111. Las parábolas después.
El poeta zamorano León Felipe, dice que “con las parábolas, el poeta ve lo que hay detrás de las esquinas y en la espalda de las estrellas…El camino más corto entre el hombre y la luz es la parábola.”
Las intuiciones poéticas son sugerentes y bonitas,,, pero no hay que aceptarlas al pie de la letra. Hay afirmaciones más rápidas y directas que se entienden de golpe sin mirar a la espalda de las estrellas.
Jesús fue más rotundo y directo cuando después de leer (Lc.4,18): “El, Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido...y finaliza tajante: “Esto que acabáis de escuchar se ha cumplido hoy.”. Con esta afirmación declara que el Reino de Dios ya está en marcha. Lo que ocurre es que para explicar el mensaje del Reino de Dios tendrá que imaginar muchas, hermosas y variadas parábolas. Pero como los oyentes, desde distintas actitudes, intentan adaptar, tergiversar la novedad del Reino a las cuadrículas que ya tienen en su cerebro. Como Nicodemo (Cf. Jn 3, 3-15) se asombran ante esa realidad que para comprenderla hay que nacer de nuevo.
Claret vive desde su alegoría “La Fragua” la configuración progresiva con Jesús el gran Evangelizador. Los que han sistematizado los núcleos de la Fragua advierten que no los vive Claret, uno detrás de otro, sino que conviven en su caminar espiritual. Pero en las distintas épocas unos son más intensos que otros. Así llega el último que manifiesta el resultado final del proceso configurados y aparece radiante el fuego evangelizador. La barra de hierro rusiente por el fuego del amor del Padre, que llega en la fragua del Corazón de María ya ha sido configurada –revestida- de Jesucristo a través de las diversas acciones formativas. Ya se siente la saeta que María lanza contra el mal y aplasta la cabeza de la serpiente..
La proyección misionera que ha recibido al “ser ungido” para anunciar, rompe límites. Y se siente llamado a anunciar en todo el mundo y por todos los medios posibles. Y como no puede llegar solo, busca compañeros que sientan el mismo ardor, “para hacer con otros lo que yo solo no puedo”. Los llamados a ser evangelizadores con el talante de Claret nacidos en todos los continentes y en siglos futuros encontrarán en estos núcleos de la Fragua el método para ser configurados como evangelizadores tal como los describió el Fundador. Oigo el rumor desde el fondo del pozo que pide entrar en el cantarillo sin recortes. Obedezco: “Un hijo del Inmaculado Corazón de María, es un hombre que arde en caridad; que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor.
Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias; y se alegra en los tormentos.
No piensa sino en como seguirá e imitará Jesucristo en trabajar, en sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.”
Suerte que comienza diciendo “Un hijo”, porque así nos apoyamos en la Madre, para no caernos del susto.
La Fragua en clave cordimariana.
Voy a resumir y finalizar todas las reflexiones sobre la alegoría que iluminó el camino del que la inventó para sí y para sus misioneros como un itinerario a través del Corazón Materno de María. Veamos los cuatro núcleos que vivió Claret desde esta perspectiva:
1º.- Quid prodest
Contempla a María como protectora que lo libró de las asechanzas y peligros de su juventud en Barcelona: La solicitación de la posadera; la traición y robo de un compañero; el peligro de ahogarse en la playa de la Barceloneta. Situaciones que ayudaron a desprenderse de su obsesión por la industria textil, y acoger la llamada evangélica: “De que le sirve al hombre…” La protección de María alegra su camino:“Vos Madre mía, ¿qué gracias podré darte por haberme de la muerte sacándome del mar?
Al final de su vida clamaba agradecido: “Por manera que se vio claramente que María Santísima tuvo siempre una especialísima Providencia y me tenía como hijo muy mimado.” (E.A. pg 432)
2º.- Patris mei
No encuentra palabras para expresar todo lo significa María para descubrirle los secretos del Reino. Así intenta manifestarlo: “María Santísima es mi Madre, mi Madrina, mi Maestra, mi Directora y mi TODO después de Jesús.”
No estará de más hacer notar que en esta efusión de su corazón, atribuye a María una función y un título que no he visto emplear por otros santos y santas, ni por teólogos: “¡Madrina!” : Se sabe la obligación que adquieren las madrinas es la de dar a conocer a Jesucristo a su ahijado, hacerle crecer en la fe y protegerla de vendavales que puedan tronchar la semilla que crece y se hace árbol lleno de frutos. Un pasaje evangélico iluminador es las bodas de Caná. Ciertamente que María quiso evitar el bochorno de los novios, pero sobre todo quería que descubrieran quien era su Hijo: “Así se manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él” (Jn.2,11) . Pasa desapercibido el detalle de que acabada la fierita Jesús fue a Cafarnaún acompañado de su Madre y sus discípulos. Esos días se fraguó la amistad y la acción de María-Madrina, sobre los apóstoles que culminaría en Pentecostés.
Esta acción de María la siente vivamente Claret que sabe que es su Madrina la le lleva al fuego del amor del Padre: “¡Oh Corazón de María, fragua e instrumento del amor, enciéndeme en el amor de Dios y del prójimo! No hay agua que pueda apagar el amor que mantiene vivo este Corazón de Madre y Madrina: “Las aguas torrenciales no podrán apagar el amor” (Ct. 8,7)
3º.- Caritas Christi.
Claret quiere que sus misioneros sean y se llamen “Hijos del Inmaculado Corazón de María”.
Hijos como la actitud más evangélica. Como el discípulo predilecto tiene que acoger a María en su casa y sobre todo en su corazón. Y dejarse formar por Ella.
Inmaculado es un título con grandes resonancias apostólicas. Manifiesta la táctica de Dios al vencer a la descendencia de la serpiente por medio de la descendencia de la Mujer. La profecías del Génesis y del Apocalipsis son el panorama de la acción apostólica del Santo. (Cf, su pastoral sobre “La Inmaculada”)
Corazón como centro de todo el ser de la Virgen, Madre del Cristo Total por su amor.
4º.- Spiritus Domini.
María es la vencedora en las batallas como lo pregona el hermoso icono “La Nicopeja”. La ayuda de esta Madre empuja a los que se han sentido “ungidos” por el fuego del Espíritu a anunciar la Buena noticia en todo el mundo.
Claret al final de la vida iluminado por el Espíritu entendió que su Congregación de Misioneros sería como instrumento de la maternidad espiritual de María, de modo que de sus misioneros se pudiera decir: “El Espíritu de vuestro Padre y de vuestra Madre es el que habla en vosotros.” (Aut. 687)
Con exactitud teológica lo afirmaba en Vaticano II: “La Virgen fue en su vida ejemplo de aquél amor maternal del que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres,” (L.G. 65)
Esta unión con la ternura maternal la vivió muy a tope el P. Claret que quiere que todos los evangelizadores sean: “Los brazos de María, que con su celo han de conducir a María a todos: a los justos para que perseveren en su Gracia, y a los pecadores para que se conviertan.” (E.A. pg,665).
Y el agua de este cantarillo agota las reservas del Pozo sobre la Fragua, pero avisa que “Hay que reescribir la Fragua en cada tiempo y en cada corazón”.
Quedo a la expectativa de ver que nuevas corrientes llegarán al Pozo de Jacob para proveer mi almacén de cantarillos suficientes para refrescar la sed de los que, como la cierva sedienta, buscan el manantial abundante.