al radicalismo de las bienaventuranzas
Desde el concilio Vaticano II hasta nuestros días el magisterio eclesial ha afirmado y ratificado reiteradamente que la vida consagrada se caracteriza por una entrega «al radicalismo de las bienaventuranzas», sin cuyo espíritu el «mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios».
CAPíTULO PRIMERO: AL PIE DEL MONTE
Las bienaventuranzas ocupan un lugar privilegiado en el evangelio de Mateo. No cabe duda que vienen a ser como la Toràh para el nuevo pueblo, al menos en el sentido y con el alcance que se le daba a la enseñanza de los rabinos: Una Toràh oral, según el Dt 30,14. No es necesario adentrase en el mar para encontrar los mandamientos del Señor, sino que la Toràh «está cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica».
CAPíTULO SEGUNDO : LA DICHA EVANGÉLICA
La primera palabra que pronuncia Jesús es ésta: «¡Dichosos! ¡Bienaventurados!». Es una dicha constatada y proclamada que se repite hasta nueve veces. Como si el Señor nos quisiera rebosantes de dicha. El número tres por tres da como resultado una dicha incontenible capaz de transfigurar la existencia y de convertir nuestra tierra en cielo.
CAPÍTULO TERCERO :DICHOSOS LOS POBRES DE ESPíRITU
La riqueza no hace la felicidad —suele decirse— pero contribuye a ella. La pobreza por el contrario no viene sola, sino cortejada por compañeras poco deseables: desgracias, hambre, discriminación, sufrimiento, opresión, etc.
CAPÍTULO CUARTO: EL REINO DE DIOS Precisamente por causa del Reino de los cielos, vosotros habéis hecho voto a Cristo, con generosidad y sin reservas, de estas fuerzas de amor, de esta necesidad de poseer y de esta libertad para regular la propia vida, cosas todas ellas tan preciosas para el hombre
CAPÍTULO QUINTO : LOS MANSOS POSEERÁN LA TIERRA
Somos un pueblo en camino, un pueblo en éxodo. La llamada al seguimiento nos ha obligado a abandonar el mar de nuestros afanes y a dejarlo todo. Nos hemos si-tuado al pie de la montaña con toda nuestra pobreza, proclamada dichosa. Somos los continuado¬res de la muchedumbre que está en torno a Jesús, y de aquellos otros, no pocos, que se retiraron a la soledad, atraídos por el tesoro escondido y de-dicados a la búsqueda de Dios
Bienaventuranzas de la Vida Religiosa
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Desde el concilio Vaticano II hasta nuestros días el magisterio eclesial ha afirmado y ratificado reiteradamente que la vida consagrada se caracteriza por una entrega «al radicalismo de las bienaventuranzas», sin cuyo espíritu el «mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios».
Autor : ANGEL APARICIO RODRIGUEZ
Añadido el : miércoles, 5 de octubre de 2005
Las bienaventuranzas ocupan un lugar privilegiado en el evangelio de Mateo. No cabe duda que vienen a ser como la Toràh para el nuevo pueblo, al menos en el sentido y con el alcance que se le daba a la enseñanza de los rabinos: Una Toràh oral, según el Dt 30,14. No es necesario adentrase en el mar para encontrar los mandamientos del Señor, sino que la Toràh «está cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica».
Autor : ANGEL APARICIO RODRIGUEZ
Añadido el : miércoles, 5 de octubre de 2005
La primera palabra que pronuncia Jesús es ésta: «¡Dichosos! ¡Bienaventurados!». Es una dicha constatada y proclamada que se repite hasta nueve veces. Como si el Señor nos quisiera rebosantes de dicha. El número tres por tres da como resultado una dicha incontenible capaz de transfigurar la existencia y de convertir nuestra tierra en cielo.
Autor : ANGEL APARICIO RODRIGUEZ
Añadido el : miércoles, 5 de octubre de 2005
La riqueza no hace la felicidad —suele decirse— pero contribuye a ella. La pobreza por el contrario no viene sola, sino cortejada por compañeras poco deseables: desgracias, hambre, discriminación, sufrimiento, opresión, etc.
Autor : ANGEL APARICIO RODRIGUEZ
Añadido el : miércoles, 5 de octubre de 2005
CAPÍTULO CUARTO: EL REINO DE DIOS Precisamente por causa del Reino de los cielos, vosotros habéis hecho voto a Cristo, con generosidad y sin reservas, de estas fuerzas de amor, de esta necesidad de poseer y de esta libertad para regular la propia vida, cosas todas ellas tan preciosas para el hombre
Autor :
Añadido el : martes, 4 de octubre de 2005
CAPÍTULO QUINTO : LOS MANSOS POSEERÁN LA TIERRA
Somos un pueblo en camino, un pueblo en éxodo. La llamada al seguimiento nos ha obligado a abandonar el mar de nuestros afanes y a dejarlo todo. Nos hemos si-tuado al pie de la montaña con toda nuestra pobreza, proclamada dichosa. Somos los continuado¬res de la muchedumbre que está en torno a Jesús, y de aquellos otros, no pocos, que se retiraron a la soledad, atraídos por el tesoro escondido y de-dicados a la búsqueda de Dios
Autor :
Añadido el : lunes, 3 de octubre de 2005