la ley superior del Espíritu Santo que anima a este Cuerpo. Ésta es una ley de amor.”
Constitución dogmática Lumen Gentium.
Terminado el concilio con un balance tan positivo al aprobar cuatro constituciones, nueve decretos y tres declaraciones, sigue patente después de cincuenta años, el parecer casi unánime al aprobarse el 21 de Noviembre de 1964, que esta constitución sobre la Iglesia habría de ser el documento más importante y el núcleo de todo el Concilio. Es la afirmación solemne de Pablo VI en el discurso de la última Congregación (7-XII-65) : “El Concilio más que de las verdades divinas se ha ocupado principalmente de la Iglesia, de su naturaleza, de su composición, de su vocación ecuménica, de su actividad apostólica y misionera… El Espíritu Santo…ha sido sin duda el principal autor de esta maravillosa Constitución, que sin apelar a definiciones, ni condenaciones, sino por el contrario, en un tono de amor, de paz y de conciliación, ha dado la imagen más completa y más hermosa de esta Iglesia ‘en cuya faz resplandece Cristo, luz de las gentes’”
Con rotundidad el eclesiólogo Ignacio Riudor, en su comentario a la edición de la Editoial Regina, afirma: “Si comparamos la Eclesiología del vaticano II, con la que teníamos antes en los documentos anteriores del Magisterio eclesiástico, el progreso realizado ha sido verdaderamente extraordinario. Con toda verdad, sin tópicos, podemos afirmar que se ha abierto una nueva era en la Eclesiología, con un conjunto de implicaciones en los campos bíblico, dogmático, pastoral y ecuménico… Cuando se proclamó la Constitución L.G., pareció que la nave de Pedro, anclada durante largo tiempo en una seguridad gloriosa, se comprometía por las rutas de alta mar, con la confianza puesta en el Espíritu Santo que habita en Ella como guía, para ir al encuentro de un mundo desconocido, desde donde Cristo ‘Luz de las Gentes’, le llamaba.”
Ya el cantarillo está lleno. No les queda más remedio a las aguas que oigo borbollar en el fondo del pozo que tener paciencia y esperar. Sólo deseo que este ya 114, sea un aperitivo que haya abierto el apetito a los lectores para conocer los documentos conciliares más, saber más y sobre todo amar más.