Liturgia Viva del Lunes de la Semana 28 del Tiempo Ordinario

CREEMOS EN JESUCRISTO (Año I. Rom 1,1-7; Lc 11, 29-32)

Introducción: Comenzando hoy, y durante las próximas cuatro semanas, escucharemos la carta de San Pablo a los Romanos. Primeramente Pablo se presenta a sí mismo como el apóstol del Señor, especialmente enviado a los gentiles, y después enfoca directamente el corazón del mensaje que quiere transmitir: que Jesucristo es el hijo de David y nuestro Salvador resucitado.

Evangelio. Jesús reprende a los judíos por no creer si no ven signos espectaculares. Pero Cristo proclama que la fe consiste en confiar en la palabra y en la persona del enviado por Dios. La primitiva comunidad cristiana especificó más: la fe consiste en la confianza en Cristo resucitado. El signo preeminente es Jesucristo mismo. Creemos no por este o aquel milagro o prueba, sino porque Jesús mismo, en su persona, nos hace a Dios visible.

Oración Colecta
Señor Dios, Padre nuestro: Nosotros también a veces deseamos ver señales extraordinarias que den vigor a nuestra fe vacilante. Danos una fe que sea suficientemente fuerte, que no necesite pruebas ni milagros, sino simplemente que confíe en ti y en tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. Haz más profunda esta nuestra fe y que ella sea el verdadero fundamento de toda nuestra vida. Te lo pedimos por medio de nuestro Señor resucitado, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Intenciones
- Para que tengamos una fe profunda en Jesucristo y estemos siempre muy cercanos a él, porque él es para nosotros el signo humano y la forma visible de Dios, roguemos al Señor.
- Para que estemos profundamente marcados por la resurrección de Cristo, como pueblo que sigue resucitando con él a una vida cristiana más comprometida y que alza a los hermanos del pecado y de la miseria, roguemos al Señor.
- Para que mucha gente llegue a conocer a Cristo y a crecer en su amor siguiendo su enseñanza y el ejemplo de su vida, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro: Creemos en tu Hijo Jesucristo y en su continua presencia en la comunidad cristiana. Acepta estos dones de pan y vino por los que expresamos nuestra fe. Te ofrecemos nuestra vida con sus luchas, con sus alegrías y esperanzas. Por medio del cuerpo eucarístico de Jesús haznos cada vez más realmente el cuerpo creyente y servidor de la Iglesia. Concédenos esto en el nombre de Jesús, el Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro: Estábamos pidiendo milagros y tú no nos has dado otra señal que la presencia en fe de tu Hijo Jesús aquí entre nosotros. Que esto sea suficiente para sustentarnos y así poder caminar junto con nuestros hermanos por el camino -unas veces suave, otras escabroso- del servicio, la comunión y la amistad. Ayúdanos a alzarnos y animarnos unos a otros por el poder de nuestro Señor resucitado, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Más grande que Salomón, más grande que cualquier profeta, es Jesús. Nosotros creemos en él. En él confiamos. A él tomamos como el tesoro que da sentido a nuestras vidas.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.